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 Tus escritos: LA INAGUANTABLE IMPOSIBILIDAD DEL OPUS DEI (I).- Canencio

070. Costumbres y Praxis
canencio :

 LA INAGUANTABLE IMPOSIBILIDAD DEL OPUS DEI (I)

Canencio, 15 de febrero de 2010

El dos de octubre de 1928 el fundador del opus dei intuyó que este proyecto intelectualmente era perfecto y completo, lo cual le pudo inducir a creer a pies juntillas que aquello ya tenía una categoría consistente en la mente de Dios “ab initio et antea saecula” como algo inevitable. Al inicio de la santa misa de aquel día el imaginador del opus dei estaba profundamente confuso respecto al porvenir de su existir pero en el momento de la consagración vio su posible proyecto vital como una realidad fáctica metafísica, sintió una catarsis intelectiva, se apreció tan liberado de sus angustias vivenciales gracias a las invocaciones que previamente había elevado al cielo, que en agradecimiento al Supremo Hacedor convirtió su aclaración intelectual en una experiencia sobrenatural e interpretó esa visión intelectual aliviante como una intuición divina aunque solo vio lo imposible. El globo imposible es el “no lugar intangible” donde se aloja el enredo de todos los entes imposibles. Este orbe esta ocupado por una emulsión contraóntica de cosas imposibles. “Globus impossibilis intangibilis iglocus quo irretitio omnium impossibilium entiun hospitiatur. Ipse impossibilium rerum ab contraentica emulsione impletur.”

El alma del inventor del opus dei a partir de que fuesen frustradas sus aspiraciones a ser arquitecto al final de su infancia, sufrió continuamente de desgarros sentimentales. Padeció múltiples traslados geográficos del hogar familiar, sobrellevó la muerte traumática de su padre y una grave ruina económica. Soportó el desprecio de sus compañeros de seminario, aguantó serias dudas vocacionales, tragó mucha saliva cuando el canónigo arcediano de Zaragoza hermano de su madre, su único valedor en el mundo profesional eclesiástico humilló a su familia y le excluyó de su compañía. No pudo resistir el maltrato episcopal cuando se le desterró a una mísera parroquia en la perdiguería aragonesa, soportó estoicamente la pobreza y una emigración hacia el desamparo de Madrid, la frívola capital de un reino decadente. Y en esos atormentantes momentos, desde su torturado pensamiento, desde ese horroroso no lugar intangible nos ha llegado el opus dei a los cristianos...



Hace mucho tiempo en el mínimo instante previo al “Big Bang” apareció, la “Nada absoluta”. “Iam diu olim ante primum fragorem in minimo temporis puncto, nihilum absolutum apparuit”. Dios es la perfección absoluta que supera al existir de las cosas, la sublime realidad de Dios está más allá del ser y del no ser y por eso para establecer el mejor universo global creó a la nada pues esta no existía en su Divina naturaleza. Tu reino oh Señor comprende a todos los universos (anteriores o posteriores). “Malkhutkha malkhut kol olamim.” Salmos 145:13. Dios al principio creó el universo de las no cosas. “Deus in principio universa inrrerum creavit.” A lo largo de la vida del fundador del opus dei, este y sus más afectos seguidores proclamaron con rotundidad la inevitable imposibilidad de la obra “Si por un cataclismo telúrico, solo quedara una sola criatura en la tierra, esta sería del opus dei…. Él creador de la obra había conocido a muchos papas en su vida, pero solo se había encontrado con un único fundador del opus dei”. Ellos se propusieron a sí mismos como la única substancia vivificante del mundo y de la iglesia; mostrando con esa falacia a las claras su realidad imposible. Lamentablemente el opus dei es una nocosa. Las nocosas, las cosas reversas, las cuales cosas son las correspondientes a las cosas inversas, los trozos del universo que complementan a una cosa y las cosas negadas, esas que oportunamente contradicen a otras, todas ellas son contracosas.“Inrres, quae attinentes versae suae contrariae, reversae, suae complementariae et negatae suae contradictores contrarres sunt”.

La experiencia del vivir en el opus dei pone al descubierto la esterilidad de la creatividad individual, el sufrimiento continuo de sus miembros y la pérdida de la paz interior: realidades profundamente contrarias a la actividad fecunda de los objetos creados por Dios y realidades contradictorias con la actividad consolante católica proclamada por Cristo cuando dijo. “Venite ad me omnes qui laboratis, et onerati estis.” Venid a mí todos los que estáis cargados y cansados (Mt 11, 28-30). El fundador ya en su madurez en Roma necesitaba visionar al menos tres películas a la semana para no caer silencioso y triste durante muchas horas en un sillón preso de acedía. En la nada existen y coexisten todas las contracosas. “In nihilo omnes contrarres exsistunt et coexsistunt”.

El discurso del opus dei sostiene una cosa y su contraria, allí dentro se proclama altaneramente que ciertos miembros no se dejan querer y que todos los asociados renuncian libremente a ser libres. El opus dei está inmerso en el mundo de las contradicciones lógicas y se mueve con soltura en los territorios de la nada. Una contracosa es un ente imposible. “Contrarres ens impossibile est”. El éxito organizacional del opus dei es imposible y por eso a día de hoy podemos ver como se muere. Un ente imposible es aquello que nunca puede llegar a ser. “Ens impossibile quod ad essendum numquam pervenire potest”. Al opus dei no le es dado tener un tamaño superior o igual al de la Iglesia Católica. Al opus dei no le es dado establecer las condiciones de salvación cristianas para toda la humanidad, es por ello que resulta ridícula aquella aspiración que internamente se pronunciaba. “Habrá un día que en la asamblea de Naciones Unidas todos los asamblearios al unísono rezarán el Ángelus.” Y esa vana alocución enuncia claramente que el opus dei nunca llegará a ser una completa institución salvífica. Un ente imposible no es pero existe. “Ens impossibile exsistit sed non est”.

Ochenta años de historia presentan al orbe existente del opus dei en el cual dos terceras partes de sus miembros no han podido perseverar porque no se puede vivir en una institución imposible. La “Nada absoluta” contiene al no ser y muestra el cúmulo inmenso de los aconteceres imposibles. “Nihilum absolutum non esse continet, et inmensum impossibilium cumulum casuum ostendit”. Si la vida contemplativa supone por un lado la máxima quietud corporal para atender y entender a los altos profundos mensajes de Dios y por otro lado supone el retirarse de los quehaceres cotidianos para no confundir al intelecto con entretenimientos gozosos o dolientes. Si la vida mundana impone un continuo movimiento corporal, una continua inmersión en el actuar que distrae de las divinas consideraciones y un interactuar continuo por entre los aconteceres sociales. Entonces solo se puede ser contemplativo en medio del mundo si se vive en la nada. Porque en el alma de todo ser humano nunca una ocupación corporal debe perturbar a la razón “Nunquam occupatio corporis in anina rationem perturbare debet”.

El fundador del opus dei argumentó la premisa de la “Santidad en el trabajo, realizando las tareas cotidianas y siendo contemplativo en medio del mundo.” y muchos religiosos de aquel momento que vivían de forma muy deficiente su vocación le alentaron a formular y promulgar esa falacia. El fundador disfrutó mucho al trasladar la beatitud celestial propia de las almas bienaventuradas que contemplan a Dios y cuya ocupación no perturba a la razón, a los lugares contingentes y mortales de la tierra. Con este terrible raciocinio contradictorio se concedió la ejecución de lo imposible, aquí en la nada absoluta del opus dei. El círculo de lo imposible contiene a todas las contracosas. “Circulus impossibilis omnes contrarres continet”.

El opus dei es una prelatura personal, es una circunscripción eclesiástica con pueblo propio, la cual no está dentro del escalafón de la soberanía eclesiástica católica. Sin embargo el opus dei se exhibe como “Una estructura jerárquica de la Iglesia con espiritualidad propia”, porque este concepto contradictorio está relleno de contracosas. En el círculo imposible aparecieron todos los entes imposibles “Circulus impossibilis prodeverunt omnia entia impossibilia”. En el círculo imposible del opus dei, florecen los imposibles directores que jamás se reconocen equivocados y deciden que un asociado carece de una imposible vocación, la cual supuestamente ha sido generada antes de la creación por Dios. El orbe imposible solo contiene a los entes imposibles, asimismo no puede contener en si mismo a los entes posibles. “Orbis impossibilis solum continet entia impossibilia, item non potest continere in eo ipso entia possibilia”.

En el orbe imposible del opus dei no cabe ninguna amistad posible entre sus asociados, pues a estos se les impide taxativamente que compartan confidencias o preocupaciones para evitar que surjan amistades particulares. Las cosas imposibles ellas solas no son viables. “Res impossibiles solae inviabilia sunt.” El proselitismo del opus dei es imposible por eso se practica de forma inviable, se engaña a los aspirantes con la promesa incumplible de gozar de una beatitud celestial aquí en la tierra, se les invita a sumarse a la imposible aventura de dar la vuelta al mundo como un calcetín. Las cosas imposibles ellas únicas son improbables. “Res impossibiles unicae improbabilia sunt.” Es muy improbable que el opus dei ahogue al mal del mundo con abundancia de bien o ponga a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas. Las cosas imposibles ellas aisladas no trastornan a los hechos inevitables. “Res impossibiles secernatae non facta inevitabilia turbant.”

El movimiento de la Iglesia nunca se ha visto alterado de ningún modo por el opus dei, ni antes, ni durante ni posteriormente a la celebración del Concilio Vaticano II a pesar de que ellos así lo proclamen, pues el fundador y sus raciocinios contradictorios nunca fueron acogidos ni dogmáticamente ni pastoralmente por los herederos de los apóstoles. Las cosas imposibles solo se pueden transformar en cosas posibles. “Solum impossibilia in possibilibus mutantur.” La hermana del que arengaba el alcance del estado de beatitud divina en el mundo, nunca acepto la posibilidad de la organización que había inventado su hermano, por eso cuando este se le presentó como fundador y presidente general del opus dei, ella le expresó que lo consideraba en menos que a un cuerno. El opus dei debido a su imposibilidad metafísica se transformó en una empresa extravagante de comercio espiritual con afán de lucro santificante, para triunfar en los territorios mundanos. Al principio en Zaragoza el fundador tuvo que mantenerse con los estipendios de las misas y con clases en una academia. Como en la ciudad pilareña no mejoraba su porvenir, se trasladó a Madrid, donde se hizo con la capellanía de las Damas Apostólicas y del Patronato de Santa Isabel, pues allí tenía vivienda para él y su familia. Tras la guerra civil española, su invento creció y eso le permitió desprenderse de los beneficios eclesiásticos porque las aportaciones de los miembros y cooperadores le resultaban suficientes.

El fundador con rotunda serenidad se atrevía a pronunciar con vehemencia que “A los padres (de los socios numerarios célibes) ya les sacamos todo el dinero que podemos”. Sin embargo el opus dei tendrá cierta posibilidad de ser algo apropiado a la Iglesia romana cuando solo sus inscritos célibes establezcan una orden religiosa contemplativa de vida retirada y los demás miembros lo abandonen pues un católico no necesita asociarse más allá del ámbito de su parroquia.

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Publicado el Monday, 15 February 2010



 
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