Esta carta va dirigida a Lgracem.

Me conmueve todo lo que has escrito en este último tiempo y muy especialmente este escrito reciente. 

La Obra no ha sido “una madre buena” con nadie -salvo unos pocos miembros- y mucho menos aún con las auxiliares. Las ha despojado de tantas cosas esenciales en la vida: su libertad, su capacidad de elección, sus gustos personales. Les ha robado su profundo deseo de entrega a Dios para canjearlo por un servicio incondicional a gente que solo deseaba ser servida. Se olvidaban de algo que repetían y mucho: “Non veni ministrari sed ministrare”. No he venido a ser servido sino a servir (Mateo 20 : 27-28). Jesús se refería a sí mismo como el servidor de todos pero en la Obra no se lo aplicaban a sí mismos sino a las numerarías auxiliares. Si no, a que se debe ese trabajo interminable, agotador, contrario a las leyes laborales más básicas?, como comentaba Leticia.

Lgracem, te han quitado muchas cosas pero has sabido mantener tu dignidad y el coraje para irte y comenzar una nueva vida. Cualquiera que te conoce sabe de tu alegría, tu buen humor, tu estar al servicio de los otros y defender siempre la verdad. Cómo no quererte? En la Obra no se quiere a nadie. No se puede querer. No se puede manifestar el cariño porque está mal. Vos hablas de las amigas con las que compartiste esos primeros tiempos de vocación y después se alejaron. En la Obra éramos personas lejanas viviendo bajo un mismo techo. Todos al servicio del Fundador y a la autoridad de turno. No sirviendo a Dios. El amor de Dios no tiene nada que ver con la Obra.

Gracias por tu testimonio. Sos muy valiente. Te abrazo desde el alma a vos y a cada una de las numerarías auxiliares que tanto han sufrido. Perdón por no haber sabido ver estos abusos cuando era numeraría. Estoy y contas conmigo y con muchas otras personas que cada día decimos: “Gracias a Dios, nos fuimos”.

Lux