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 Tus escritos: Los seres sombra.- Zartan

040. Después de marcharse
zartan :

Muchas gracias Fueraborda.

Siempre me ha intrigado la vida de esos que aparecen en las fotos pero son como de decoración, una sombra, están pero no se habla de ellos. A la derecha de Nuestro Padre se ve a Fulanito y Menganito y, al extremo izquierdo Zutanito con su gabardina y todo. Plop, no se menciona a quien se vé justo a la izquierda y apoyado en él, se le salta olímpicamente y se pasa por directísima a los que están sentados mencionando el de la derecha y el de la izquierda (que el centro tampoco existe).

En el derecho romano existía una pena reservada para quienes cometiesen delitos de especial gravedad como la traición o, aún peor: caerle mal al emperador de turno. Esta pena podía ser decretada por el senado procediendo a la abolitio nominis que consistía en borrar el nombre del susodicho de cualquier sitio donde se pudiera encontrar, destruir sus estatuas e incluso prohibir el uso de su nombre. Vamos, algo así como declararlo Voldemor-bis lo que, con el tiempo, llegó a conocerse como damnatio memoriae, que suena mucho más culto que Voldemorizado. No existe su memoria, no hizo nada, simplemente no existió nunca.

Por eso, el tener datos de uno de esos seres-sombra gracias a Fueraborda, me ha alegrado mucho. Finalmente se tienen datos y, de alguna manera y al menos para nosotros, ha dejado de ser una mera sombra, ha recuperado vida, ha vuelto a ser, vivió. O, como decían los latinos (para que los in vean que también nosotros podemos decir latinajos y no se nos caen los anillos) ex umbra in solem.

Era penoso para mí notar que, cuando relataban los inicios de algo (los primeros de casa, el inicio en alguna ciudad o labor, etc.) había ciertas lagunas en cuanto a las personas y se hacía referencia en forma genérica a “alguienes”: venían desde Madrid… venía gente del centro de estudios… todo impersonal, muchos de ellos se habían convertido en seres-sombra. Lo peor era cuando te tocaba cambiar una página de publicaciones internas y no de cualquier forma, era necesario cambiarla siguiendo un cierto protocolo: en la publicación de marzo del año pasado, cortar la página n.23 dejando medio centímetro y pegar en ese espacio la que adjuntamos y “hacer lo indicado en (no recuerdo si era en C) con la página anterior” que significaba que había que destruirla. Era la aplicación material de la abolitio nominis. Y ya se sabía que la persona que salía en la foto había dejado de ser, había entrado en la categoría de seres-sombra, ya no se hablaba de ella, había dejado de existir, es más, nunca existió.

Además de la desaparición de fotos, la abolitio nominis venía seguida, en algunos casos, de una criptohistoria donde se venían a conocer las razones de esa traición. Al ser una historia oculta y poco ejemplar, se la escuchaba solamente en las “tertulias pirata” aptas para todo público o, por el contrario para iniciados, en ambientes reducidos donde el pequeño grupo de seleccionados, mayores o con elevada formación y espíritu firme podían acceder a la “información completa” que, impepinablemente, dejaba siempre bien parada a la organización aunque, para conseguirlo, fuese necesario no dejar en situación tan airosa la figura del interesado: se hizo todo lo que se pudo para intentar que no cometiese la locura, sufría un pipiritaje mental, le cegó su nivel intelectual o sus éxitos profesionales,… siempre en forma exclusiva era culpa del tránsfuga, del traidor. Jamás sentí un mínimo ejercicio de autocrítica, ella es perfecta y los directores no fallan jamás de los jamases. Y otra cosa que siempre quedaba clara es que el fugitivo tampoco fuera de la barca conseguía algo de lo que le había motivado a dejarla, nada. Al contrario, en lugar de mejorar... “peoraba”, siempre de Guatemala a Guatepeor.

En ciertos casos, la historia posterior se adornaba con relatos más esotéricos como uno que escuché un par de veces (y que después no he visto escrito en ningún sitio) donde uno de los primeros n encontraba con frecuencia en misa a una chica “de abriguito rojo” y, su confesor, uno de esos sacerdotes que ayudaban al principio, le aconsejó fomentar esa amistad de la que podría nacer un buen matrimonio cristiano y tía Carmen fue a visitarla para pedirle que dejara en paz a ese n. La chica parece que respondió que nones, por lo que tía Carmen se vio obligada a lanzar el vaticinio de que no podrían tener hijos, cosa que se cumplió y que amargó la vida de esa pareja. Este era el tenor de los datos que se recibían sobre la vida después de la barca: rejalgar al estado puro y sin mezcla de bien alguno, tristeza, amargura y oscuridad.

En mi calidad de giróvago he tenido la oportunidad de conocer a bastante seres-sombra y, lo normal es que de sombra nada, suelen ser personas con alegría y luz propia que les brilla en los ojos, con los mismos triunfos y fracasos que el resto de los mortales, con sus ilusiones cumplidas o por cumplir y, eso sí, con sus dificultades para llegar a final del mes como todo hijo de vecino. Es decir que perfectamente situados al centro de la campana de Gauss, aunque su inicio a la normalidad haya sido más o menos duro.

Me encantaría poder tener en esta web una sección dedicada a los censurados, algo así como “y que fue de ...” o “las otras historias” donde poder contar con algo de la historia vital, con datos, de esas personas que la organización usó, aprovechó, que se dejaron libre, sincera y totalmente el pellejo por engrandecer a la organización y que, después, pasaron a la no existencia. No lo haremos, creo. Al final la historia la contarán ellos, los AOP o sus historiadores ya que solo tendrán los datos que se conserven en los archivos de Villa Tevere, nosotros los ex nunca existimos.

Por cierto, la foto de la que estamos hablando no está arreglada, es tal cual el original aunque sigamos sin saber quien la hizo.

Desde mi selva un abrazo a cada sombra.

Zartán.


Publicado el Monday, 30 September 2019



 
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