Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Tus escritos: Necesidad de seguridad v/s libertad interior.- Aquilina

040. Después de marcharse
Aquilina :


Necesidad de seguridad v/s libertad interior

 Querido Giovanni,

Por encontrarnos en Opuslibros te escribo en español aunque los dos seamos italianos.

Es posible, por lo que escribes, que lo que te voy a decir quizá no te encuentres de acuerdo en lo inmediato, pero me gustaría que volvieras a leerlo pasado un tiempo, porque con la experiencia en la Obra pasa como cuando se va de vacaciones al mar: los que se bañan se encuentran a una altura que no le permite divisar bien el horizonte por superar el nivel del agua tan solo con la cabeza, pero en cuanto se sale del agua y se recupera la propia estatura el horizonte se vuelve más lejano y por eso mismo más rico y lleno de detalles. La distancia, aún la temporal, puede ayudar mucho a focalizar mejor las experiencias...



Al menos esto es lo que me pasó a mí y, por lo que he leído aquí en Opuslibros, también a muchos otros. Hace falta tiempo, a veces mucho tiempo, para lograr que el vivir en un mundo... “realmente real” te permita de elaborar la experiencia de los años pasados dentro, tomar la distancia de tanta formación y de tanta defomación como la que permitimos a la Obra proporcionarnos con la participación más o menos rendida a los medios de formación diarios, semanales, mensuales, anuales...

Además, estando dentro, muchos problemas institucionales no se conocen. La información que damos fluye de abajo hacia arriba, los directores dejan pasar a los súbditos sólo lo que es oportuno para gobernar eficazmente, la transparencia y el compartir no están percibido como un valor positivo y el razonamiento o análisis de tantas cosas se acaba por saber sólo con el paso del tiempo y con la conexión con otros de fuera, personas o grupos como el nuestro de Opuslibros.

De la Obra se puede salir de varias distintas formas, voy a intentar identificar unas cuantas, sin pretender ser exhaustiva.

LOS QUE SALEN ENFADADOS. (En italiano podría definirlo de forma más colorida y exacta, pero menos elegante...). Son los que más admiro, porque quiere decir que, aún viviendo dentro, guardaron la capacidad de discriminar críticamente lo que vivían y le proponían, intentaron cambiarlo recurriendo a esferas más o menos altas de la institución y, al no lograrlo, se enfadaron y al final se fueron. Unos cuantos hasta entrando en el cuarto de dirección y enfrentándose al director y dejándole encima de la mesa su bolsita con cilicio y disciplina...

¡Qué pagaría yo por haber sido unos de esos! Cuidado, que no son necesariamente los menos entregados, pero por cierto son los más despejados, capaces de no dejarse llevar totalmente por el juicio y las ganas de aprobación de los demás hasta perder el contacto con su propia conciencia, y esto en la Obra es muy difícil. Creo que son los menos damnificados desde el punto de vista físico y psicológico, aunque no necesariamente económico, y por estas razones los que quizá logran reconstruirse más rápidamente.

LOS QUE SALEN DEPRIMIDOS. Yo pertenecí e este desdichado grupo que, no estoy segura, pero creo que pueda ser el más numeroso. Hablando de mi historia yo digo que mi cuerpo y mi psique reaccionaron antes que mi inteligencia que, en general, no es que me falte totalmente. Somos quizá los más inmaduros, los que pasamos de la tutela de una familia austera y severa, quizá no muy iluminada, a la tutela del Opus Dei, y le dimos confianza porque al comienzo no notáramos mucha diferencia entre el clima exigente de nuestra casa y lo que encontramos en la Obra. Después nos llevaron por el famoso plano inclinado, que es eso que en la formación profesional en la que trabajé sucesivamente nos cuentan como la historia de las dos ranas, una que ponen dentro de un cubo con agua hirviendo, y esta salta y se escapa inmediatamente, y la otra rana que meten en un cubo de agua fría que después calientan lentamente hasta que la pobre rana acaba cocida sin darse cuenta. Muchos de nosotros acabamos cocidos sin darnos cuenta. Los “criterios” (palabra sacrosanta en la Obra) sustituyeron poco a poco el sentido común y a veces la voz de nuestra conciencia que no tuvo tiempo de pasar a ser desde la conciencia de un adolescente casi niño aún (yo pité a los 15 años cuando aún mi padre no me daba permiso para ir a casa de mis compañer@s de curso, no digo por una fiesta, sino tampoco para estudiar), a la conciencia madura de un adulto.

Total, nos entregamos sin reservas al “buen espíritu”, desechando cualquier atisbo de sentido crítico como una tentación, hasta cuando nuestro cuerpo y nuestro corazón dijeron “¿Ah sí? ¿No lo entiendes por las buenas? ¡A ver si ahora lo entiendes por las malas!” y caímos en depresiones de caballo porque, entre otras razones, no enfrentamos esas depresiones a sus primeros síntomas sino que fuimos más o menos cómplices de los directores en intentar reprimirlas largo rato. Yo le estoy agradecida a mi depresión por haberme sacado del Opus Dei, pero fue un precio muy alto de sufrimiento y de gasto físico, psicológico y económico por buscar la ayuda necesaria para lograr salir de esa lamentable situación.

LOS QUE SALEN EN BUEN PLAN. Pueden estar deprimidos o no, es posible que dependa, entre otras cosas, del tiempo que tardaron en tomar su decisión, y en ocasión pueden ser personas que no protagonizaron el proceso de salida, sino que “FUERON DIMITIDOS” por la Obra, y por esa razón no elaboraron aún autónomamente su proceso de alejamiento, que quedó bloqueado por la angustia de sentirse rechazados. Hubo una temporada, hace años, que los “ex en buen plan” se asomaban con frecuencia en Opuslibros, ahora menos.

¿Cuál puede ser la razón por la que una persona que se jugó su vida por la Obra, y después de más o menos tiempo deshecha esa inversión total dejando atrás años y años de entrega generosa, puede quedarse “en buen plan”? Las contestaciones a esta pregunta pueden ser tantas cuantas son las personas a las que se refieren. Las generalizaciones pueden ser muy injustas con las personas singulares, y por esta razón no voy a presumir de saber si es tu caso, ni de otros concretos, pero es cierto que cuando nos enfrentamos con una cantidad de casos parecidos es posible individuar un común factor frecuente. Yo creo que en este caso es que, en la mayoría de los seres humanos, especialmente si se le interrumpió el recorrido de maduración humana, hay mucho sentido de inseguridad y por consiguiente, mucha búsqueda de aprobación ajena y de quien nos diga desde el exterior que estamos en lo cierto y no nos vamos a equivocar. Lo que mucha gente de dentro aprecia de la Obra es su presunta ortodoxia, que le da cierta seguridad de no equivocarse en cuestiones de doctrina y por consiguiente de salvar su alma, y esta seguridad constituye algo necesario para tranquilizar a determinadas personas.

Mucho habría que decir acerca de esta supuesta ortodoxia. Por ejemplo que está construida limitando las reflexiones acerca de la fe a las que se permite adherir, cortando el crecimiento de la consciencia religiosa, impidiendo que los contenidos de la fe fecunden los inmensos, infinitos problemas puestos por la evolución de la humanidad, sembrando desconfianza hacia las capacidades del corazón de cada uno de percibir, escuchar y seguir las inspiraciones personales del Espíritu Santo.

Todo tiene que estar sometido, averiguado, autorizado o desautorizado por una autoridad exterior, y sin eso no se encuentra paz dentro de uno mismo. La Obra fomenta esa actitud en sus miembros. Todo eso sin darse cuenta de que, con esta postura y viviendo en los tiempos de Jesús, nunca hubiéramos llegado a ser sus discípulos, porque en aquella época eran los Fariseos los que manejaban la ortodoxia de la gente de a pié.

Con la formación de la Obra, que nos obligaba a pasar por los criterios de Escrivá acerca de lecturas, espectáculos, trato con colegas, con familia de origen (¿te acuerdas de los criterios para evitar la “familiosis”?), nunca hubiéramos sido capaces de seguir a Jesús. Su libertad acerca de la observancia del Sábado, o del trato con las mujeres, o sentarse a comer con él sin lavarse las manos, nos hubiera provocado escrúpulos de falta de fidelidad, o de cuidado de las cosas pequeñas, a ser expuestos a un sinfín de correcciones fraternas, y a tener que escoger al final si rendirse a esas indicaciones taxativas provenientes desde fuera -no de la conciencia de cada uno- o irse. Como explica muy bien Dostoievski en su “Leyenda del Gran Inquisidor”, si Jesucristo volviera en nuestros días serían los custodes de la más estrecha ortodoxia a censurarle, como por otro lado pasó en su época.

Si no se logra madurar una libertad interior propia de gente adulta, aceptar el riesgo de equivocarse en el intento de comprender lo que Dios espera de cada uno, acabar con la imagen de un Dios susceptible y vengativo que castiga o perdona, sólo si se pasa por los canales reglamentarios exteriores que certifican la ortodoxia de las normas, quizá se puede llegar a salir de un Opus Dei que ya no aguantamos, pero siguiendo  añorando la tranquilidad –que sería mucho llamarla paz- que nos daba al delegar en los directores, en la charla, la tarea de ponernos ellos en paz con Dios.

Yo no me quedé como tú 30 años, pero sí 18, tuve cargos de dirección (no es una apuesta a quién más, sólo asegurarte que sé de qué estoy hablando). Salí 3 años después de que tú pitaste, hace 33 años. Mi experiencia y la distancia temporal me permiten afirmar que el problema de la Obra no son situaciones singulares que tienen que ser resueltas. El problema del Opus Dei es fundacional y fue empeorando con el paso del tiempo. Por supuesto que pasamos muchos momentos bonitos y hasta felices en la Obra: como lo dice muy sintéticamente Pacha el lunes pasado “hay que reconocer como en todos lados hay cosas buenas y cosas malas... de lo contrario una persona no pasaría tantos años adentro del opus”.

Tú escribes “nos queríamos en mi pequeño Centro pero no bastante para mí y, según mi parecer, no bastante para el pensiero de la Ovra, de su fundador...”. Yo creo que es muy posible que las personas que vivían contigo te quisieron todo lo que le resultaba posible en el angosto espacio que la Obra deja para los afectos auténticos, en un sitio donde están mirados con sospecha los gestos de cariño, las “amistades particulares”, las más pequeñas confidencias personales... Lo que se salva en el Opus Dei son muchas –¡no todas!- muchas personas de buena fe y entregadas, pero que prefieren apostar por la seguridad de su conciencia más que por el riesgo de la libertad.

Por lo que escribes creo que aún no has leído muchos de los tantos testimonios en esta página. Es extremadamente difícil aconsejar en este sentido precisamente por la cantidad de escritos de mucho contenido que se encuentran, me permito arriesgar un par de consejos que, por la naturaleza hipertextual de Internet, pueden ayudarte a comenzar a explorar este bosque que es Opuslibros: uno son los escritos de Stoner, un numerario que escribió aquí a lo largo de una temporada sin haber dejado la Obra (por lo que sé aún sigue dentro) y que desde dentro, y con mucha rectitud y cariño por la Obra, da su testimonio. No son muchas intervenciones, pero sí de mucho contenido. El segundo consejo es leerte las intervenciones de Satur, que con su sentido del humor consigue evidenciar lo contradictorio que existe entre la teoría y en la praxis de la Obra. Son muchísimas, pero no te preocupes: comienza con dos o tres y ya te quedarás enganchado.

Y quizá, me gustaría que al cabo de un tiempo y de tu recorrido de toma de distancias de tu paso por el Opus, volvieras a contarnos si sigues viendo las cosas cómo hoy en día.

¡Te deseo lo mejor del mundo en tu reconstrucción!

Elena




Publicado el Wednesday, 07 July 2021



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 040. Después de marcharse


Noticia más leída sobre 040. Después de marcharse:
El arte de amargarse la vida.- Paul Watzlawick


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.118 Segundos