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 Tus escritos: Entrevista a la ex-numeraria Eileen Johnson (y II).- Eileen

010. Testimonios
Eileen :

 

Entrevista de Eileen Johnson con Randy Engel,  Segunda Parte: marzo 2021

Texto original en inglés (II)

Parte I en español
Texto original en inglés (I)

 

Engel: Eileen, desviando un momento al tema de una virtud insólita, la de ‘no dar.’ Parece que el Opus ha torcido la expresión ‘es mejor dar que recibir’ a ‘es mejor recibir que dar…’

Johnson: después de pitar nos obligaban a practicar el arte de ‘no dar’. Estaba prohibido dar limosna. Ni regalos, no regalábamos nada a nadie, ni a nuestros parientes. Si recibíamos regalos los teníamos que entregar a la directora, que muchas veces los entrega a otras numerarias. Una excepción se produjo cuando mi padre me regaló un reloj, al cumplir los 21 años. El no sabía que ya era numeraria, y por eso me dejaron guardar el reloj. La idea era de despegarnos de las cosas materiales y de las personas. Se entrega todo a Dios, mediante el Opus Dei. Ese reloj fue un tesoro para mí durante años, incluso después de salir del Opus Dei. Quería muchísimo a mi padre.

Engel: ¿Y la costumbre de ‘la visita a los pobres’?

Johnson: Yo tenía muchas ganas de ir a ‘visitar a los pobres’. Me habían hablado de la costumbre y sentí la necesidad de cumplir con ella antes de pitar como numeraria. Pero nadie tuvo tiempo para acompañarme, y además nadie en Rydalwood conocía gente ‘pobre’,  así que acabé yendo sola a un hospital cercano para visitar a ancianos con demencia senil...



Engel: Hablando de ‘pobreza’, ¿Cómo te fue económicamente puesto que entregabas todos tus ingresos al Opus?

Johnson: Recibía una asignación semanal para pagar mis gastos (autobús, libros, etc.), cuando necesitaba ropa, me acompañaba la Directora u otra numeraria, que además de pagar, me ayudaba a elegir la ropa, zapatos etc.

Engel:¿Te ayudaba a elegir?¿No eras mayor y licenciada?¿Qué más?

Johnson: En aquella época estaba prohibido a las numeraria llevar manga corta o pantalones. Por otra parte, se consideraba que las numerarias deberíamos vestirnos de acuerdo con nuestra posición social o nuestra profesión. Muchas veces llamábamos la atención por ir mejor vestidas que nuestros compañeros de estudio o de trabajo. El predominio de numerarias españolas y latinoamericanas nos afectaba mucho. Sus ideas y sus gustos tenían una gran influencia.  Como consecuencia, poco a poco mi autoestima fue bajando. Teníamos que dar cuenta precisa de nuestros gastos durante la Confidencia semanal. 

Engel: ¿La Confidencia?¿Más jerga del Opus?

Johnson: Es una ‘charla fraternal’ semanal, obligatoria, con la directora u otra numeraria nombrada por ella. La directora se encarga de la dirección espiritual de las socias, junto con el sacerdote del Opus Dei, el capellán del centro. En la Confidencia teníamos que dar cuenta del cumplimiento de las normas (oración, lectura spiritual, rosario, etc.), la práctica de las mortificaciones corporales, el apostolado, detalles íntimos de tentaciones sexuales, y como ya dije, también rendíamos cuenta de los gastos, hasta el más pequeño. También estaba la confesión semanal con el sacerdote de la Obra, y además una charla espiritual con él, cada quince días.

Engel: Dos preguntas más. ¿Podías escoger a tus directores espirituales?¿Era posible escoger al confesor, incluso entre sacerdotes no afiliados al Opus Dei?

Johnson: No y no. Ambos nos eran designados sin ninguna consulta. Escrivá estaba totalmente decidido a ‘lavar la ropa sucia en casa.’

Engel: ¿Sabías que lo que confiabas en la ‘charla fraternal’ con la Directora no era totalmente confidencial, y que esa información se podía transmitir a otros superiores?

Johnson: No, no lo sabía. Al abrirme con toda confianza, me fiaba de la confidencialidad.

Engel: Creo que llegaste a estar encargada de escuchar las ‘Confidencias’ de algunas numerarias auxiliares que vivían en el mismo centro. ¿Podrías explicar a nuestros lectores algo sobre esta categoría de miembros?

Johnson: Las numerarias auxiliares son empleadas domésticas encargadas de limpiar, cocinar, lavar y planchar en centros masculinos y femeninos y en general los centros del Opus Dei. En mi época eran españolas o irlandesas. Creo que actualmente tienden a ser latinoamericanas o tal vez de Europa del Este.

Engel: ¿Llevaban uniformes propios?

Johnson: En Inglaterra llevaban una bata azul con un delantal blanco para trabajar a diario, y para servir nuestras comidas en días de fiesta se vestían de negro con delantal bordado blanco y tocado blanco.

Engel: ¿Y tú?¿Qué llevabas para limpiar?

Johnson: Las numerarias llevábamos batas blancas, elegantes.

Engel: Ya. ¿Había mucho movimiento de personal entre las numerarias asistentes?

Johnson: No. ¿A dónde podían ir? Estaban en un país extranjero. Algunas hablaban poco inglés. El Opus Dei ha evadido los pagos de la seguridad social durante muchos años. Recientemente, como consecuencia de publicidad adversa, han empezado a hacer contratos y han comenzado a realizar los pagos. Pero las numerarias asistentes no recibían salario, y creo que hoy en día siguen sin recibirlo. Parece que sus familias, cuando están necesitadas pueden pedir ayuda del Opus Dei (no directamente a sus hijas) pero hay muchas peticiones y no todas son concedidas.

Por otra parte, conceder ayudas sería una violación del ‘apostolado de no dar.’ La vida de las auxiliares está muy regulada, y su trabajo es muy duro, durante muchas horas cada día.  Nunca dejaban el centro solas para hacer compras. Siempre tenían que ir acompañadas por una numeraria. Lo cierto es que me daban pena. Algunas ya empezaban a rebelarse en los años 60, sobre todo las irlandesas, que reclamaban su libertad para salir solas, arreglarse como las numerarias, y poder asistir a clases nocturnas. 

Engel: ¿Existían oportunidades para ascender de rango?

Johnson: No. Formaban una clase aparte, que utilizaba mucha formalidad para referirse a las numerarias. Incluso las auxiliares mayores me llamaban ‘Señorita Eileen.’ Me sentía muy incómoda con eso.

Engel: Antes de hablar de tu salida del Opus Dei, me gustaría saber cuáles eran tus impresiones de Monseñor Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei. Le viste en varias ocasiones, ¿no?

Johnson: Si, lo vi cuatro veces, dos en Londres y dos en Pamplona. Aun antes de afiliarme al Opus Dei me habían dicho que Escrivá era un santo que un día seria canonizado. Además, si éramos fieles al plan de vida que nos indicaba, todos seríamos posibles candidatos para la canonización.

Como una joven, piadosa, lo idolatraba y cada palabra suya me encantaba. Él nos solía recordar, hablando de sí mismo, ‘Hijas mías, no os olvidéis: Papas hay muchos, pero solo hay un fundador del Opus Dei’. Sus visitas a Londres se preparaban con esmero. Sus cocinaban sus comidas preferidas. Se traía panettone de Roma. Cuando hablaba en público, se preparaban las preguntas de antemano, traducidas al español. En una tertulia yo pude preguntarle el significado de un tema que le gustaba: que teníamos que ser ‘almas sacerdotales’. Estuve hechizada mientras me miraba directamente y me dijo: ‘hija mía, tu eres un alma sacerdotal porque eres como un puente para facilitar a las personas acercarse a Dios’.  Me sentí intimidada porque me había hablado, aun cuando no entendí del todo lo que me había dicho.

Engel: Dime, ¿Cómo fue que, después de tal actitud de veneración y sometimiento al Padre y al Opus, llegaste a querer escapar de la Obra y lo que representaba? ¿Fue un proceso gradual o el resultado de algún incidente singular, catastrófico?

Johnson: La verdad es que fue una combinación de las dos cosas. Pasando el tiempo, mientras que iba asumiendo más responsabilidad en la Asesoría, parecía por lo menos superficialmente que funcionaba bien con mi afán de cumplir con mi ‘vocación’, (según el Opus Dei). Pero en el fondo estaba en crisis.

Me resultaba cada vez más difícil anular mi conciencia. Sí, iba creciendo un conflicto entre mi conciencia y la línea oficial. Al comunicarlo, me dijeron que mi problema era de soberbia. Teníamos que vivir una obediencia ciega a los Directores y también a las múltiples instrucciones que venían de Roma.

Hace poco me enteré de un incidente en Roma. Antonio Esquivias, numerario durante más de 30 años y sacerdote numerario durante 11 de ellos, fue profesor en la Universidad de la Santa Cruz, del Opus Dei. Tenía dudas sobre el régimen interno de la Obra, y quiso ofrecer sus sugerencias de reforma. El entonces Prelado, Álvaro del Portillo, ya difunto, le advirtió que ‘en el Opus Dei el espíritu es obedecer o marcharse.’

Desde 1967 yo estaba tan deprimida mental y emocionalmente que no pude seguir trabajando, y llegue a estar con una profunda depresión.

Engel: ¿Solicitaste tratamiento?

Johnson: Sí y no. Fui tratada por una compañera de la Asesoría, médica licenciada, que trataba a las numerarias. Tendría que haber buscado ayuda médica por parte de un facultativo independiente, puesto que la raíz de mi enfermedad era el Opus Dei, pero no fue así.  Hay profesionales médicos independientes que llaman la atención sobre el hecho de que esta manera de tratarme (a mí y a mucha más gente) demuestra un claro conflicto de intereses y, por tanto, una violación del Juramento hipocrático.

La doctora en cuestión me dio drogas (Librium y Tofranil, más Mogadon para dormir). Me habló como a una niña, y no me diagnosticó ni explicó por qué necesitaba las drogas.

Durante cuatro años, fui tratada y drogada por una variedad de médicos y psiquiatras – todos de ellos miembros del Opus Dei.

Engel: ¿Tu familia sabia algo sobre tu enfermedad?

Johnson: No. Ni yo ni mis superiores en el Opus les comunicábamos nada en cuanto a mi salud. En una ocasión mi madre les preguntó qué me pasaba. Mi médica, numeraria, le dijo que había un problema con mi metabolismo. Yo confiaba solo en mi familia del Opus. Seguía con el cerebro lavado, y dependía totalmente de la Obra hasta el día en que me fui. Sentía mucha tensión y culpabilidad por estar enferma; publicaciones internas como ‘Noticias’ enseñaban que la enfermedad mental era señal de una ‘falta de filiación divina.’

Engel: Tu padre murió en 1967. ¿Qué te pasó entonces?

Johnson: Para mí eso fue un acontecimiento de lo más penoso. Tuve una crisis muy seria. Adoraba a mi padre y mi dolor no resuelto me afectó después durante muchos años. Lamento que mi padre no haya vivido lo suficiente para presenciar mi salida del Opus.

Un año más tarde me enviaron a Pamplona para un año de postgrado en el Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra. Yo no había elegido el periodismo como profesión. Como dije anteriormente, me había impresionado la sugerencia de mi Directora nada más hacerme de la Obra como numeraria. Mas adelante, ya en la Asesoría, leí una instrucción llegada de Roma en la que Escrivá mandaba a los directores que animasen a las numerarias y numerarios a ser periodistas.  Cuando volví a Londres conecté con algunos periódicos, pero las depresiones continuaban y hubo más tratamientos médicos.

Estaba todavía en tratamiento con drogas cuando un nuevo psiquiatra, un numerario que trabajaba en el Hospital Littlemore de Oxford, abrió el camino hacia mi salida, opinando que me vendría mejor ser supernumeraria, con la libertad de casarme, en vez de ser numeraria, célibe. Propuso esto a mis directores, que finalmente aceptaron que tenía que salir. Pero yo no quería quedarme ni como supernumeraria.

El Opus Dei se había aprovechado de mis cualidades, quizás principalmente para el proselitismo. Tenía don de gentes, y caía bien a muchas personas, incluso alas numerarias jóvenes y las auxiliares.

Pensándolo con la distancia, sospecho que uno de los motivos por los que se demoró tanto mi salida puede haber sido que sabía demasiado: notas de Roma, temas sensibles. 

Engel: Al final, ¿Cuándo saliste del Opus Dei?

Johnson: En 1971. Pero ¡desgraciadamente mis dificultades aumentaron después de salir!

Antes de marcharme hablé con Father Richard Stork, entonces consiliario del Opus Dei en el Reino Unido. Le conté lo que me había pasado y dije que el Opus Dei era parte de mi problema, sobre todo porque sus médicos me habían drogado. Me contestó fríamente y dijo que era soberbia por criticar a la Obra de Dios.  Fui marginada totalmente de mis ex ‘hermanas’ en el Opus Dei. Según las ‘Notas’ de Roma, que había leído en la Asesoría, cualquiera que se marchara del Opus Dei debía ser considerado como si estuviese muerto. Escrivá no darían ¡5 céntimos por el alma de quien abandonara su vocación! Cuando volví a casa de mi madre, viuda, estaba sin fondos económicos, aunque ella me acogió con los brazos abiertos.

Engel: Sin embargo, creo que el dinero no fue tu problema principal. ¿Te importaría decirles a nuestros lectores lo que dijo el médico de cabecera en tu primera consulta después de salir del Opus Dei?

Johnson: Sí, sin problema. Su evaluación fue que el único caso parecido en toda su experiencia había sido el de un ex prisionero de guerra.

Engel:¡Un ex prisionero de Guerra! Increíble.

Johnson: Afortunadamente, lo que inicialmente veía como una crisis nerviosa resultó ser un modo de abrirme el paso para reclamar mi autentica identidad, dejando atrás lo que Antonio Esquivias, ex numerario y ex sacerdote del Opus, denomina ‘Opus Dei, el Cielo en una Jaula.’

En julio de 2019, asistí al congreso anual de ICSA (Asociación Internacional para el Estudio de Sectas) en Manchester. En ese congreso comencé a comprender con más objetividad como una personalidad alternativa (conformada por la secta) se puede imponer a la auténtica personalidad de una persona

Engel: Parece que después de salir del Opus Dei pudiste reclamar la vida.

Johnson: Si, es cierto. Me casé, y tengo una familia maravillosa. Enseño idiomas todavía y durante muchos años me dediqué a enseñar danza escocesa.

En cuanto al Opus Dei, no tuve ningún contacto con ex miembros durante muchos años. Desde que empecé a hablar públicamente (antes de la beatificación de Escrivá en 1992) he contactado con algunos, y sus familias y disfrutamos de nuestra amistad. La ruptura de los lazos con nuestros coetáneos en el Opus Dei ha sido traumática para muchos.

Engel: ¿Quieres añadir algo, Eileen?

Randy, dices que los que salen del Opus Dei deben ser absorbidos en la Iglesia Católica. Algunos optan por esto, pero muchísimos otros pierden la fe debido a lo que han sufrido a manos del Opus Dei e indirectamente de las autoridades de la Iglesia, que hacen la vista gorda con las fechorías de la Prelatura. 

Johnson: Dices que el Opus Dei viola el Cuarto Mandamiento.

De acuerdo. También sé que el Opus Dei no ha hecho caso, desde sus primeros tiempos, al Segundo Mandamiento de Jesús: ‘Amad al prójimo’ y al reto cristiano de amar a nuestros enemigos. Lo que más importa al Opus Dei – y a la Iglesia institucional – es su imagen.

La Prelatura es responsable del abuso espiritual de muchísimas personas. Hasta que, tanto el Opus Dei como la Iglesia en general reconozcan esta realidad, seguirán las protestas y los escándalos.

Te diré que durante muchos años después de dejar el Opus Dei, tenía miedo a hablar. Ya no. Seguiré hablando, dando mi nombre y mostrando la cara públicamente.

Me encanta la vida, y aunque en el Opus Dei me consideren muerta, ¡no lo estoy!

Engel: Gracias por esta entrevista, Eileen. Dios te bendiga, a ti y a tu familia.  

[Nota: ‘El Opus Dei, el Cielo en una Jaula’ por Antonio Esquivias, se publicó en mayo 2015 (Amazon)




Publicado el Friday, 26 March 2021



 
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