Leía el post de Lulu, y tengo que decir que, en parte, tiene razón. Uno de los grandes males de la institución ha sido esa “españolidad” mal entendida que ha hecho palabra de Dios de muchas cosas que solo respondían a España-década-de-los-60, pero como lo había dicho escrivá (la minúscula es a propósito), automáticamente pasaba a ser voluntad expresa de Dios.

Y así nos encontramos con numerarias auxiliares sirviendo la mesa con manguitos, o con los lamentablemente famosos “crespillos”, una hoja de espinaca rebozada y frita, sin más, que anda a saber de dónde la sacó escrivá y anda a saber quién le inspiró que eso debía ser el postre de toda la institución el viernes de dolores, sin pensar en que 1) hay países donde las espinacas frescas no existen, 2) hay países en los un frito como postre resulta cuando menos estrambótico, 3) hay países donde la comida de mediodía es un simple tentempié para esperar la cena, y no tiene ningún sentido preparar algo especial porque la mayoría de los/las residentes no comen en el centro. Lo he comentado aquí antes, recuerdo a una administradora de Japón, donde las espinacas frescas son carísimas y muy difíciles de encontrar, que preguntó si podía sustituirlas por un alga muy común en Japón, el resultado sería el mismo y era mucho más asequible en todos los aspectos. Bueno, bueno. No la excomulgaron de milagro. “Los crespillos se hacen como los hacía La Abuela y los hacía con espinacas”, fue la respuesta, y ahí siguió la pobre criatura, haciendo equilibrios con la media de cada mes, porque las espinacas frescas se la mandaban a tomar viento, e intentando conseguir la maldita verdura a como diera lugar.

La “españolidad” mal entendida ha hecho mucho daño a la institución, repito. Sin embargo, y ahí es donde discrepo con Lulu, la peña esa nació donde nació, y esta web nació donde nació. Si estuviéramos en Australia, nos felicitaríamos el 25 de diciembre diciendo “feliz tarde de surf y que encontréis olas”, y ni se nos ocurriría pensar que en Londres, o en París, o en Roma, andan ese día con bufanda y gorro, pero en España en julio hace un calor que te asas vivo entero, y de ahí que Antonia (que, por cierto, no creo que tuvieras que disculparte, para nada) se despidiera deseando que no pasáramos calor. Tan simple, tan sencillo como esto. Y así es como creo que había que entender su saludo. Ni universalidades ni pollo en pepitoria, no va por ahí ni creo que fuera esa la intención de Antonia, para nada. E igual que nadie se sorprende o se escandaliza por ver escrito “mirá, eso es lo tenés que hacer”, lo digo con cariño, Lúlu, lo digo con cariño, tampoco debiéramos sorprendernos de que alguien desee que no pasemos calor.

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