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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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¡VENGA YA, HOMBRE!

SATUR, 16 de julio de 2004

 

De vez en cuando encontramos correspondencias en Orejas de gente de la prelatura o afines que, de un modo u otro, siempre acaban por tachar la página de algo que va directamente contra Dios, su Iglesia, que destila odio y rencor, que no sabemos lo que escribimos, ni las consecuencias que para nuestra alma puede tener este comportamiento. Hacemos daño. Nos la estamos jugando. A Dios se le van a hinchar las narices y a la mosca de Orejas le va a caer un palmetazo justiciero que la va a dejar para siempre en la gehena del fuego inextinguible.

¡¡¡Cómo les gusta la cosa de las Postrimerías y del Tremendo Juicio!!!. Normalmente se apoyan en algún texto del Nuevo Testamento para sentar sus argumentos y, encima, siempre terminan rezando por nosotros, dispuestos a hablar con cualquiera que le necesite para hacerle ver el pertinaz error en el que estamos inmersos y recomendando un chute de bífidus activo para llevar una vida sana y una dieta equilibrada en valores.

Para empezar, y va sin coña, un fiel de la prelatura no pinta nada leyendo Orejas. Y que no venga con la historia de que es libre y lee lo que quiere porque no. No cuela. Sé que son bastantes algunos muchos de la opus del Uniquoque los que abrevan en esta charca inmunda -yo conozco unos cuantos-. ¡Pues muy de mal!. Así que a tomal viento fresco y a contarlo en la charla y en la confesión. ¿Qué es eso de leer a Melqui, o a E.B.E, o a Carmen Charo?. Ya no digamos a Ana Azanza (por cierto -es un paréntesis- espero que hayas cambiado de look porque en la afoto de "los libros" pareces la Vice Vocal de San Miguel Cinco Estrellas de la Asesoría de Vila Saqueti... ¡sólo falta que a pie de foto ponga "PAX A TODOS"). Es broma, ¿eh?.

Bueno, ya están avisados los fieles de la prelatura. Pero si aún sigues allí, pillín, que sí que sigues, quiero expresar mi opinión desde esta atalaya de que se puede amar a Dios, creer en su Iglesia y vivir en gracia diciendo lo que uno pueda pensar que está bien y mal de la Obra del Unum Subsistens. Incluso puede tomársela un poco así como de cachondeo, porque es que tiene cosas que son para tomárselas de cachondeo. Por ejemplo, eso de ponerle a un chavalín de nombre Josemaría, asín , todojunto, pues me parece que le marca para toda la vida. Porque nadie se llamaba Josemaría todojunto hasta que apareció el auténtico y original: el "notas"; y, claro, vaya donde vaya el chaval, sea cual sea su biografía, la gente le preguntará que qué lo que é eso de Josemaría todojunto. Y el pobre a cortarse. Y si se encuentra con gente de la prelatura y ven escrito el nombre, pues a pensar que el tío es "uno de los nuestros": ¿Túúú... pax?... y el hombre a cuadros. Es como si uno que se llame Jesús José (que los hay) le da un chute ascético y se empeña en registrase Jesúsjosé (para que no le separen el Padre del Hijo). Y lo consigue el tío. Y luego sus admiradores le ponen ese nombre a sus hijos, Jesúsjosé, todojunto, y con tanta jota y tanta ese ya no sabes si le estás llamando, o estornudando, o si vas a prepararte a escupir. Con lo bien que queda J.J.

Otras cosas de la opus no son para echar unas risas; son más serias: serias para bien y también para mal. Y hay que denunciarlas, escribirlas y comunicarlas para que alguien haga algo. O que no lo haga. Es su problema.

Os le explico de otro modo para que lo entendáis y así la próxima vez envías al infierno a tu prima de la pueblo.

Alrededor del año 49 Pablo de Metatarso viajó de Antioquia a Jerusalén y allí se reunió con los discípulos sobrevivientes de Jesús, que había sido crucificado unos diecisiete años antes. Ellos eran los chachis cofundadores y tal -habían conocido y tratado al Señor- y el otro era un tipo que venía con ideas pelín extrañas. Esta Conferencia Apostólica o Concilio de Jerusalén es la base a partir de la cual se reconstruye la naturaleza de las enseñanzas de Jesús, los orígenes de la religión y de la Iglesia que Él creó. Existen dos reseñas casi contemporáneas de este concilio. Una dictada por el propio Pablo en su carta a los Gálatas. La segunda está reunida en los Hechos de los Apóstoles: un informe amable, casi oficial de un incidente en la Iglesia y su resolución satisfactoria. Más o menos como un artículo de Crónica o de Noticias.

La versión de Pablo presenta un cuadro muy distinto. Quizás es el único que comprende la magnitud de las cuestiones en juego: defiende, y de qué modo, su posición frente a los hombres en quienes la vida espiritual está dominada por los temas que los Ancianos debaten en esa habitación de Jerusalén. Pablo está absolutamente seguro de que tenía la verdad; más aún todavía ya: en su carta a los Gálatas, unas pocas frases antes de su versión del concilio, desecha todo lo que implique apelar al juicio de los mortales reunidos en consejo. Para Lucas el concilio es un incidente eclesiástico. Para Pablo es parte de la lucha más grande que jamás se haya librado que tiene dos interrogantes. ¿Jesucristo había fundado una nueva religión, la verdadera?, ¿era el Dios-Hombre?. Si ganaba Pablo, nacía el cristianismo. Si se le desecha, las enseñanzas de Jesús son nada más que el hito de una secta judía condenada a sumergirse en la corriente principal de un antiguo y cerrado credo. ¡¡¡A circuncidarse, yaaaa!!!, ¡¡¡a no de comer canne, ni chistorras, ni pa amb tumaca!!!

Lo de la circuncisión y otros temas en la conversión de los gentiles era un asunto muy grave. Pedro cede, pero le cuesta entender. Es más, no lo entiende. Cuando más tarde llega a Antioquia, estaba dispuesto al principio a tratar a los cristianos gentiles como a iguales de raza y religión, y a compartir con ellos sus comidas en plan colegui, paisa; pero después, cuando llegaron a la ciudad los emisarios de Santiago -otro que no entendía nada- " ¡se retrajo y comenzó a distanciarse, porque temió a los defensores de la circuncisión". Hablamos de Pedro. No era un mingas del tres al cuarto. Y de Santiago, "el hermano de Jesús". Pablo afirma "Pedro estaba equivocado", y se lo dijo "en la cara". Olé tus cojones, Pablito.

Habría que oír qué decían de Pablo los chicos conversos de la sinagoga, los que sí conocieron a Jesús, los puretas. Seguro que también le encomendaban.

Menos mal que se impuso Pablo. Los instintos judaicos de los apóstoles eran intensos y muy conservadores y el ser cristiano hoy sería algo sectario, minoritario, legalista y pequeño. Triste también. Es alucinante leer en San Lucas que después que los apóstoles se separaron de Jesús en Betania "retornaron con mucha alegría a Jerusalén y pasaron todo su tiempo en el Templo exaltando a Dios". Hala, al Templo de Salomón, con la peña de fariseos y escribas y la tribus de Aarón, de Neftalí y de Zabulón. A mover la cabeza al muro de las Lametaziones a lametazos.

Pablo no inventó el cristianismo ni lo pervirtió: lo salvó de la extinción. Pasó del sectarismo estrecho al universalismo militante y del legalismo riguroso al rechazo de la Ley.

El concilio de Jersusalen reveló a un Pedro y Santiago que dirigían con pusilanimidad de "partido de centro" la Iglesia fundada por Jesucristo. Después el centro se desplomó y se rindió al ala judía de los fariseos cristianos: de ahí la vergonzosa negativa de Pedro a compartir mesa con los gentiles de Antioquia. A su tiempo, Pedro rompió con la Iglesia judeocristiana, o la abandonó, aceptó la teología de Pablo, y se le unió en la misión ante los gentiles. Palmó en Roma, muy lejos de Jerusalén... y del Templo.

¿A qué viene este rollazo exegético?, pues a que en la Iglesia, desde siempre, hay libertad y derecho a defender y buscar la verdad. Y hoy también. Y si el Opus Dei tiene modos, formas y dobles lenguajes que no van, pues hay que denunciarlos. Más si uno las ha vivido, hecho, sufrido o presenciado. El cristianismo es una religión histórica: funda sus afirmaciones en hechos históricos que ella misma afirma. Si se destruye, nada queda. Entonces, ¿puede un cristiano examinar la verdad de esos hechos con la misma objetividad que mostraría frente a cualquier otro fenómeno?. Lo cierto es que muchos cristianos no han tenido el coraje o la confianza necesaria para poner la búsqueda de la verdad por encima de cualquier consideración, por santa que pueda parecer. Casi todos ponemos el límite en "cierto punto". El opus también, y mucho. Para la obra todo en ella es divino, divino de la muerte, y cuando se escribe todo es todo. Y con ella como institución no hay manera de hablar ni de aclararse.

Tiene gracia comprobar como incluso los que escriben aquí que pertenecen a la prelatura no dudan en mentir cuando dicen "nadie me impide leer esta página", cuando sí les obligan a consultarlo y dudo muchísimo que les permitan acceder a estas líneas. O cuando escriben "estáis haciendo mucho daño a la Iglesia" y, en su ceguera, no ven el daño que la opus hace a la Iglesia cuando, por ejemplo, la selección y edad de los aspirantes, el grado de información de sus compromisos, el respeto a su posible falta de idoneidad, aceitera, aceitera, aceitera, no se cumplen en muchos casos, dejando con el tiempo en la estacada a bastantes criaturas. Y lo saben: ¡jolines si lo saben!. Pero si preguntas, no saben, no contestan. La culpa es de mi abuela Dolores, que en el culo tiene flores.

Un cristiano que tiene Fe no teme a los hechos. Y si lo hace -atenta la compañía- está destruyendo la naturaleza de su Fe, que es una revelación progresiva de la Verdad: está obligado a seguirla.

Y ya que estamos, no me resisto a transcribir un texto de Gregorio Nacianceno -hoy estoy que me salgo de Acetate- al renunciar al obispado de Constantinopla (no era moco de pavo el carguete) y fue criticado por sus austeridades. El tipo se largó un sermón irónico y colérico que me gustaría saber qué dirían los fieles del opus dei si hoy lo escribiera de algún obispo de nuestros días -que también los hay, como entonces.

"Ignoraba que debíamos rivalizar con los cónsules, los gobernadores y los generales famosos, que carecen de oportunidad de gastar sus ingresos, o que nuestros estómagos debían ansiar el pan de los pobres -y consumir lo que ellos necesitan en lujos, eructando frente a los altares. No sabía que debíamos cabalgar en hermosos caballos o viajar en magníficos carruajes, precedidos por procesiones, mientras todos nos aclaman y nos abren paso como si fuéramos bestias salvajes. Lamento esas privaciones. Por lo menos han terminado. Perdonad mi error. Elegid a otro que complazca a la mayoría".

Pues eso. Y éste, qué... ¿también está en el infierno por dar caña a sus hermanos los obispos, elegidos por el Espíritu Santo y sucesores de Colegio Apostólico?. ¡¡¡Venga, ya, hombre!!!.

 

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