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 Correos: Odio y rencor en los ex.- JuanchoR

010. Testimonios
JuanchoR :

Hace unos años leía por aquí un post de una persona del entorno de la obra en el cual venía a decir que los escritos que leyó aquí rezumaban rencor e incluso odio, y que lo cristiano es perdonar, y añadía que rezaba por “esta gente”, y les deseaba lo mejor, etc. Desde luego, obtuvo diversas respuestas.

Hoy me venía a la cabeza este mensaje, y me gustaría añadir mi granito de arena, pues se trata de una idea que, con unos u otros tintes, reaparece de vez en cuando...



En primer lugar, es verdad que, a veces, algunos mensajes son un tanto vehementes, pero no me parece que sean la mayoría. Añado que, como sabemos, este es un espacio en el que cada uno puede expresar las cosas como las siente, gracias a Dios. La vehemencia no es mala, salvo que se saque de contexto, y esto es algo que nos suena demasiado a todos los que hemos tenido o tenemos algún tipo de relación con el Opus Dei, sabemos de sobra por qué. Igual que muchas veces se argumenta desde dentro, hay que poner las palabras en su contexto para entenderlas mejor.

Yo no pienso que el tono mayoritario de la página sea de rencor o resentimiento. Lo que sí leo bastantes mensajes en los que se respira desencanto, y con razón. Si a Zipi le habían dicho A, B y C, y resulta que luego, en el día a día ve X, Y y Z, no es extraño que Zipi diga: esto no es como me lo habían pintado. Y como A, B y C normalmente suele ser algo muy bonito y entusiasmante, Zipi se viene abajo. Porque había entregado TODA SU VIDA para A, B y C, y no para X, Y y Z. ¿Para qué encantar a Zipi, si luego se le va a desencantar?

Pero ante todo, en muchos mensajes hay dolor. Sí, estas cosas duelen mucho. Si nos cuentan que el Opus Dei es familia, fraternidad, caridad… duele mucho encontrarse con actitudes contrarias persistentes en el tiempo. Y no me refiero a defectos puntuales de personas concretas, que defectos tenemos todos, dentro y fuera. Este sitio sirve muchas veces como catarsis para ayudar a superar eso. Bendito sea. Hay gente que, después de décadas de haber dejado el Opus Dei siguen con heridas abiertas. No es asunto baladí. Esos mensajes encierran dolor, sí, pero sobre todo, VALOR de quien los escribe. Valor para enfrentarse al propio dolor por lo que estiman que es un bien superior./ Y con respecto al perdón, yo tendría que decir:

a) Perdonar no es necesariamente olvidar. Muchas veces, el perdón conlleva el olvido del agravio, pero esto no siempre puede ser así, por lo que digo a continuación.

b) Perdonar no es transigir con el mal causado. Es hacer borrón y cuenta nueva, sí, pero podemos resumir en dos las situaciones en las que se procede al perdón:

1. La reconciliación mutua, es decir, se reconocen las faltas por parte de ambos lados, y se ponen los medios para que no vuelvan a ocurrir. Esta reconciliación, es importante resaltarlo, no conlleva necesariamente la vuelta a la convivencia, al trato, etc. En la mayoría de los casos, se puede dar por resuelta la situación, y cada uno sigue por su camino, pero ya liberado. La vida sigue. En cualquier caso, para que se dé la reconciliación, el perdón y reconocimiento de faltas ha de ser RECÍPROCO. Se entiende cuánto camino debe recorrer el OD para que esto sea así…

2. Una de las partes “no se da por enterada”. En ese caso, la otra parte debe seguir poco a poco un proceso de liberación. Es el perdón gratuito, que beneficia incluso psicológicamente al que lo ejerce. Pero, repito, no conlleva transigir con el mal causado ni olvidarlo: de la experiencia se aprende. Los avances recientes de los estudios sobre violencia de género desarrollan de modo muy acertado este punto. Hay que evitar un perdón enfermizo parecido al síndrome de Estocolmo, que es dañino para todos los implicados.

 c) Una vez que uno ha perdonado, puede sin embargo sentir la necesidad de volver sobre lo ocurrido, no para abrir heridas cerradas (si es que alguna vez se cerraron), sino para evitar que esas situaciones se repitan. Esto es especialmente oportuno, no tanto en el caso del perdón interpersonal, sino cuando el daño causado viene por parte de una institución. El que no conoce su historia, está abocado a repetirla. Y así, muchos argumentan: “perdoné a todas las personas que me hicieron daño, pero en conciencia debo contar esto y lo otro”. Son personas que de modo más o menos consciente, están dedicando su tiempo a ayudar. Se entiende por qué muchos lo sienten como una obligación de conciencia. Una “obligación libre”, añadiría yo. Hay muchas personas que están demasiado ocupadas en aclararse a sí mismas o poner en orden sus vidas, y aquí hay prioridades. Cada uno es un mundo y debe actuar según las prioridades que le dicte su conciencia. También hay tantas otras personas cuya experiencia con el Opus Dei no ha sido negativa, y todo esto les resultará ajeno. No es a esas personas a las que van dirigidas estas letras.

Recientemente el papa Francisco apeló a destapar “la basura”, refiriéndose a los abusos a menores. Esto también se puede aplicar al tema que nos ocupa. Y de esta manera, habrá situaciones en las que la solución ha de venir del reconocimiento de faltas y petición de perdón por parte de personas concretas que causaron daño, pero otras veces, será necesario un profundo examen de conciencia institucional para ver qué defectos de la institución han sido los causantes de que determinadas situaciones se repitieran de modo más o menos sistemático o que incluso se perpetuaran.

Desde luego, esto es un análisis del “deber ser”. Muchos dirán con razón: ¡imposible cambiar nada en el Opus Dei! Ellos lo intentaron por todos los medios. Yo pienso que su esfuerzo no fue vano, mas prefiero tener abierta una puertecilla a la esperanza en el futuro… torres mayores han caído cuando estaba de Dios que lo hicieran.

Con cariño,

Juancho R




Publicado el Monday, 06 May 2019



 
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