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 Tus escritos: Yo también fui acosada hasta que pité como agregada.- xavila

010. Testimonios
xavila :

Buenos días, 

Mis padres son personas “pietistas”, es decir, necesitan cumplir con la Ley de Dios. En 1980 mi hermana hizo su primera comunión en la Iglesia de Montealegre y en casa de una Agregada recibió la formación para hacer la primera Comunión. Mi hermano dos años mayor iba los sábados a un centro deportivo Safa donde además de practicar el deporte, es un punto de reclutamiento de familiares y/o amigos. 

Fui de colonias un par de veranos de colonias. Recuerdo que las “monitoras”, nos revisaban las habitaciones y asignaban puntos por el desarrollo de virtudes como la pulcritud, orden y un montón de cosas más.  

Mi hermana es border-line, y no sabía hacer correctamente la cama, así que la penalizaron. Además de los puntos que le quitaron tenia que dar cien pesetas por no haber hecho bien la cama. En aquel momento sentí un poco de rabia, pero como yo tenía la creencia que la rabia es la hija pequeña de la ira contuve mis lágrimas y le dí a mi hermana el dinero necesario para pagar el castigo...



A partir de aquel día yo le ayudaba hacer la cama. El  supuesto castigo no obró ningún milagro. Mi hermana no desarrolló la habilidad de hacer bien la cama, ni tan solo era capaz de ver que estaba mal hecha. Yo se la hacia. Para nosotros cien pesetas era mucho dinero. Mis padres son personas humildes también en el sentido económico. Era casi todo el presupuesto que disponíamos  por si necesitábamos comprar alguna cosa. Además a mí me gustaba llegar a casa y devolver el dinero prestado que mi madre siempre nos los devolvía para que lo guardáramos en la hucha. 

Yo por entonces debía tener 11 años y era ingenua, y mi relación con el Opus Dei se limitaba asistir los sábados a una casa donde vivían unas cuantas numerarias. Íbamos al oratorio donde teníamos unas charlas meditativas. No era una charla, ya que el sacerdote sentado en una pequeña mesilla con una tenue lamparilla, impartía un discurso que nosotras escuchábamos interiorizando sus palabras. El discurso no se interrumpía nunca.  

Después de la charla, pasábamos a una sala donde una numeraria nos ayudaba en nuestro crecimiento espiritual. Mi misión era el apostolado individual, acercar personas a la Obra. 

A los quince años dejé de relacionarme con  la Obra. Cuando entré en la facultad mi mejor amiga era una numeraria. Nunca había tenido una amiga que se ocupara tanto de mí y eso me hizo sentir importante.  

Ella y otra compañera que también era numeraria estudiaban en la misma facultad estaban en un colegio mayor de la Obra. Así que volví a relacionar me otra vez: La misa diaria, la confesión semanal, las charlas, la bolsa donde depositaba el dinero que habia conseguido impartiendo clases particulares de matemáticas o física  y un montón de cosas más.  

Mi amiga numeraria me dijo a final de curso que la Obra le había pedido ir a un colegio mayor de Alemania y para ella era un gran oportunidad, aunque yo no lo entendiera. Le escribí unas cuantas cartas, las primeras navidades me envió una felicitación y después ya no tuve más contacto por mucho que intenté enviar cartas a la dirección que me dieron y en ellas ponía que por favor se las entregaran aunque estuviese viviendo en otro lugar. 

Entonces se encargó de mí su compañera. Después de dos años, mi nueva amiga numeraria fue a vivir en un piso con otras numerarias y yo continué la extraña relación de amistad con ella. Debieron ver en mí, voluntad de trabajo y humildad. Mi familia es de clase media, baja, pero yo tenía un gran potencial. Era buena en los estudios y fácilmente manipulable. 

Me costó mucho pitar como agregada. Yo prefería trabajar como auxiliar y dedicarme a limpiar y hacer todos los trabajos de intendencia para que las numerarias pudieran hacer mejor su trabajo. Pero ellas decidieron mi vocación: agregada. Escribí la carta y todo lo demás,… 

Al final, se enteró mi madre. El Opus Dei ya me había preparado emocionalmente para el rechazo que tendría, todo lo que tenia que decir a mis padres  y que eran unas personas católicas.

Las palabras de mi madre fueron: ¡Tu vocación!  ¿Vas a renunciar a ser madre que es el sueño de tu vida?  

Entonces mi madre me explicó que ella había hablado con la Obra para que mediaran por mi hermana para que pudiera trabajar en algo y así ser autónoma en su futuro. La única oferta era ser una esclava del servicio, apartada de mis padres. Eso no le gustó nada a mi madre por mucha fe que tuviese.  

Mi madre continúo explicándome,… 

Te acuerdas de tal persona, me comentó. Hace poco murió su madre y me pidió que eligiera entre las joyas y recuerdos familiares -lo que mi madre considera que debía tener su hermana-. La persona que le hizo la petición a mi madre era una agregada y no se trataba con su hermana desde hacía mucho tiempo.  

Mi madre que es una gran conciliadora, hacia de puente entre las dos. Recogió algunas pertinencias familiares y joyas que quizá no tenían mucho valor económico, el anillo de casada, una cadena de oro con una cruz que tenia incrustada una piedra roja, entre otras cosas. La amiga de mi madre que es/era agregada, le comentó - el resto tengo que entregarlo a la Obra. Pero me gustaría que mi hermana tuviese algún recuerdo de mamá. 

¿Te acuerdas cuando tu hermano iba hacer deporte a Safa y nosotros asistíamos a las charlas de los sábados. Nos miraban nos desprecio porqué no vestíamos como ellos?. Mis padres son sencillos y cuando se dirigieron a mi padre para guardarle el abrigo contestó – No tengo abrigo, estoy acostumbrado al frío.  

Mi padre es huérfano o hijo abandonado de la guerra. Estaba internado en un colegio de la protección de menores. Siempre pantalón corto y en invierno encima de la camisa una chaqueta. Pasó hambre y frío pero nunca ha querido contestar a las preguntas de su infancia.  

Su suerte, es que era obediente y humilde, así que siempre ayudaba al sacerdote y los domingos le acompañaba a todas las misas. Algunas veces había señoras que le daban algún caramelo o chucherías. Mi padre se las comía cuando tenía mucha hambre y si el hambre no era muy fuerte los repartía con sus compañeros. 

Me costó bastante dejar el Opus Dei,…, pero no guardo ningún rencor. Lo único es que no he sido capaz es de tirar las preces ni el libro camino, forja, entre otros. Los guardo en una caja. He pensado que algún día los llevaré a la iglesia de Montealegre y los dejaré en un banco. 

Es algo que pasó en mi vida y que no explico porqué no lo tengo olvidado. Además aún tengo algunos sentimientos de culpa: Pobre de aquel que escriba alguna cosa que aparte al hombre del camino de  Dios. No creo en Dios pero aun le tengo temor. 

Estoy casada con un hombre maravilloso y tengo dos hijos. Mi marido había estudiado en los jesuitas. Un día me invitó a conocer el grupo de Fe de los salesianos al que pertenecía. Después viví experiencias como la Pascua Joven Salesiana. Todo era tan distinto, que no sabía que era lo real y lo verdadero,… 

No soy practicante, pero me gustaría volver a encender la llama de la espiritualidad en mi vida. 

Os deseo mucha felicidad. La felicidad empieza ahora y aquí en la Tierra. 

Xavila.




Publicado el Monday, 08 December 2008



 
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