Estremecedor el relato de Sinrencordenada sobre Cavabianca. Pero es lo que yo ya sabía.

A mí me propusieron a los tres años de acabar la carrera ir allá. Y dije que no, que ni en broma.

No había que ser muy listo para saber qué clase de Casa de los horrores era aquello. Oía en tertulias a exalumnos del Colegio Romano o a curas contar con la mayor naturalidad las barbaridades de esa especie de Gulag y hacer épica sobre ese sitio para comprender que jamás de los jamases ir para allí. Posiblemente yo hubiera matado a alguien allí.

Oír cómo se comportaba ese cura médico o escucharle en una tertulia de curso anual era vomitivo, yo a ese tipo lo hubiera reventado. De hecho en esa tertulia me levanté y me fui y expliqué lo obvio: no puedo seguir escuchando a ese mamarracho, a ese hijo de puta. Imaginad la cara del director robotizado del curso anual.

Al Opus Dei hay que echárselo a la cara y actuar sin miedo ni compasión contra él, temen la legítima violencia del ofendido y huyen del escándalo. ¿Que te buscan las cosquillas?, pues palo, palo y palo. Y utilízalo, aprovéchate del Opus, sácale jugo una vez dentro antes de irte. Y luego sé contra ellos el monstruo que a veces han creado en ti. Finge, disimula, estúdialo todo, alábalo todo y no te fíes de nadie. Así salí yo, así preparé y saqué unas oposiciones. Eso lo cuento otro día.

Madurez