Leyendo la publicación sobre “Reflexiones sobre la Administración en el Opus Dei: riquezas y perspectivas”, me quedé con una idea muy clara: más que tantos argumentos sesudos (ninguno de los cuales, leyéndolos, tiene la evidencia de una demostración sencilla y sincera, muchos puntos hay que volver a leerlos una y otra vez por entender lo que se quiere significar y/o demonstrar), lo que me parece la demostración más clara de la naturaleza de las numerarias auxiliares es la semejanza, o más bien, la completa sobreposición, que puede hacerse entre su presencia dentro del Opus Dei y la presencia de los hermanos legos en las congregaciones masculinas y las hermanas de velo blanco en las congregaciones femeninas. El papel de las tres realidades a las que me refiero es hacer más vivible la vida diaria en realidades que tienen como primer objetivo de su vida otros compromisos, descargar el núcleo central de la organización de faenas molestas y poco atrayentes, sin llegar nunca a tener responsabilidades de mando y de cuidado espiritual dentro de la organización. Y a esto están destinadas y destinados –salvo quizá honrosas excepciones- personas que provienen de medios sociales más modestos...

Tuve unos intercambios con otros Orejas acerca del argumento, en los que se evidenciaron dos factores que voy a comentar en mis contestaciones: la primera es que las mujeres hasta ahora han demostrado tener más capacidad para los cuidados domésticos. La segunda es que en todas las congregaciones los legos y las hermanas de velo blanco no tienen posibilidad, según lo previsto por sus reglas y constituciones, de cambiar su papel dentro de la congregación, al contrario, cuando alguno de ellos intentó cambiar esta situación, no logró que la Iglesia aceptara ese cambio.

Siguen mis contestaciones a esas argumentaciones que, quiero subrayarlo, no tenían ninguna intención de justificar la realidad de las numerarias auxiliares, sino sencillamente colocarla dentro del marco histórico y eclesiástico de referencia. Pero especialmente por lo que se refiere al segundo argumento insisto en que la existencia de las numerarias auxiliares dentro del Opus Dei es perfectamente comparable con las de legos y hermanas de velo blanco para pretender demonstrar que se origina por otras exigencias, y menos aún de una distinta pretendida “voluntad de Dios”.

En este argumento, como en tantos más, el error estratégico del Opus Dei consiste en pretender haber nacido de un claro “origen divina”, de una “revelación sobrenatural”, de haber “llegado con cien años de antelación”, de ser una vocación con una espiritualidad específicamente seglar, y después caer en praxis y teorías claramente atribuibles a las más rancias y “religiosas” (en el sentido institucional) formas de vida.

Acabo también de leer lo que me escribes a propósito de mis comentarios de ayer... No tengo ningún reparo en admitir lo que me dices acerca del ambiente que se crea si los cuidados domésticos son confiados a varones. Que las mujeres tienen mejores capacidades en ese campo, ya por su forma de ser, ya por legados culturales de siglos, si no de milenios, no se puede negar, aunque yo conozco honrosas excepciones...

Otra cosa es que las personas que se destinan a esa misión, en la realidad que todos conocimos bien, sean tratadas como empleadas domesticas –tratándola de usted; destinándole centros, directoras, vajillas, ropa, uniformes para el servicio distintas de las demás numerarias; negándole la posibilidad de tener papeles de formación, organización, responsabilidad dentro de las actividades y con otras personas con su misma vocación y para eso negándole mejorar su formación cultural, exigiéndole sólo que se forme profesionalmente y no también humanamente- y pretender frente al mundo que no es así, que son parte de la familia. Conozco muchos episodios, históricos y literarios (pienso en la serie de Dowton Abbey, por citar una serie que quizá muchos vimos en la televisión), en los que las empleadas domésticas de antiguas familias eran tratadas con cariño y respeto, “como” una persona de familia, pero eso, “como”, no que lo fueran realmente… Cuando se moría el abuelo no heredaban, por decir algo...

En el Opus Dei las nax son tratadas con cariñosa condescendencia cuando le va bien o con frialdad y exigencia cuando le va mal, con toda la gama intermedia de situaciones posibles. Te diré más: lo mismo puede pasar a menudo a las numerarias, pero al menos estas, en general, tienen unos estudios que le ayuda más fácilmente a reconstruirse si deciden salirse. Las nax no. Muchas veces sus familias viven en pueblos pequeños donde puede ser mucho más difícil encontrar trabajo, y al irse del Opus Dei necesitan apoyarse a sus familias porque, al salir sin un euro no pueden quedarse en las ciudades.

Ahora, no tengo problema en admitir que esto haya pasado por las circunstancias históricas en las que vivimos hace 50, 40 o tan sólo 30 años. En cambio, que esto sea voluntad de Dios, dentro de una institución que se jacta de haber llegado con cien años de antelación, no lo admito en absoluto, y me escandaliza que sigan con este argumento –con el que pretenden además seguir con esta praxis- como si nada, atrasando parece que al infinito el momento de pedir perdón y reconocer tanto mal provocado.

El hecho de que el ser legos no admite cambios tampoco en las congregaciones religiosas confirma la tesis que las nax y su papel dentro del Opus Dei, están modeladas en base a las congregaciones religiosas. Esto hay que subrayarlo para evidenciar que las razones reales por las que la figura de una nax está dibujada de esa forma es ésta y no otra. Yo, la verdad, no creo tampoco que Dios, y su llamada, pueda entrar en esto ni en los religiosos. La intervención del viernes en Opuslibros de Gervasio va en esta dirección: le hacemos decir a Dios lo que nos da la gana, con una diferencia peyorativa para el Opus Dei, porque mientras un religioso que se hace lego sabe a lo que va, en el Opus Dei, a causa del famoso “plan inclinado”, lo descubres cuando ya es muy tarde y mucho más difícil dar marcha atrás.

Además yo creo que lo lógico, en lo que se pretende que sea una realidad querida por Dios para santificarse en medio del mundo, y por lo tanto según las lógicas sanas del mundo (y no las lógicas de los religiosos), como trabajar bien con el corazón y con la cabeza, comporta en unos cuantos casos mejorar y crecer en tu profesión, y hay que dejar espacio a la evolución profesional de cada cual. Y esto no riñe con que, en cambio, muchas puedan estar cómodas en su papel profesional y no querer salir de allí. Lo que falta es la libertad de la que, por no ser religiosos, tendrían que gozar las personas dentro del Opus Dei por lo que se refiere a su actuación profesional, como por otro lado admitía el mismo fundador en los comienzos, al menos teóricamente.

Como leía recientemente a raíz de otras consideraciones mías muy lejanas de estos problemas, los cristianos tendríamos que tomarnos mucho más en serio el tercer mandamiento, y no ampararnos detrás de Dios, de su nombre, de su voluntad, de sus llamadas... para justificar nuestras ocurrencias y nuestros disparates. No tendría que ser tan difícil imaginar una institución como el Opus Dei en la que la gente vive como una familia y en la que por lo tanto unas cuantas, como le pasa a las mujeres casadas y madres de todo el mundo, se dedican a las tareas domésticas para las dos secciones, pro tempore o para siempre, según se van desarrollando las circunstancias en su vida, con posibilidad de decidirlo con el paso del tiempo. Y cuando, por evolución personal o por otras razones, alguna decide cambiar de trabajo siguiendo santificándose en otro distinto, si son suficientes las que quedan bien, si no “las” demás o “los” demás se arremangarán y ayudarán, quizá buscando también ayuda fuera, como pasa en tantas casas de familias realmente seculares.

Al cabo y al final, no sé si se entiende, el problema no está si es mejor o peor que los trabajos domésticos los hacen los hombres o las mujeres, o si hay que escogerlos para siempre en la vida o tener la posibilidad de cambiar. Yo tengo mi punto de vista muy claro acerca de estos asuntos, pero es el mío y se puede no compartirlo con todo derecho. El problema son los argumentos que se allegan para defender la posición, que se asumió por unas razones estrictamente prácticas y que se quiere hacer entender que son razones sobrenaturales.

Elena