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010. Testimonios
aurora :

ENTRÉ, SALÍ Y APRENDÍ A VIVIR
Aurora, 7 de noviembre de 2011

 

¡HOLA A TODOS!

Un buen día, buenísimo día, me dice mi marido..... -Aurora, ven, mira..., me acerqué y en pantalla completa leí la noticia del País; no me inmuté, leí y leí. Al terminar, sin mediar palabra, nos metimos en esta web. Mis ojos corrían, mi mente los agilizaba, no daba crédito que pudiera existir "semejante página"; sin darme cuenta, me ví ocupando la silla de mi marido empapándome de todas vuestras historias, mejor dicho nuestras historias. Mi mente retrocedió 24 años atrás, ahora, tengo 46 y mi corazón... mi corazón se anegó de lágrimas...



En 1982 pité, cinco años después me fuí. Mi historia es una más, no es original. La incongruencia, la falsedad de motivos, mi frustación (no sentía que estuviera en el mundo), la rigidez, la falsa alegría, la tendencia al infantilismo en personas que consideraba mayores aún estando en centros de bachilleres, la autoestima por lo suelos, la autodestrucción hizo que me marchara, como todos, a escondidas, tampoco pude escribir la última carta, mi carta, como hubiera deseado; les dejé que la redactaran ellas y luego la firmé. Hasta la dispensa no dejaron de llamarme. Después acabó todo.

Salí enferma de cuerpo y de alma. Mi cuerpo un buen día estalló, me fuí a levantar del estudio y me caí. Mis piernas no me sostenían estaban heladas, amoratadas... Mi madre se enteró de mi estado de chiripa por la visita de una tía; me llamó y me dijo que fuera a consultar con un tío mío, médico. La directora se negó. Hasta la llamada de mi madre pasaron 10 días; como la tuve de muy señor mío con la directora, al final pude ir a verlo. Previamente, el día antes de la consulta me obligó a meter las piernas, heladas, amoratadas, en agua caliente. Gracias a Dios que la administradora que era enfermera se opuso.Empezó un calvario de pruebas dolorosas para descartar enfermedades graves (al final todo fué psicosomático). Un chow, que por supuesto desencadenó la absoluta convicción de que tenía que irme.

Me acuerdo de mi lucha interior, mi guerra; me escapé en verano con mis padres a la playa, sin decir nada; a los pocos días llamé para decir donde estaba, volví para el curso anual, lo hice. A trancas y barrancas fueron pasando los días, no podía soportar la idea de ir en contra de la voluntad de Dios pero o me iba o me moría. Allí me hacían ver que solo tenía ganas de llamar la atención, qué ilusas.

LA IDEA. SER SANTOS EN MEDIO DEL MUNDO, me enamoró, me cautivó pero también me destrozó. Dios nos hizo libres, a su imagen y semejanza; nos quiere como un padre. ¿qué quiere un padre con sus hijos? LA FELICIDAD. Nos quiere felices y se puede ser feliz fuera del Opus Dei, yo diría que muy feliz. Vivir ya es un gran reto, una fuerte lucha. Está llena de sinsabores pero también de muchas, muchas alegrías. Poquito a poquito he vuelto a encontrame con Dios, no me siento juzgada ni subyugada. Mi mundo es mi marido, mis hijos, mis padres y hermanos, mis amigos, mi trabajo, cuando lo he tenido. Cuando nació la pequeña lo dejé.

Han pasado 24 años y ahora, haciendo una mirada retrospectiva de mi vida, os diría que mi corazón, mi mente está en calma. Lo pasé fatal cuando me fuí. No sabía tratar con los hombres, pronunciaban mi nombre y a mí me sonaba a campanitas, me enamoraba de todo el mundo, cualquiera que tuviera un detalle de cariño conmigo; no sabía bailar en una discoteca, no sabía que tenía o qué podía beber; si alquien me echaba un brazo por encima, pegaba unos respingos que no eran normales.

El día siguiente de irme dormí como una leona, comí cuando me dió la gana. No quería horarios ni fechas en el calendario. Era consciente de que aunque en el mundo, había estado fuera de él. Estaba cercernada. Este pensamiento me ayudó a se cautelosa, me dije: no te tires al barro, poco a poco. Mi hermano me ayudó como nadie, me integró en un mundo desconocido para mí. Desde los 16 años hasta los 22 solo conocía el minuto heroico, limpieza, oración, misa, faculad, comida, tertulia, oración, labores apostólicas, normas, estudio y más estudio; por supesto creo que jamás llegué a dormir 8 horas. Me daba cuenta del efecto péndulo en el que estaba cayendo, pero no me asusté, pensé "he tenido una faja puesta durante 5 años y me la he quitado de encima de golpe, normal que te desparrames". En cuanto a Dios, le pedí un receso, no podía entrar en una iglesia, no podía rezar, todo lo que me recordara a Opus Dei me provocaba un dolor inmenso, el corazón se me disparaba, me entraban náuseas. Los amigos, sobretodo una gran amiga son pieza clave.

Fuí a un Psiquiatra también me ayudó. Me dijo que era una mujer muy valiente y si seguía así no me iría la vida mal (no me mandó pastillas). Y así ha sido. Si para entrar hay que ser valiente para salir hay que ser un valiente guerrero. La vida nos espera, Dios está ahí con nosotros. Hoy en día estoy casada, tengo dos hijos un niño de 10 años y una niña de 6 años. Tengo una familia, familia de verdad, los quiero como a nada en el mundo. Jamás sentí nada como cuando ví a mis hijos nacer. Solo me quedo con lo que a mi me ayuda. Cuando me fuí lo único que me llevé fueron las recetas de cocina que almacené a lo largo de 5 años, imaginaros lo bien que comemos en mi casa (es una broma). Soy recia (me enseñaron). Me siento querida y respetada. Creo que en la vida todo es para bien. Del Opus Dei tambien se aprenden cosas buenas. De verdad. Dios quiso que entrara y que saliera. Ahora estoy cerca de El. No me siento culpable de nada, de nada. He llegado a la conclusión después de leeros a todos que tenemos un par de cojones y de ovarios. Gracias por haber creado esta página web. Muchas gracias. Te piensas cuando sales que estás sólo, que eres un desgraciado, con todas las letras. Abducido psicológicamente, y sin saber muy bien donde ir, que eres un caso único... y ves ésto... esta maravillosa página que me ha hecho sentir que gracias a Diós no soy nada original.

GRACIAS

Aurora




Publicado el Monday, 07 November 2011



 
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