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 Tus escritos: De Legionarios y Opusinos.- Castalio

125. Iglesia y Opus Dei
castalio :

De Legionarios y opusinos
Castalio, 19 de mayo de 2010

 

Tras leer los envíos de Joseph Knecht y Heraldo, a propósito de la necesaria revisión que el Vaticano debería hacer del Opus Dei, así como de las dificultades para que ésta se realice en los mismos o parecidos términos que la de los Legionarios de Cristo, deseo hacer algunos comentarios más sobre este escabroso tema.

Estoy total y absolutamente de acuerdo con Heraldo en la equiparación que hace de los ABUSOS que se dan en ambas instituciones. Se trata, en efecto, de dos formas de VIOLENCIA: una —la del abuso sexual en la Legión—, es de carácter físico y moral; la otra —la de la Obra—es esencialmente sicológica si bien tarde o temprano se somatiza en un sinfín de padecimientos físicos y hasta en enfermedades graves, como sucede con la inmensa mayoría de los numerarios y numerarias. 

Es precisamente de esta última forma de violencia de la que quisiera escribir ahora aunque sea de modo breve...



El tema me preocupa porque la vocación manida y falsa al celibato, como numerario (a) o agregado (a), es una forma de violencia que, si bien quizá no produce la misma indignación que un abuso sexual como la pederastia, debido quizá a que no deja aparentemente huellas en el cuerpo o en el rostro, no obstante deja heridas graves en el alma y en el corazón. Heridas tan profundas como imponderables, que ningún sicólogo, y menos aún el pago de una indemnización como la que pedían los supuestos hijos de Maciel a la Legión, podrían aliviar y menos sanar. Los numerarios y numerarias son VÍCTIMAS de una institución que, con una absoluta falta de responsabilidad moral y con total impunidad, envuelve a cientos, a miles, de jóvenes, hombres y mujeres, en el discurso ideal de una forma de vida sicológicamente anormal, basada en la mentira y en el ocultamiento constante de intenciones. Yo no creo en eso que los del opus, con una absoluta frivolidad, llaman vocación. Pertenecí a un movimiento con claros ecos sectarios y punto. Dejémonos de cuentos y de estar discutiendo sobre la naturaleza jurídica y teológica de la supuesta vocación de numerario, agregado y supernumerario. No hay tal vocación.

Digo esto por la simple razón de que los hechos demuestran que NO EXISTE tal vocación, pues sistemáticamente entran y salen por cientos. Me refiero especialmente a los numerarios. Desde esta perspectiva, el Opus es una institución que, como he mencionado en otras ocasiones, ha hecho del celibato y de otros temas sagrados de la Iglesia, cosas banales y fungibles, mercancía barata al alcance de CUALQUIERA. No puede existir una vocación o llamada de Cristo, ahí donde ha intervenido de una manera tan brutal la manipulación humana de información (en los consejos locales y en las demás instancias de gobierno). No la hay ahí donde los actores o supuestos instrumentos de la Voluntad divina (los numerarios que jalan a otros para que se hagan de la obra) recurren normalmente a la deslealtad informando a los superiores sobre la vida íntima de sus supuestos amigos, en fin, no puede haberla ahí donde se ha instrumentalizado un bien de tanto arraigo evangélico, como es la AMISTAD.

Si me permiten, lo diré de un modo más claro. Yo, que pertenecí a esa institución como numerario por más de veinte años, me salí de ella porque dejé de creer en la vocación; en mi supuesta vocación. ¿Cómo habría de creer en ella si yo mismo me dediqué por años a envolver a los muchachos incautos que se acercaban a las casas de la obra en las que yo viví en la ciudad de México? Me dediqué apasionadamente a envolverlos, inducirlos e influir en ellos para que tomaran sus decidiones en la dirección que yo deseaba y que en la obra me indicaban que convenía (pedir la admisión o pitar). Solivianté a muchos jóvenes preparatorianos y universitarios para que se entregaran a la obra. Para ello usé cuanto recurso encontré a mi alcance sin importar si era verdadero o no, es decir, sin reparar en su moralidad. Con el paso de los años aprendí bien ese arte de encantar serpientes mediante discursos sobre la generosidad para decir que sí a la llamada, o sobre la mayor entrega en la obra; se lo propuse a un montonal de gente: los más cayeron en la trampa. Me dediqué por años a transmitir información secreta a los superiores para que me dieran las directrices tácticas del modo en que debía actuar para que mis amigos se decidieran a pitar, es decir, a ingresar como célibes al Opus. Prometí lo que sabía que era imposible: vivir mentalmente sano siendo laico-numerario. Les mentí a muchos jóvenes contándoles medias verdades, especialmente en lo que se refiere a la libertad y a que el Opus no saca a nadie de su sitio, sabiendo, porque me constaba, que eso no era verdad. ¿No es todo esto ABUSO de la juventud? ¿No es violencia moral ejercida sobre los supuestos amigos por medios sicológicos de persuasión y seducción?

Las víctimas de los abusos sexuales de Maciel & Cía, han quedado marcadas de por vida. Han quedado gravemente afectados, tanto en el cuerpo como en el alma. Y es que sus cuerpos y mentes han sido violentados y mancillados por un hombre o un grupo de hombres crueles y despiadados que se decían ministros de Dios pero los engañaron. Como las mismas víctimas lo han expresado, esto ha afectado su fe en Cristo, en su Iglesia y de algún modo, quizá, también a su fe en las innumerables gracias de la vida sacramental (especialmente la confesión). Pues bien, desde mi punto de vista, con mayor o menor conciencia de ese victimismo, algo parecido sucede a muchos que, siendo jóvenes, se acercaron a los centros de la Obra atraídos por tantas cosas tan entrañables como falsas. Al poco o mucho tiempo han salido de sus filas desengañados, objetivamente decepcionados al darse cuenta de que el sistema de cooptación y reclutamiento del Opus (inventado por J. M. Escrivá) se vale de medios sicológicos y verbales puramente humanos... o... demasiado humanos.

Por eso considero que el Opus Dei, al igual que los Legionarios de Cristo, son la vergüenza histórica de la Iglesia Católica en nuestro tiempo. Y, puestos a escoger, entre verdad y bien, es decir, entre el descubrimiento de la verdad y el bien que hacen a tantas almas y que se vería afectado por éste, pues prefiero la verdad, aunque duela, aunque cale y sacuda a muchos inocentes. Creo que el Papa debería someter al opus al mismo rasero que a los Legionarios y apurar desde la Jerarquía la urgente reforma, especialmente en lo que hace a sus métodos proselitistas que, en mi opinión, es donde el Opus tiene un escollo moral muy grande. Casi irremediable. Pero tiene razón Joseph Knecht cuando afirma que la política prudencial y pastoral podría detener este proceso de cambio. No obstante, insisito, es urgente y necesario, incluso aunque el clero del opus sea numeroso, pues la mayoría de sus curas están cortados con la misma tijera de la manipulación y el enredo moral de conciencias. Por ello, creo que es mejor que obliguen a rectificar al opus y a sus curas, para que, cuanto antes recuperen el sentido de la catolicidad y del Evangelio.

Castalio




Publicado el Wednesday, 19 May 2010



 
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