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020. Irse de la Obra
zartan :

Mi primer recuerdo de esa frase se remonta a cuando yo tendría unos ocho o nueve años y la escuché de labios de mi madre. Se que me llamó la atención, que no la entendí de primeras y que mi madre se vio obligada a explicarme que es lo que quería decir.

Yo había llegado todo feliz con un maravilloso arco que me había construido, había remojado un buen rato la madera, la había dejado secar a la sombra (que como todos sabéis es esencial para que un arco sea bueno) y le había puesto una cuerda finita y resistente. En definitiva yo tenía ya un arma con la que asustaría al perro del colegio de mis hermanas mucho mas de lo que él me asustaba a mi. Mi madre me hizo ver que con ese arco no conseguiría alcanzar mas de diez o quince metros y -sobre todo- que el perro no entendía de arcos y que no se asustaría lo mas mínimo.

Pues he vuelto a escuchar lo mismo al leer el simpático artículo publicado en la página oficial sobre el ingreso y salida de la prelatura. No me resisto a glosar algunas frases para solaz propia y ajena y para que recen por mi y mi conversión al menos los autores del inefable escrito, que mal seguro que no me hace...



La primera en la frente «se puede andar por el camino de muchas maneras. Se puede andar por la derecha, por la izquierda, en zigzag, caminando con los pies, a caballo. Hay cien mil maneras de ir por el camino divino» Imaginaros por un momento al numerarito de turno diciendo en la charla que va a hacer 7,5 minutos de lectura del evangelio y otro tanto para la lectura espiritual. ¿Os imagináis la respuesta? Eso, que cada uno por donde quiera… pero en fila india.

Otras sienten en algún momento la llamada de Dios a seguirle por este camino. Sin embargo, una cosa es entusiasmarse y otra que de verdad sea su camino: que Dios les llame efectivamente a caminar por él; que tengan las condiciones para recorrerlo con esperanza y libertad, para seguirle día tras día, año tras año. A esto nada que objetar, estoy totalmente de acuerdo. Habrá que ver si en los consejos locales que deciden si un enano de 14,5 años (o menos) tiene vocación también piensan lo mismo.

El Papa Francisco señalaba: «Para llegar a un punto de madurez, es decir, para que las personas sean capaces de decisiones verdaderamente libres y responsables, es preciso dar tiempo, con una inmensa paciencia». Por eso, como en tantos ámbitos de la vida social y eclesial, existen unos períodos para ir concretando esa pertenencia al Opus Dei. Si no los hubiera, se vería comprometida la libertad del interesado, y resultaría difícil tanto su discernimiento como el de la Prelatura. Estos no han oído hablar del “compelle entrare” o tal vez, como eso lo dice el Papa, hay que decir que siempre ha habido una infinita paciencia para esperar a que la madurez necesaria lleve a alguien a escribir la carta.

Por eso, si ya ese primer paso está precedido de una reflexión serena por parte del interesado y de la Prelatura, el discernimiento continúa y aumenta a partir de la petición de admisión en la Obra, a través de una labor paciente, como la de un jardinero. En este caso, como dicen los clásicos, niego la mayor. En la mayoría de los casos hay una presión para que el interesado firme el cheque en blanco y cuanto antes. Bueno, no se si será en la mayoría pero puedo asegurar que conozco muchos (demasiados) casos en los que el interesado ha sufrido una presión que haría nulo cualquier contrato en cualquier tipo de derecho. Y lo otro que es simpático es eso de la reflexión serena por parte de la Prelatura, no me imagino a toda la Prelatura en posición pensador de Rodin para dilucidar si esa persona tiene o no vocación. Admitiría esa reflexión solo para fijar metas a los distintos consejos locales. Metas ambiciosas “duc in altum” lo que traducido al romance actual se dice “cuanti mas mejon”

Si, tras madurarlo con calma, una persona pide formalmente pertenecer al Opus Dei, necesitará contar con la conformidad del director de un centro de la Prelatura y tener al menos dieciséis años y medio. A partir de entonces se abre un primer período de seis meses durante el cual esta persona empieza a vivir, en lo posible, de acuerdo con esa llamada de Dios que ha acogido en su alma, y recibe una formación inicial. Me pregunto si, en ese período, a alguno de vosotros le dijeron que podía marcharse sin mas explicaciones.

Pasado ese período inicial de seis meses, la Prelatura responde formalmente a la petición de admisión. Lo de "formalmente" es realmente divertido: al máximo hay alguien que te dice que se ha aceptado esa petición. La Obra nunca da respuestas formales, ni de entrada ni de salida, siempre son de palabra y por interpuesta persona. Señores, una respuesta formal es algo escrito, con fecha y firma de alguna autoridad o representante legal. En algunos casos la formalidad va acompañada de firma de tercera persona que actúa como testigo incluso -a veces- también con sello oficial y todo.

El vínculo que se crea entre la Prelatura y el fiel con esta primera incorporación temporal posee una analogía con el que vincula a cualquier fiel a su diócesis … y que se constituye, en el plano canónico, mediante una mutua declaración formal. Pues va a ser que por analogía entendamos cosas diversas o que se esté utilizando esa palabra en forma malintencionada: no hay analogía alguna. En una diócesis entra y sale todo el que simplemente se cambia de domicilio. ¿Os imagináis la cara de sorpresa que pondría cualquier obispo al que le llegara una carta pidiendo ser acogido en su diócesis? Y mas estupor produciría el recibir una solicitud diciendo mas o menos “mi muy querido obispo, le pido permiso para irme a vivir a Terrassa, es que me ha salido un trabajo en esa ciudad y … estoy muy agradecido por todo lo que su diócesis ha hecho por mi”. Distinto es para los sacerdotes donde si que hay mas control, pero para el pueblo llano… nada de nada.

Lógicamente, a lo largo de ese recorrido, se suelen dar momentos de cansancio, y quizá dudas y vacilaciones. Pero todos saben que cuentan con el apoyo y la fortaleza de los demás en el Opus Dei: un apoyo concreto, de hermano a hermano. Puede que a algunos de vosotros os hayan apoyado con cariño de hermano, en mi caso fue la soledad mas completa. Mis hermanos me dejaron totalmente solo, cada uno estaba en su tema. Pero, dicen, que Dios escribe derecho con renglones torcidos, mi camino ya no era ese y, tal vez, necesité sentir ese abandono para decidir cambiar.

Son muchos, en definitiva, los elementos que inciden en la trayectoria vital de las personas que un día se entregaron a Dios. Algunos de ellos permiten explicar en parte por qué una persona que manifestó su intención de ser fiel a su vocación en el Opus Dei pueda desear en algún momento de su vida dejar la Obra. En todo caso, el misterio de la persona humana pide un infinito respeto, una prudencia que evite cualquier enjuiciamiento. Solo Dios «sondea los corazones y penetra los pensamientos más íntimos» (1 Cro 28,9). Me queda claro, la culpa son de esos elementos que inciden en la vida de las personas, jamás de los jamases puede ser consecuencia del actuar de la Prelatura. Bueno, al menos esta vez no es culpa solamente de los que dejamos la barca para irnos a nuestro portaaviones, parece que algo está cambiando en las comunicaciones oficiales o -tal vez- que haya que cuidar la corrección política.

Para el cese del vínculo entre la persona y la Prelatura, ha de constar que el interesado quiere abandonar voluntariamente la Prelatura. Habitualmente, esta voluntad se manifiesta por escrito mediante una carta dirigida al prelado del Opus Dei. La carta se transmite con celeridad al prelado, a quien corresponde otorgar la dispensa de los deberes contraídos. No hace falta que esa carta exponga motivos: basta con que conste una voluntad libre, clara y explícita, de no seguir adelante. ¿Celeridad? En esto se les ha pasado la mano un poco. Bastante.

La confirmación del cese del vínculo entre la persona y la Prelatura se transmite al interesado, intentando aclarar cualquier aspecto de su nueva situación; y, si lo desea, ofrecerle una ayuda espiritual adecuada a sus circunstancias. Ordinariamente todo eso se desarrolla rápidamente después de la petición de cese del vínculo. Es muy frecuente que las personas que han dejado el Opus Dei deseen seguir como cooperadoras o cooperadores. Y siguen insistiendo en que la salida es algo rápido. No conozco a nadie en esas condiciones salvo los que -imagino que después de una reflexión serena de la dirección y como siempre sin que el interesado sepa nada- es la misma Obra la que decide darle la patada en la retaguardia. A esos mismos que hasta unos días antes les estaban diciendo que la llamada no se toca, que es inmutable, que …

Cuando una persona deja el camino vocacional que había emprendido, no es fácil hacerse cargo plenamente de lo sucedido. En algunos casos la situación puede ser dolorosa, para ambas partes. A veces pudieron pesar una serie de malentendidos que crecieron hasta tener difícil remedio; otras, un descuido prolongado de la vida espiritual acabó vaciando de sentido la entrega; otras, confluyeron una serie de factores por los que la persona no se veía con fuerzas para seguir adelante… Ya decía yo que faltaba ponerle la guinda al tema. Ahora nos queda mas claro: si alguien deja la Obra es por malentendidos (que siempre serán causados por nuestras malas entendederas) o por haber descuidado la vida espiritual. Nunca hay espacio para una posible mala actuación por parte de la dirección o para que esa persona haya descubierto una nueva forma de servir a Dios, no. Un no rotundo.

Pero la vida sigue adelante: para Dios siempre hay vida por delante. «Dios también escribe recto en los renglones torcidos de nuestra historia. Dios nos deja nuestra libertad y, sin embargo, sabe encontrar en nuestro fracaso nuevos caminos para su amor. Dios no fracasa». Con su ayuda, conviene cultivar dos actitudes que curan y reconfortan: el perdón y la esperanza. Menos mal, Pandora, que en el culito de la olla nos has dejado algo de esperanza. Se agradece. Nos queda claro que Dios no fracasa (por si alguien lo había puesto en duda) y que el fracaso es personal de quien se marcha. Una vez mas la Obra no tiene nada que ver con estos supuestos fracasos, es una mera espectadora del partido, a nadie se le podría ocurrir que una defección pudiera mínimamente ser algo de fracasillo para ella.

La Prelatura procura despertar en sus fieles la solicitud por no perder contacto con ninguna de las personas que han decidido dejar la Obra, salvo por voluntad expresa de alguna. Quienes tienen encargos de formación en la Prelatura están llamados a encarnar de un modo especial en su vida esta enseñanza paternal del papa Francisco: «El acompañante sabe reconocer que la situación de cada sujeto ante Dios y su vida en gracia es un misterio que nadie puede conocer plenamente desde afuera. El Evangelio nos propone corregir y ayudar a crecer a una persona a partir del reconocimiento de la maldad objetiva de sus acciones (cf. Mt 18,15), pero sin emitir juicios sobre su responsabilidad y su culpabilidad (cf. Mt 7,1; Lc 6,37). De todos modos, un buen acompañante no consiente los fatalismos o la pusilanimidad. Siempre invita a querer curarse, a cargar la camilla, a abrazar la cruz, a dejarlo todo, a salir siempre de nuevo a anunciar el Evangelio. La propia experiencia de dejarnos acompañar y curar, capaces de expresar con total sinceridad nuestra vida ante quien nos acompaña, nos enseña a ser pacientes y compasivos con los demás y nos capacita para encontrar las maneras de despertar su confianza, su apertura y su disposición para crecer». O me están tomando el pelo o va a resultar que yo no pertenecí a esto o que las cosas han cambiado tanto, pero tanto tanto que ya nadie se acuerda de la maldición del rejalgar ni de lo difícil que es la salvación para quien deja a la madre guapa.

Personalmente me conmueve eso de la solicitud por no perder contacto con ninguna de las personas que han decidido dejar la Obra, todavía está clara en mi memoria la corrección fraterna (con bastante cara de admonición) que me hicieron por haberme ido de excursión con un amigo que había sido de la obra.

Vamos a ver, chicos, no digo que estéis mintiendo ya que mentir es decir algo contrario a lo que uno piensa y, tal vez, esto que habéis escrito concuerda con lo que pensáis, pero -en serio- os habéis pasado varios pueblos. Hubiera sido mucho mejor decir algo mas escueto, sin adornos, como por ejemplo: para entrar se escribe una carta y para salir otra. Y punto pelota. Si empezáis a adornar las cosas, mas de uno nos vamos a mosquear pues vemos como un engaño lo que ponéis en la página. Y acordaros que, no por repetir muchas veces la misma cosa, se va a volver realidad.

Creo que os estáis animando demasiado con vuestro arco.

Desde mi selva un abrazo a todos incluidos a los que -por encargo- nos leen.

Zartan de los Nomos




Publicado el Monday, 28 May 2018



 
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