En 1613 se encomendó al samurái Hasekura Tsunenaga la misión diplomática de establecer relaciones comerciales entre Japón y España a cambio del compromiso nipón de tolerar la predicación cristiana en su territorio. La empresa llevó a Hasekura a atravesar medio mundo llegando a Roma en un periplo que duró 7 años. Es probable que el estrambótico plan fuera urdido por el misionero franciscano que le acompañó y le hacía de intérprete, y cuyo íntimo deseo parece ser que era llegar a obispo.

Los hechos históricos reales son la fuente de inspiración en los que se basa el escritor japonés Shusako Endo para su novela "El samurái". La ficción es fiel a lo poco que se sabe del acontecimiento pero va más allá, con interesantes reflexiones acerca del poder civil y el eclesiástico, del sentido de la fe y de si el fin bueno de predicar a Cristo justifica atropellos a la dignidad humana que todos los que leemos esta web podemos identificar fácilmente con acontecimientos de la vida pasada en el Opus.

El misionero aspirante a obispo no duda en recurrir a trampas y mentiras para conseguir un bautizo, convencido de que Dios hará el resto. Cómo no recordar que esta misma idea la escuché yo referida a la vocación opusina... Al final del libro, Endo pone en boca del arrepentido misionero las siguientes palabras:

“—Mi altanería y mi orgullo han extraviado y ofendido a muchas personas. He tratado de satisfacer mi orgullo tomando el nombre de Dios en vano.

    »He tomado mi propia voluntad por la voluntad de Dios.

    »Ha habido momentos en que he odiado a Dios, porque la voluntad de Dios no coincidía con la mía.

    »He negado a Dios, porque Dios ignoraba mis deseos.

    »No he reconocido mi propio orgullo ni mis ansias de poder. Yo me justificaba diciendo que todo era para el bien de Dios.”

Ojalá, los que gobiernan el Opus abran los ojos cuanto antes y dejen de extraviar y ofender a más personas. Y ojalá los que mandan en la Iglesia dejen de mirar para otro lado y pongan coto a los que confunden la voluntad de Dios con la suya propia.

Cyrano