Hace unos días se me vino a la cabeza, en esta situación del covid -19 donde tantas familias están en situación de necesidad y tantas instituciones ayudando al pie del cañón, RECORDABA ESA FARSA DE LAS VISITAS A POBRES.

Ir con un amigo/a para acercarle a la labor y hacer proselitismo. Las instrucciones eran claras: llevarle algo que no tome habitualmente, estar un rato de compañía pero no volver a ver a esa familia para que no se encariñara con nosotros ni se hiciera costumbre que le lleváramos algo. El fin era que ese chico/a se acercara a la Obra y punto. Ni caridad ni gaitas, postureo. Y pensé.... qué daño hemos hecho con estas cosas porque hemos deformado a tantos jóvenes y a tantos de la Obra que han creído que visitar a un pobre era hacer proselitismo. QUE DURO. Que no se acostumbrara ese pobre ni se encariñara. Así se nos enseñaba y adoctrinaba. HOY QUE HACEN? Nada. Quizás ir a las parroquias de sacerdotes agregados y repartir alimentos. Ojalá. No tengo tiempo de explayarme, pero lo haré otro día.

Septiembre