…Porque no tendremos el pésimo gusto de mentir descaradamente alegando que en el Opus Dei se vive el Evangelio a rajatabla, es más, a los únicos personajes del Evangelio a quienes se les copia con toda fidelidad, no es a Jesucristo y sus Apóstoles sino a los FARISEOS, esos sí que son calcados con precisión por la mayoría de los miembros del Opus Dei. Lo digo con toda confianza porque yo misma fui una así, así que sé muy bien de lo que hablo. Si se viviera el Evangelio se viviría la CARIDAD, que es la esencia del mismo. Y si algo no se practica en la Obra… aún más, en muchas maneras está hasta prohibido practicarla si no es que se le da una interpretación muy arbitraria a esa virtud…

Las Obras de Misericordia son, a mi manera de ver, el instructivo detallado de cómo practicar la Caridad. Nunca, en todos los años que pertenecí a la Prelatura vi que se practicaran, es más, cuando algún miembro motu proprio trata de llevarlas a cabo, lo más seguro es que se lleve una corrección fraterna por lo menos, porque los directores siempre verán que toda forma de Caridad se aplique a ‘la madre guapa’ antes que a nadie. Primero son las necesidades del Opus Dei por encima de la de cualquiera.

A mí sí me tocó ver en primera persona cómo las directoras exigían la aportación a madres de familias numerosas alegándoles que estaba primero su aportación que los caprichos de sus hijos. Como si comer y vestirse fuera un capricho. A mí sí me tocó ir a visitar a supernumerarias ancianas y enfermas a las cuales las directoras no les hacían el mínimo caso porque no daban más que lata, y no aportaban nada porque no tenían nada. También me ha tocado ver cómo algunas numerarias se iban de la Obra literalmente con lo que traían puesto porque la directora no les dejó sacar nada alegando que todo cuanto tenían pertenecía al Opus Dei. Igualmente he tenido que escuchar, apretando los dientes para contener la rabia, cómo echaban de su centro a un numerario por deficitario poniéndolo en la calle y prohibiéndole que se acercara a su centro más que los días en que tenía que asistir a sus medios de formación, sin importarles que los demás días no tuviera que comer y tuviera que recurrir a Cáritas de la Parroquia más cercana para que le dieran algo con qué subsistir. He presenciado con enorme vergüenza cómo se denigra a las personas por su condición social, económica, intelectual, cultural, e incluso por su apariencia. Durante todo el tiempo que estuve en el Opus Dei vi cada día, sin faltar uno sólo, cómo la Obra sólo ve para sí misma y para su interés. Todo lo demás le es indiferente, incluso los seres humanos que hacen que el Opus Dei sea posible son vistos por la institución como simples piezas de una maquinaria que son perfectamente reemplazables y por lo tanto, en cuanto dejan de cumplir su función, se les desecha sin ninguna contemplación. He tenido que limpiarles las lágrimas a muchas mujeres a las que la Obra les robó los mejores años de sus vidas y las dejó en tal estado que más que vivir sobreviven en un “en medio del mundo” para el que nadie las preparó. He tenido que escuchar una incalculable cantidad de historias de verdadero horror de cómo el Opus Dei ha cometido todo tipo de violaciones hacia las personas que le han dado todo de sí. Es por eso Padre, que puedo asegurar ante quien sea, que la Caridad y el Opus Dei son como el agua y el aceite.

Todas las instituciones que pertenecen a la Iglesia están obligadas en primer lugar a vivir esta virtud, porque sin ella ningún carisma ni fundacional tendría razón de ser… ni siquiera se le podría llamar carisma a algo que no tiene como cimiento la Caridad, sería la comprobación absoluta de que “eso” sería un invento de los hombres y no una obra de Dios.

Es por eso que si la Caridad evangélica se viviese en el Opus Dei, nunca en la historia de la Prelatura nadie se hubiera ido, la mayoría de las veces echando pestes de lo que se vivió ahí, por que donde está la caridad está Dios, y donde está Dios todo es perfecto y todo el mundo se encuentra completamente realizado y feliz en ese sitio.

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