Susana, me parece genial tu sueño. Me parece también irrealizable, como muchos sueños, pero es bonito.

Discrepo, sin embargo, en un punto: Sueño con que la parte masculina aprendan las tareas del hogar y no tengan de esclavas a las auxiliares. Mira, Susana: no aprenden porque no les dejan. Así de simple. Tienen terminantemente prohibido entrar en la administración. Y el 99% de los numerarios cuyas casas he administrado, veneraban a las auxiliares y se hacían migas para hacerles el trabajo más fácil. Era el director quien decía “a partir de hoy la administración no hará las camas” y era la administradora, numeraria ella de toda la vida, que no hacía ni media cama porque las hacían las auxiliares, quien contestaba “no, no, las seguiremos haciendo”, con dos narices. Esto ha sucedido hace nada en una ciudad de España, Susana, no doy más detalles por si acaso. Ellos hacen lo que les han ordenado hacer, lo que está dispuesto que hagan. Nada más. No pueden, materialmente, hacer nada más. ¿Crees que no les gustaría entrar en la cocina un sábado y preparar la comida? Pues a muchos les encantaría, pero como eso es impensable, no está previsto y se consideraría un sacrilegio, no pueden hacerlo.

Y ya que hablamos de esto, pongo por testigos a las auxiliares que leen esta web y me corregirán si miento cuando digo, y no es la primera vez que lo comento aquí, que es mucho mejor administrar un centro de varones, o un curso anual de numerarios + sacerdotes, que un centro de la sección femenina o un curso anual de numerarias. Y hablo de tener una galería de 15 altares con 30 misas diarias, que no hay palabras que cuenten lo que es el servicio de oratorio en esas ocasiones, y una montaña de camas por hacer (ahora ya cada uno se hace la suya), y lavadoras/secadoras con ropa de deporte todos los santos días del mundo, invierno, verano, primavera y otoño. Y, dicho esto, es mejor administrarlos a ellos que a ellas, porque ellas, a la hora de ser administradas, Dios me perdone el juicio de valor, y la generalización, porque alguna habrá buena, son insufribles hasta un punto que nadie puede imaginar. Auxiliares que me leéis, corregidme si miento.

“Las cosas que aquí se ven / ni los diablos las pensaron”, José Hernández, “Martín Fierro”.

Mediterráneo