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 Tus escritos: Esclavas de los hombres por vocación divina (y 7).- Salypimienta

077. Numerarias auxiliares
Salypimienta :

 

ESCLAVAS DE LOS HOMBRES POR VOCACIÓN DIVINA (y 7)

 

Cuando decidí escribir “Esclavas de los hombres por vocación divina” sabía que sería un trabajo difícil de hacer. Había que contar cosas que todos los que no trabajamos en alguna administración de la Obra ni imaginábamos y había que hacerlo con la verdad desnuda. Al llegar al momento de tener que escribir una conclusión me di cuenta de que no podría hacerlo desde la objetividad. La empatía y la simpatía que me une a las ex numerarias auxiliares con las que he hablado obstaculizaban cualquier intento por escribir algo que no fuera visceral. Fue entonces que acudí a HERALDO que es a quien suelo recurrir cada vez que noto que mis escritos están siendo exagerados o que estoy sacando las cosas de quicio. Sus consejos llenos de sentido común me han ayudado a ver las cosas con más claridad y a ser más ecuánime en mis opiniones. Esta vez, sus observaciones fueron tan contundentes que le pedí que escribiera las conclusiones él mismo, porque dice de manera clara y objetiva lo que yo no he podido expresar por escrito:

 

Sólo a los niños que no han llegado al uso de razón o a las mascotas se les da un trato como el que se les da a las numerarias auxiliares.

Heraldo

 

Salypimienta me ha hecho saber que algunas ex numerarias auxiliares no han podido encontrar la paz después de dejar el Opus Dei, y me gustaría contribuir a que la encuentren. Al parecer, a ellas más que a ningún otro ex miembro les ha costado especialmente superar las ideas autodestructivas que la obra les ha metido en la cabeza, las cuales siguen siendo la causa de su desasosiego. Es una pena que el Opus Dei continúe ejerciendo su poder sobre bastantes ex miembros, cuando gracias a la ayuda de tantos esto no debería ocurrir más...



Las numerarias auxiliares no sufrieron una situación esencialmente distinta del resto de miembros de la Obra, pero en el caso de ellas se llegó más a fondo en el engaño y en el dominio de sus vidas a través del dominio de su conciencia.

 

Lo primero que deberían tener en cuenta es que la vocación a la Obra -que a fuego grabaron en nosotros como voluntad divina desde la eternidad-, fue y sigue siendo una auténtica patraña, producto de un proceso humano de cooptación (proselitismo puro y duro) realizado a base de argucias y mentiras, muy bien orquestado entre curas y laicos que se hacían pasar por amigos verdaderos.

 

En el caso de las numerarias auxiliares, en un primer momento la Obra se aprovecha de la precaria situación en la que muchas de las niñas reclutadas se encuentran, prometiéndoles un futuro de superación. Después, la enorme autoridad de las “señoritas” y de los curas del Opus, que les hablaban de un designio divino para cada una de ellas, que les traería la felicidad terrena y después la eterna. Dicha autoridad se basa asimismo en la autoridad de la Iglesia católica que aún respalda al Opus Dei, aunque no creo que por mucho tiempo. Actualmente son numerosos los obispos y sacerdotes que se refieren a la Obra como una secta.

 

Una vez lograda la captación, viene el proceso de lavado de cerebro, mediante el despliegue incesante de los llamados “medios de formación”, como se hace por igual con los demás miembros de la Obra, pero el total aislamiento de las nuevas numerarias auxiliares propicia todavía más su eficacia.

 

Debe quedar muy claro a todos que la Iglesia católica no aprueba ni aprobaría jamás la idea de que la fidelidad a la supuesta vocación al Opus Dei es medio casi indispensable para la propia salvación. Esa es una idea que Escrivá saca de su ronco pecho para poner una contratuerca a la conciencia de los miembros de la Obra, violentando la verdad más elemental. 

 

En los miembros del Opus Dei no existe nada parecido a la ordenación sacerdotal, que según la Iglesia imprime carácter y no puede ser borrada por ninguna decisión personal. Para la Iglesia Católica se puede entrar y salir del Opus Dei sin que por ello se comprometa para nada la propia salvación ni se contradiga la voluntad de Dios. No existe tal cosa como una idea fija de vocación en el sentido de un designio previo y permanente de Dios sobre cada hombre. La vocación es una realidad esencialmente elástica. En todo caso, se trata de un tema sobre el que no existe unanimidad entre los teólogos y menos una doctrina al respecto que pudiera considerarse “segura”. Los católicos son completamente libres de pensar lo que les dé la gana sobre este particular.

 

También es falsa la idea de que la santificación personal se lleva a cabo mediante el cumplimiento de un elenco de compromisos, como son el cumplimiento de las normas y la ingente normatividad del Opus Dei. Muy por el contrario, este tipo de pseudo espiritualidad da por resultado un cristiano ensimismado, autorreferente, obsesionado con la propia perfección, en lugar de ser un camino para salir de sí mismo, como lo exige el amor a Dios y al prójimo. De ahí emana esa conciencia de superioridad tan propia de muchos miembros del Opus Dei, los cuales propenden a ver a los demás cristianos como inferiores.

 

Es frecuente el error entre las ex numerarias auxiliares de continuar cumpliendo las normas, por seguir considerándolas como el único modo de mantener la unión con Dios. Ante este error hay que afirmar tajantemente que el intento de identificar la vida cristiana con un esquema tipificado de prácticas de piedad empobrece enormemente al cristiano y ata la acción del Espíritu Santo, que lleva a cada persona por caminos inéditos para el verdadero encuentro personal con Dios. En todo caso, la espiritualidad de la Obra es afín al pelagianismo al cifrar la santidad en el esfuerzo por cumplir con dichas prácticas. Quien piense que exagero debería tener en cuenta que Escrivá se atreve a decir que le asegura la santidad a quienes cumplen las normas o luchan por cumplirlas.

 

Resulta evidente que Escrivá concibió la “vocación” de numeraria auxiliar para resolver un problema particular de su institución, siguiendo un modelo de mujer dominante en la primera mitad del siglo XX, modelo que a menos de un siglo de distancia carece de toda vigencia. Me refiero a ese modelo de sirvientas por "vocación" divina, que deberían permanecer toda su vida como sirvientas, sin posibilidad alguna de aspirar a algo más o simplemente distinto. El trabajo, cualquiera que sea, de por sí conlleva en muchas ocasiones grandes limitaciones y sacrificios,  de tal manera que precisamente lo que hace posible que no se convierta en una circunstancia deshumanizante es la posibilidad de dejarlo y cambiarlo por otro. 

 

Aunque la Obra propende a tratar a todos sus miembros como menores de edad a los que si hace falta se les miente a la hora de dirigir sus vidas -como si se tratara de niños pequeños e incapaces de valerse por sí mismos-, en el caso de las auxiliares esta actitud llega a su máximo extremo. Las numerarias auxiliares son las “hijas pequeñas” del Padre y “hermanas pequeñas” de los demás miembros. Pero detrás de esos eufemismos se esconde la condena a una sumisión y obediencia indignas de un ser humano y cristiano libre y responsable. Sólo a los niños que no han llegado al uso de razón o a las mascotas se les da un trato como el que se les da a las numerarias auxiliares, a quienes se les acompaña y orienta hasta para la compra de unos su ropa interior. Parece renovarse en nuestros días la idea de la Grecia antigua según la cual existen personas cuyo nivel racional sólo alcanza para someterse a la inteligencia y la voluntad de otro ser humano de nivel superior, es decir, sólo alcanza para obedecer. Eran los llamados “esclavos por naturaleza” (Aristóteles). 

 

Y luego, llenarlas de trabajo hasta la extenuación, para así evitar que pudieran tener alguna idea propia, pues de antemano se descarta que dicha idea propia pudiera tener alguna validez. También había que llenarlas de trabajo para que no cayeran presas del dominio despótico de las oscilaciones de ánimo que les produce su inestabilidad hormonal.

 

Para muchos ex miembros resulta muy difícil “salir” del Opus Dei, porque la manipulación de conciencia de la que han sido objeto tiene raíces muy profundas. Es la razón por la que algunos quedan como satélites del opus dei, sometidos a su tiranía. Sólo los más pensantes y centrados son capaces de llevar a cabo una salida por todo lo alto.

 

Una salida completa del Opus Dei no tiene nada que ver con el libertinaje, por ejemplo a través de una sexualidad desenfrenada. Muy por el contrario, lo que hay que lograr para terminar de salir del Opus Dei es precisamente la reconquista de la propia conciencia, que en la Obra ha sido desplazada por una conciencia institucional.

 

La propia conciencia es el verdadero lugar del encuentro del hombre con Dios, y el culmen de la madurez humana, siempre que se trate de una conciencia libre y responsable, aunque no exenta de errores, como es propio de la condición humana. La verdadera laicidad se cifra en esta libertad responsable. En cambio, la laicidad de la que se jacta el Opus Dei es inexistente en la medida en la que se aleja de la libertad y somete a sus miembros a un corsé unívoco. 

 

El objeto propio de la conciencia personal son las decisiones concretas y prácticas que cada ser humano debe tomar en la vida, las cuales nunca quedan completamente resueltas por los principios universales de la moral o por la doctrina cristiana. Decidir implica ir adelante en la vida sin esa plenitud de discernimiento. Es más, sólo se decide en la medida en que la voluntad toma el relevo de la inteligencia. Es el riesgo de vivir, de decidir, de conducir la propia vida, con tropiezos quizás, pero siempre con la autenticidad de seguir lo que uno mismo resuelve en conciencia a cada paso.

 

Decidir puede ir acompañado por el miedo al error, el miedo al pecado, tan satanizado en el Opus Dei. Ciertamente un cristiano ha de evitar el pecado, pero el Opus Dei saca de quicio la conciencia de sus miembros en busca de una falsa seguridad que sólo produce inmadurez permanente, depresión y frustración, o bien te conviertes en un robot inhumano. En efecto, el "sistema" del Opus Dei parece abarcar toda la vida de sus miembros hasta en las más pequeñas situaciones concretas, pretendiendo otorgar una seguridad total a través de seguir unos raíles válidos para todos, o bien siguiendo una voluntad humana que sustituye el propio discernimiento y el diálogo con Dios.

 

Cada ex miembro de la Obra ha de seguir un camino de recomposición personal precisamente a través de la recuperación de una conciencia verdaderamente libre y personal. Se trata de un proceso lento, que puede durar toda la vida, y que quizá no alcance nunca la plenitud ideal, como suele ocurrir con cualquier proyecto humano. Terminar de salir del Opus Dei se constituye en una especie de lucha contra un falso yo (institucional) creado por la deformación del Opus Dei, para recuperar el yo libre y personal, verdaderamente responsable y consciente.

 

Para alcanzar a salir del Opus Dei, lo primero que debe lograr una ex numeraria auxiliar -y en eso no se distingue de cualquier otro ex miembro- es diferenciar el modelo de cristianismo del Opus Dei del verdadero cristianismo de la Iglesia católica, que no es modelo alguno, sino un camino amplísimo, libre, que no invita a mirar a sí mismo, sino precisamente a salir fuera a través del amor al prójimo. La doctrina del Papa Francisco es suficiente para desmontar el cristianismo opusdeista. 

 

Dios espera con paciencia a cada ser humano, respetando su historia y su libertad, y lo espera muchas veces en largos lapsos de tiempo, con la paciencia de una madre. Por eso, un ex miembro de la Obra puede pasar sin temor incluso por la pérdida de la fe cristiana, si sigue fielmente los dictados de su propia conciencia responsable. 

 

Como es bien sabido, muchos ex miembros de la Obra han perdido la fe cristiana debido a la devastación que ha producido su paso por el Opus Dei. Es perfectamente comprensible que sea así en muchos casos, porque las implicaciones de la fe han sido tan deformadas por la experiencia de la Obra que su pérdida resulta quizá lo único coherente con la propia conciencia personal. En cierto modo esa pérdida de la fe resulta incluso necesaria, como parte del proceso para lograr reconstruir en nosotros un cristianismo auténtico, o al menos reconstruir en nosotros la humanidad perdida.  Pertenece al misterio de Dios la justa valoración de nuestras vidas.

 

A las numerarias auxiliares, y a todos los ex miembros de la Obra, les deseo de todo corazón una salida completa del Opus Dei. No vale la pena salir a medias una vez que hemos decidido salir. Y no existen recetas generales. Cada quien debe encontrar su propio camino. Las recetas generales se quedaron en el Opus Dei.

 

Heraldo

 

Quiero agradecer con todo mi cariño a todas las ex numerarias auxiliares que han compartido conmigo su historia y me han brindado su amistad; a Agustina, que sin ella y su gran trabajo, ninguna de estas historias saldría a la luz; a cada uno de los que han leído estos envíos, particularmente a Antonia que amablemente nos ha contado sus experiencias personales y especialmente a Heraldo por estar siempre dispuesto a ser amigo, guía y consejero y poner sabiamente el hilo conductor al raudal de ideas que me vienen a la cabeza.

 

Salypimienta

 

FIN DE LA SERIE

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

 




Publicado el Monday, 02 December 2019



 
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