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 Tus escritos: Esclavas de los hombres por vocación divina (3).- Salypimienta

077. Numerarias auxiliares
salypimienta :

ESCLAVAS DE LOS HOMBRES POR VOCACIÓN DIVINA (3)

 

La vida en las escuelas de captación de numerarias auxiliares (nax) cambia mucho después de que las alumnas pitan.

En teoría todo sigue igual. Hacen lo mismo que hacían antes con la diferencia de que después de escribir la carta, tienen que vivir las normas.

Casi todas las ex nax con las que he hablado concuerdan en que desde ese momento no tuvieron un minuto libre para pensar en nada. Trabajo, estudios y normas les absorbían el tiempo por completo. A todas con las que he hablado les sorprendió mucho el uso del cilicio y las disciplinas…  



Eran apenas unas niñas inocentes que no tenían idea de lo que eran los pecados de la carne y las numerarias no les explicaban mucho, quizá para no despertar la curiosidad de las chicas. Sólo entendían que debían usar los artefactos de mortificación les gustara o no. Se dieron casos de que alguna directora las obligaba a subirse la falda para revisar si el cilicio había sido utilizado adecuadamente y había dejado marcas o a descubrirse para comprobar que al usarlo se había utilizado la fuerza necesaria.

Después de pitar, no podían tener ningún tipo de conversación con las alumnas que no lo habían hecho. Sólo podían hablar con ellas para lo estrictamente necesario del trabajo y punto.

A partir de ese momento, recién pitadas eran sometidas a un sometimiento total a la institución. Sus familias ya no podían sacarlas de la escuela a pasear una vez al mes. Sólo podían recibirlas durante una hora en una salita y con una numeraria presente. Está por demás decir que tenían estrictamente prohibido comentar con cualquier persona que habían pedido la admisión como numeraria auxiliar.

La administración se hacía cargo de las necesidades materiales. En ese momento, las directoras les entregaban los artículos de higiene personal, la ropa y el servicio médico.

Los artículos de tocador para ellas como el champú, la crema corporal y el desodorante se compraban a granel y se les entregaba a cada una en botellitas que les tenían que durar una semana. El cepillo dental y el dentífrico gastados lo tenían que entregar a la directora para que se les canjeara por uno nuevo. Y en cuanto a las toallas sanitarias, había que pedirlas en la administración cada vez que se requiriera de una en una, lo que para cualquier mujer es una humillación y más cuando te cuestionan la cantidad que requieres.

Muchas de ellas lloraban en cuanto se acostaban cuidando no hacer ruido para que no las regañasen por mal espíritu. Finalmente todas eran unas niñas separadas de sus familias con la promesa de un futuro prometedor. A los 15 años, muy pocos son los casos en los que trabajar como burro, ser humillada constantemente y tener que hacer todo de cara a Dios no es precisamente el futuro brillante que buscaban. Una de ellas comenzó a padecer enuresis nerviosa, era tal su terror de que la descubrieran, que escondía las sábanas y volteaba el colchón, hasta que un día, llegó una del consejo local a la revisión de las habitaciones y encontró las sábanas sucias escondidas dentro de una bolsa de plástico. Justo a la hora de la comida, cuando todas estaban en el comedor, la señorita numeraria le gritó delante de todas que era una ‘sucia’ por lo que había hecho, que en ese momento tendría que levantarse y ponerse a lavar todo. Cuando todas volvieron a su rutina, ella todavía estaba lavando las sábanas y el colchón entre lágrimas de vergüenza y humillación y la numeraria seguía humillándola frente a todas tanto por mojar la cama como por llorar. Evidentemente, la enuresis se recrudeció y la chica no encontraba la manera de corregirlo. Afortunadamente, otra de las directoras, con bastante más humanidad y sentido común que la que lo descubrió, tomó cartas en el asunto y con tratamiento y paciencia se pudo corregir esa dolencia.

En cuanto a las cuestiones médicas de las nax todo dependía de la directora y de la gravedad de la enfermedad. O las mismas del consejo local medicaban a la chica, o en casos más graves las llevaban al médico. Como no tenían seguridad social, acudían generalmente a los dispensarios médicos de las Parroquias donde la consulta es muy barata. En caso de necesitar tratamientos más complejos, las familias tenían que hacerse cargo de los gastos.

La seguridad no era un tema al que se le ponía mucho cuidado. El trabajo tenía que salir en el menor tiempo posible pasara lo que pasara. Algunas de esas chicas tuvieron accidentes de trabajo graves. La administración salía del paso culpando a la niña de su descuido y su falta de visión sobrenatural (literal). No fue hasta que a una de ellas se le fue la mano entre los rodillos de la prensa de sábanas que le dejó el miembro casi con el hueso expuesto y a la familia vociferando y amenazando a las directoras cuando tuvieron más cuidado para evitar accidentes. De cualquier manera, a las niñas con condiciones médicas que requerían cuidados o tratamientos especiales las regresaban a su casa, aún si ya habían pitado.

Las visitas a la familia estaban condicionadas a muchas cosas. Entre ellas, que la niña fuera dócil, que no mostrara el más mínimo signo de rebeldía y que estuviera completamente abducida. Entonces sí se le dejaba visitar a su familia durante unas horas en compañía de una numeraria.

Creo que es una práctica abominable el hecho de obligar a un menor a ocultar su pertenencia al Opus Dei. Muchas veces esto los orilla a mentir a sus padres y a sus más allegados. Claro que en la Obra no se van a arriesgar a que los padres de familia les arrebaten de las garras a las vocaciones recientes, o que los amigos y los familiares les hagan ver la indecencia a la que están siendo sometidos. Si se supone que los miembros de la prelatura han de ser, según palabras del fundador: “la luz del mundo”, ¿para qué tanto ocultamiento?... ¡Ah! lo olvidaba, el Opus Dei está basado en la contradicción en todo.

El objetivo primordial de estas escuelas es como hemos dicho desde el principio, la captación de numerarias auxiliares y el criterio para hacerlas pitar es uno muy conocido por todos nosotros: de 100 almas nos interesan 100. Hablando en cristiano, es pitable toda aquella que llega, con todas se hace el proselitismo más feroz. Creo que aún más que con todas las otras vocaciones y es muy fácil adivinar el motivo. En la Obra piensan, o pensaban, que al ser personas de escasos recursos, estaban en un nivel inferior por lo que podían ser manipuladas más fácilmente, y al estar apartadas de sus familias todo lo demás sería coser y cantar. Incluso mantenerlas dentro de la institución sería más sencillo, porque el hecho de regresar a sus casas sería una carga pesada para sus familias y habiendo conocido otro mundo de ‘mayor nivel’, ellas mismas no estarían dispuestas a regresar a sus orígenes. Así de tiránico es esto.

Por esto mismo, a los consejos locales les importa un pepino la idoneidad de las chicas. A todas se les hace el lavado de cerebro más despiadado y se las convence de lo de la vocación dada por Dios desde el principio de los tiempos y que ellas son ‘las elegidas’ y que renunciar a la vocación es la calamidad de las calamidades que las hará ir ipso facto al infierno. Lo más siniestro es que después de todo el trabajo de convencimiento, muchas de las niñas, por la fragilidad de su personalidad no pueden vivir con el peso de esa ‘vocación divina’ y se convierten en una carga para la Obra.

Continuará…

Salypimienta

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Publicado el Monday, 04 November 2019



 
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