ana azanza :
Coincido con las apreciaciones de Carmen
Charo. Parece que deben andar de campaña "vayamos en son de
paz". Y gentes que aprovechando el anonimato se descuelgan por aquí sin
contar quiénes son, de dónde han salido y a qué dedican el tiempo libre para
decirnos "esto sí, esto no", "hay que hacer esto, hay que hacer
dejar de hacer lo otro".
Me permito decir que estoy harta de tanto polizón. Con
el peso que me da todo lo que llevo padecido, perdido y juzgado por tener la
osadía de dar la cara en un asunto como el Opus Dei que sigue siendo el tabú de
los tabúes. Nadie dice a los demás lo que hay que hacer, gracias. Cada uno hace
lo que puede, quiere y sabe. Si hay heridas las hay. El que tenga mano en el
Vaticano que la emplee.
Y efectivamente a la vez que cuentas lo de las
numerarias auxiliares, las grandes perdedoras de toda esta historia, observamos
relatos de personas que denotan que hicieron lo que quisieron a la entrada, en
la estancia y a la salida por el pequeño detalle de que eran familias de
dinero. Es no indignante sino lo siguiente.
Carmen
Charo, un paso más en tu razonamiento, te animo a que
observes que hay ex con una posición social familiar que no es ni la tuya ni la
mía, con las que el Opus Dei lo hubiera tenido bastante más complicado para
hacerles la vida imposible, puesto que hay adónde agarrarse y que sin embargo
siguen guardando las formas. Y esa es la gran cuestión, que nadie ex de las
alturas sociales, sean esas alturas lo que sean, literarias, académicas,
empresariales, políticas y de todos estos dominios creo que tú como yo tenemos
nombres españoles, han tomado postura ni se han acercado a esta web a saludar.
Me parece que no hay un Opus Dei, hay muchos. El de
los hombres, el de las mujeres, el de los ricos, el de los pobres. El de los
ingenuos y el de los que se aclaran de qué va la historia desde el minuto uno
del partido. Parece que a las dos nos tocó el peor de todos, mujeres, pobres y
sin participación en el "poder directoril". Fuimos bastante
pardillas, la verdad sea dicha.
Pero a la vez eso nos da fuerza, porque como nos lo
quitaron todo, la dignidad lo primero, no tenemos nada que perder. Y en España
se ven muchos que tienen todavía que perder.
En lo que no coincido contigo es que tenga solución y
que la solución está en que los de dentro se quejen "para que haya
cambios". ¿De qué se van a quejar y qué van a cambiar con ello? todo es
fundacional. No tiene sentido decirles que renuncien a sus modos y maneras de
atesorar poder que consiste en hacerse la blanca paloma o el cordero inocente
para acabar actuando como una manada de lobos feroces. En eso está la gracia o
el chiste de ser del Opus Dei. Sin esto ya me dirás qué les queda. No tendría
atractivo ninguno. Y por otra parte la formación del Opus y lo que en él se
valora, es de lo más antievangélico que con el nombre de católico se ha podido
cocinar. Lo sabe mucha gente de la iglesia, pero no hay valentía para
reconocerlo abiertamente.
Pero cambiar el Opus Dei ya quise cambiarlo hace diez
años, ingenua de mí. En la medida en que nos dejemos de paños calientes, más
españoles pondrán sus vástagos a cubierto. Sobre todo cuando entiendan que los
ricos del Opus son muy de predicar la numerariez para los hijos ajenos mientras
apartan discretamente a sus herederos de semejante catástrofe.
En la humilde ciudad en la que vivo este último hecho
es palmario, patente y lo sabe hasta la última rata de la alcantarilla. Sin
segundas.
Ana Azanza
Publicado el Monday, 18 November 2013
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