Estimado E.B.E.:

Mi “optimismo” se basa en no pretender que la Iglesia rectifique al Opus Dei en todos sus errores, ni mucho menos que dé marcha atrás con la canonización de Escrivá. Bastaría que se tome alguna medida que desarticule la perversidad de la praxis de la Obra, que tanto daño hace a tantas personas buenas.  No me extraña ni me incomoda saber que Escrivá esté en el Cielo (objeto dogmático del acto pontificio de canonización); y hasta diría que me alegra, porque además de desear la salvación a todos los hombres, se amplifican mis personales esperanzas.

La praxis de la Obra puede desarticularse mediante algunas medidas prácticas, entre las que destaca, tal vez, la prohibición del uso de la dirección espiritual en la misma línea del gobierno. Aunque no todo quedaría resuelto, se desarmaría el entramado principal que hace del Opus Dei algo tan peligroso.

Lo anterior comporta un importante implícito: no es posible, desde la fe, una descalificación en redondo del Opus Dei y su fundador; y quienes lo intentan problematizan su presunta pertenencia a la Iglesia Católica.

Heraldo