Siguiendo el hilo de lo comentado por Ricardo, la semana anterior me vi confesándole a una amiga querida que ella no tenía vocación para numeraria (ella decía que a ella nunca la presionaron para entrar), y es que a pesar de tener “buena cara”, buena posición, y no faltarle ningún órgano, ser inteligentísima y guapa, tenía sobre ella el peso de no ser de familia “constituida” a la manera opusina. Cosa que la indignó un poco.

Luego les tuve que comentar la de veces que me dijeron que cambie de amigas y de algún comentario sobre mi propensión a que “solo me piten agregadas y supernumerarias”, se escandalizaron un poco más. De los pitajes, tengo para mi “tranquilidad” que “solo” hice pitar a una numeraria. Fue una situación complicada, mi directora me dijo: habla tú con “M”, porque la que le habla siempre es “C” y el otro día “M” me dijo que “C” le cae antipática, tú le caes mejor, además tú no has hecho pitar a ninguna numeraria, necesitas tu “contratuerca” así que dale, haz que “M” pite. Y así me uní al cargamontón. Recuerdo haberle dicho mil cosas, casi sin pensarlas mucho. Por decir algo, le pude decir que si pitaba vendría un Ángel y le regalaría alitas y volaría por el mundo cambiando y santificando todo a su paso. Ahora no sé nada de ella, pero me da un poco de pena cuando sé que sigue dentro.

Alguien dijo alguna vez que los que escribimos aquí no nos hacemos autocríticas, es una mentira enorme. Ricardo no es el primero ni el último en pedir perdón, yo lo he pedido. Y como más vale que so-sobre a que fa-falte… pido nuevamente perdón por haber sido esos años la peor versión de mí misma: racista, clasista, elitista, engreída, necia, soberbia, testaruda. Perdón por creer que yo tenía la salvación asegurada solo por hacer un plan de vida ridículo y monjil, perdón por rezar por Ruanda y por no dar ni un céntimo ni un minuto de trabajo gratis por los pobres que me rodeaban. Perdón por engañarles y hacerles pensar que el opus dei (marca registrada) era el mejor lugar para vivir y para morir.

No digo que ahora sea ni un ápice mejor, solo digo que sé reconocer lo que está bien y lo que está mal sin importar qué cosa lo genera, he aprendido que el fin no justifica los medios, y sí, lo he aprendido porque duele, duele mucho, ser solo un medio. Me trataron como si lo fuera, lo fui, y no lo olvido, y no se lo recomiendo a nadie.

Saludos a todos,

emevé