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 Libros silenciados: La criada respondona y la santidad de $anjosemaría.- Gervasio

077. Numerarias auxiliares
Gervasio :

 

La criada respondona y la santidad de $anjosemaría

Gervasio, 15/10/2021

            Se cuenta que, por aquel entonces, allá en Villa Tevere, una numeraria auxiliar fue reprendida e increpada por el mismísimo $anjosemaría, porque al parecer se negaba a fregar los suelos de rodillas. No es que se negase a fregar simpliciter. No se negaba a fregar con fregona, sino a fregar con sus propias manos, arrodillada en el suelo y a cuatro patas…



A veces al que más se envalentona, le sale la crida respondona. Tal es lo que está pasando con esa demanda que un puñado de numerarias auxiliares—unas cuarenta— han interpuesto ante las autoridades civiles argentinas y que recientemente, ante la falta de avenencia, acaba de llegar al mismísimo Vaticano. La cosa está tomando los tintes propios de la pelea entre David y Goliat, que acabó como ya sabéis. El aparentemente débil es el que vence al fuete. Ahora el que increpa y protesta es el personal a quien $anjosemaría creía tener sometido y supeditado, porque a veces al que más se envalentona, le sale la crida respondona.

No hay modo de “sobrenaturalizar” la situación de las numerarias auxiliares. Cabe apelar a “falta de visión sobrenatural” en temas como el del uso de cilicio, la obediencia rendida, el celibato como forma de vida, y cosas así. Pero las jornadas de catorce horas y otras muchas cosas más que “nuestras hermanas pequeñas” relatan, no tienen pase. La denuncia ha calado hondo en la sociedad y en los medios de comunicación. Se percibe explotación laboral. Si esa explotación laboral pretendiera justificarse con razones sobrenaturales, sería peor. Olería más a secta y a conculcación de derechos humanos. Cheira, que diría un gallego.

Álvaro del Portillo se apresuró a canonizar a €scrivá de Balaguer. Pretendía de este modo “blindar” —como ahora se dice— el Opus Dei. ¡Ojito con meterse con el Opus Dei, que lo fundó nada menos que un santo! ¡Ojito con poner en duda sus enseñanzas y sus criterios de conducta, que los estableció un santo!

Las gentes que militan en el Opus Dei, ante los desaciertos y desmanes —por así llamarlos— del fundador o de la Obra, procuran aquietarse —o más bien sus superiores procuran aquietarlos— con la consideración de que $anjosemaría ¡era un santo! Cómo vas tú, pobre pecador, a cuestionar lo que viene de un santo; un santo lleno además de luces celestiales. Viene de Dios. Él es un santo y tú un estúpido engreído, lleno de cochina soberbia.

Las problemas no provienen de que el Fundador fuese más o menos santo, sino de sus problemáticas luces celestiales o no tan celestiales. No me atrevo enjuiciar a nadie en tema de santidad: ni a mí mismo, ni a €scrivá, ni al que pasa por la calle, sea una puta, un pillete, o el repartidor del Corte Inglés o de pizzas. La santidad la da Dios y depende de él. No la producimos nosotros. La santidad es algo divino. No es mesurable como no es mesurable Dios mismo.

La problema con $anjosemaría no es el de su santidad — si te empeñas, vamos a ponerle un siete en santidad o la nota que prefieras—, sino el de que se metió en unos berenjenales… ¡Qué berenjenales! ¡Qué fregaos! De muchos de ellos salió malparado —él o terceras personas—, cosa que se oculta demasiado, tanto que uno llega a la conclusión de que a uno le pretenden tomar el tupé, el flequillo y el resto de cabellera. Algunos de esos fregaos le estallaron en las manos o les están estallando a sus sucesores. Eso sí que se puede medir. Por sus frutos los conoceréis.

Uno de estos fregaos fue el de incluir, como una modalidad de vocación al Opus Dei, la vocación de numeraria auxiliar. Aparentemente es maravilloso: ya tenemos solucionado lo del servicio doméstico y para mayor regodeo gratis y de paso las encaminamos a la santidad. Cuanto más trabajen, más santas. Abeit! Arbeit! Arbeit! en el bien entendido de que sólo santifica el trabajo que se hace para el Opus Dei. ¿Tendremos que considerar esto como una iluminación celestial? $anjosemaría introdujo en la Obra lo de las numerarias auxiliares cinco minutos antes de que esa categoría vocacional pasase a ser cosa del pasado. Esos siervos y siervas domésticos vocacionales han ido desapareciendo de todas las instituciones eclesiásticas. Así lo ha exigido la Santa Sede. Las monjas Esclavas del Sagrado Corazón, por ejemplo, ya no se dividen en “madres” y “hermanas”.

En el Opus Dei aparecen cosas tan obsoletas como lo de escribir al Padre con pluma estilográfica. Lo de menos es la obsolescencia. Lo malo es el modo de captación y explotación del servicio doméstico. La santidad de $anjosemaría —yo le deseo uno de los puestos más guay en la corte celestial— no justifica ninguno de sus desaciertos ni ninguno de sus desmanes. Yo lo situaría en la corte celestial, bajo un dosel de paño color rojo púrpura, ataviado de prelado doméstico, calzando zapato negro con hebilla de plata, pero no pasaría de allí. A San Blas se le encomienda todo lo relativo a enfermedades de garganta, nariz y oídos. San Antonio de Padua está muy bien acreditado santo casamentero. San Antonio Abad es protector de los animales. ¿Qué hacer con $anjosemaría? Desde luego nada de especializarlo en empleadas del hogar. Además el cargo ya está ocupado por Santa Vicenta María López y Vicuña, fundadora de la Congregación de Hijas de María Inmaculada para el Servicio Doméstico y Protección de la Joven. Si acaso cabría hacerlo protector de quienes pretenden rehabilitarse en algún título nobiliario o destacan por sus humos aristocráticos. De estos hay más de lo que parece. No se me ocurre cosa mejor. En el dosel antes mencionado convendría ponerle unos cuantos escudos linajudos, tantos por lo menos como los que adornaban su oratorio privado de Torreciudad. Habría que negociarlo previamente con la Diputación de la Grandeza, pues es posible que el cargo ya esté ocupado. Pero todo se andará. Soñad y os quedaréis cortos.

Entre los que escriben en OpusLibros hay quienes se lamentan de que la Santa Sede haga poco para corregir desmanes. No es para tanto lamento. Hay que tener en cuenta que les reprobó mezclar el gobierno con la dirección espiritual. El vademécum sobre el “Modo de llevar charlas fraternas” pasó a mejor vida. Algo es algo. Se ha empezado a inscribir a las sirvientas en la seguridad social. Se promulgó la carta Iuvenescit Ecclesia en la que a la única prelatura personal existente se la pone y sitúa en su sitio dentro de la Iglesia. Prelado y nada más, Tomás. También se ha cambiado el régimen de visitas de los numerarios a sus padres y hermanos. También ha recibido andanadas lo del proselitismo, que el librito “Camino” en su punto 793 considera la señal cierta del celo verdadero. Medidas tomadas por parte de la Santa Sede, haberlas haylas. ¿Han respondido a sus requerimientos? Es ahí donde veo yo el fallo, la negligencia, la omisión.

A los jefes del Opus e incluso a los de a pie se les plantea el dilema de a quién hacer caso: a su santo y venerado fundador o a los requerimientos de la Santa Sede. Se encuentran entre Escila y Caribdis. Ahí está la maldición de don Álvaro para quien osare alterar los “rasgos divinos” del Opus Dei. Esos rasgos divinos ¿incluyen también los desmanes y los criterios  y preceptos a veces un poco tontos o irracionales del santo fundador?

El fundador del Opus Dei fue muy prolífico tanto en textos de adoctrinamiento como en reglamentaciones. Lo reguló minuciosamente todo. Aparte de las regulae internae pro administrationibus —o como se llame la reglamentación básica de su  servicio doméstico— recuerdo una nota, que era obligatorio leer en todos los cursos anuales, sobre el modo de redactar un telegrama en caso de comunicar un viaje en avión. Es que nos ponía de tontos. Y había que recordarlo anualmente. Quizá se siga leyendo. Entre tanta literatura se logra encontrar un determinado criterio y también su contrario para casi cualquier cosa. Por ejemplo, frente a la exigencia de contar todo en la confidencia, se desempolvó un papel en el que el Fundador había escrito: nadie está obligado a decir en la Confidencia lo que es materia de confesión.

Graciano, un canonista del siglo XII, es considerado un maestro en el arte de concordar los cánones discordantes. Tras presentar un texto que dice una cosa y otro que dice lo contrario, resuelve la contradicción con una distinción. En determinados casos hay que obrar así; en otros, no. En cuanto al fregado del suelo se ha llegado por esta vía a una solución transaccional basada en distinguir: lo de hacerlo a mano y de rodillas se debe observar en Villa Tevere; no en el resto de casas. Algo parecido han adoptado los mormones en otro terreno. En tema de estimulantes les está vedado ingerir Coca-Cola en Utah, pero no en el resto del mundo. Eso al menos es lo que me han contado.

Pero no todo se puede resolver mediante sabias distinciones. Al encontrarnos con una advertencia de la Santa Sede que choca con una norma o criterio poco razonable o injusto o demasiado minucioso y casuístico, hay que concluir que no nos encontramos ante un rasgo divino”. Se puede cambiar. El beato del Portillo no hizo un elenco de los “rasgos no divinos”, ni de los “divinos”. Hay que irlos descubriendo poco a poco. En lo del servicio doméstico del Opus Dei se detectan muy pocos rasgos divinos. También conviene tener en cuenta que las numerarias auxiliares no son las únicas en padecer engaños e injusticias. Hay que estar atentos a todas y a todos, también a los más vulnerables y sometidos, porque a veces al que más se envalentona, le sale la criada respondona.

Gervasio




Publicado el Friday, 15 October 2021



 
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