En la diócesis catalana de Tarragona ha salido a la luz pública un nuevo caso de pederastia clerical. Según informó el Diari de Tarragona el viernes 28 de noviembre, un señor de 45 años denunció la semana pasada que, cuando tenía 11 años y residía en el Seminario Mercedario de la ciudad de Reus, fue objeto de abusos sexuales por parte de un cura mercedario. La reacción de la diócesis de Tarragona, a cuyo frente está el arzobispo numerario Jaume Pujol, procedente del clero de la prelatura personal del Opus Dei, ha sido fulminante. Después de reunirse de urgencia el viernes mismo por la mañana, emitió un comunicado donde, en primer lugar se afirma que «lamentamos profundamente que se hayan producido o produzcan casos de este tipo, ante los cuales la Iglesia expresa su absoluta repulsa y tolerancia cero». El arzobispado de Tarragona también explica que «el asunto se ha puesto en conocimiento de los superiores de los Padres Mercedarios para que actúen conforme a los procedimientos establecidos por la Iglesia para estos casos». Otro aspecto importante es que el arzobispado tarraconense confirma que han comunicado los hechos, acaecidos en Reus hace 31 años, a la Congregación para la Doctrina de la Fe (Roma). Por último, el arzobispado anima «a que las personas afectadas pongan los mencionados asuntos en conocimiento de las autoridades civiles, con las que la Iglesia colaborará plenamente en la exigencia de responsabilidades». Por su parte, la curia de la provincia de Aragón de la Orden de la Merced, con sede en Barcelona, ha ordenado abrir una investigación del asunto y ha decidido apartar al sacerdote acusado, de 71 años, del ejercicio sacerdotal y lo ha retirado a un convento.

Se constata, por tanto, que el arzobispo Jaume Pujol ha puesto en práctica, sin vacilar un instante, la disciplina eclesial que los papas Benedicto XVI y Francisco han determinado para estos casos de abuso sexual cometido por el clero con menores de edad: tolerancia cero. Los del Opus Dei ya han empezado a aprender que estos abusos se han de denunciar lo antes posible tanto a las autoridades civiles como a las eclesiásticas.

El Opus se adapta como un camaleón a la nueva situación de “tolerancia cero” por intereses de pura conveniencia institucional, a la vez que no aplica el mismo modus operandi  para reformar su vida interna. Por eso, no se arrepiente de acosar a sus miembros en el plano psicológico ni a humillarlos en el plano económico, como ha sucedido con Antonio Esquivias. El papa Francisco tendría que investigar el funcionamiento de la vida interna del Opus Dei para eliminar de ella los abusos contra los derechos humanos y otras anomalías patológicas. No sólo escandaliza el sexo impuro. También perjudican la vida de la Iglesia los comportamientos erráticos de algunas de sus instituciones como es el Opus Dei.

Antoni