Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Libros silenciados: Alguien voló sobre el nido del cuco.- Gervasio

020. Irse de la Obra
Gervasio :

 

Alguien voló sobre el nido del cuco

Gervasio, 31/01/2022

Tardé mucho en enterarme de qué significa eso de volar sobre el nido del cuco. Todo el mundo sabe que ese es el título de una película famosa y merecidamente oscarizada. Después de mucho preguntar e indagar sobre todo con estadounidenses, llegué a la conclusión de que es una expresión de argot, de germanías, de jerga, de como dicen ellos slang y más concretamente del argot de la hampa. En cuanto al significado, la expresión sirve para manifestar que alguien se escapó de una cárcel, de un manicomio —como sucede en la película— de una situación de drogadicción en que alguien se encontraba atrapado, de un campo de concentración, etc., de cualquier situación permanente, insoportable y desagradable. Lograr salir de allí es algo difícil de conseguir. Es un triunfo. Del que lo logra se dice que voló sobre el nido del cuco. Volar sobre el nido de cuco no es satisfacer una ambición, cosas tales como hacerse millonario o convertirse en un cantante de éxito internacional. Es salir de un infierno del cual casi nadie logra evadirse…



De alguien que ha abandonado  el Opus Dei, bien se puede decir que voló sobre el nido del cuco. Es difícil salir de allí. Pero hay modos y modos de volar sobre el nido del cuco. Algunos lo hacen escribiendo una carta de petición de dispensa; otros sin escribirla; unos dando un portazo; otros, callada y sigilosamente; algunos con engreimiento; otros avergonzados por el paso dado, etc. Quisiera fijarme especialmente en los que se van pero les queda un sentimiento de culpa.

Le confiaba un ex a otro ex:

—Es que me siento culpable. No estoy a gusto conmigo mismo.

—No te preocupes, en cuanto tengas el primer hijo, se te van al garete todos esos pensamientos.

Otro me contó que había decidido auto-lavarse el cerebro. El método del lavado consistía en hablar mal del Opus Dei y de la Iglesia católica a troche y moche, a ver si así le desaparecía todo sentimiento de culpabilidad hacia ellos.

     —Pero es que luego me acuerdo de Santa Teresa, que hablaba del infierno… y me entra un miedo…

Hay otros que por el contrario tras dejar el Opus Dei rezan más que antes, como para compensar y reparar. Me lo contaba divertido un compañero de centro de estudios, que todavía sigue en la Obra, al darme la novedad sobre los que estuvimos juntos en el centro de estudios. El miedo al infierno lo había llevado a intensificar más la piedad.

Hay quienes tras abandonar la prelatura, van a un psiquiatra. Es opción no descartable, si es que hay un asunto psíquico importante de por medio. Pero un psiquiatra será persona adecuada para quitar otros sentimientos de culpa, pero no el más adecuado para quitar el sentimiento de culpa proveniente de considerarse culpable por haber abandonado el Opus Dei. Para eliminar ese sentimiento de culpa lo que considero más acertado es acudir a un “mal pastor”. A ser posible antes de pedir la dimisión y si no, después.

No es necesario confesarse con él, basta tener una charla. Enseguida se hará cargo de que no tienes o tenías obligación de continuar en el Opus Dei y de que, como consecuencia, no cabe apreciar pecado en tú conducta. Un “buen pastor” lo probable es que en confesión te “perdone” con benevolencia el inexistente pecado, con lo cual continuarás alimentando el sentimiento de culpa. Es que los “buenos pastores” están acostumbrados a perdonar conductas que no son pecado: incumplir no sé qué norma de piedad, que me comí una galleta sin el debido permiso, etc. El padre dominico al que acudió Carmen Tapia, la escuchó y a continuación le dijo que no le daba la absolución, porque no la necesitaba.

¿Pecas si vas a confesarte fuera?, no responde  el Fundador. ¿Tienes buen espíritu?, no responde el Fundador. Bueno, pues si no es pecado, no hay inconveniente en ir a un “mal pastor”. No hay que sentirse culpable por comportarse lícita y legítimamente. Si un buen día uno ha dejado de cumplir una norma de piedad, lo que procede no es acusarse de ello en confesión sacramental, sino en la enmendatio, donde uno se acusa de haber incumplido el código de Derecho particular de la prelatura, que como en él se lee (Cfr. 181) es santo, inviolable y perpetuo. Es el equivalente a la regla de los religiosos, de la cual también se predica que es santa, inviolable y perpetua. De allí está copiado. En obsequio a la brevedad, voy a referirme a ellos como la santa regla o bien el santo código. En el Opus Dei se establece  que la santidad ha de buscarse cumpliendo las normas de su santo código (2§1). En las santas reglas suele decirse lo mismo, refiriéndola a la propia santa regla.

€scrivá se apuntó y nos apuntó a eso. Si me cumplís las normas, habréis encontrado la santidad, la salvación, la perfección… El Opus Dei lo que facilita es que quienes no pertenecen al estado religioso, los seglares, puedan hacerse santos cumpliendo las normas de su santo código. Hay que distinguir, pues, dos tipos de normas de conducta, dos caminos —two ways que dicen los ingleses—, dos modos de alcanzar la santidad: las santas reglas para los religiosos y los santos códigos para los seglares. Eso nada tiene que ver con la llamada universal a la santidad que enfatizó el Concilio Vaticano II. Tal llamada universal significa que la santidad puede alcanzarse, como de hecho ha sucedido a lo largo de la Historia, sin necesidad de sujetarse a reglas o códigos ideados por fundadores que promueven la santidad en base a la observancia de sus santos códigos o santas reglas. No tener en cuenta esta distinción lleva a la larga, como veremos, a no distinguir correctamente entre culpa y pecado.

Los católicos corrientes y molientes no están sometidos ni a una santa regla ni a un santo código, por lo que no se sienten culpables por incumplir una santa regla o un santo código. Pueden igualmente alcanzar la santidad tan ricamente. Tampoco de sienten culpables de no haber abrazado el estado religioso o de no haberse hecho del Opus Dei.

Los religiosos y los pertenecientes a la única prelatura personal existente, pueden tener y suelen tener sentimientos de culpa si incumplen la santa regla o el santo código en todo o en parte. Eso les lleva a acusarse de incumplimiento de su  regla o su código y a pedir perdón por ello. Lo llevan a cabo en el capítulo de culpas, llamado en el Opus Dei enmendatio.

La enmendatio es una copia del “capítulo de culpas” conventual, consistente en acusarse a uno mismo, puesto de rodillas, ante toda la comunidad declarándose culpable de haber trasgredido la santa regla de conducta o el santo código de conducta. Seguidamente el abad o el director les impone una pequeña penitencia: rezar un padrenuestro o algo de esta índole. Tal práctica presupone que uno está sometido a una santa regla o a un santo código al que los demás católicos no están sometidos. Tal práctica piadosa nada tiene que ver con el sacramento de la penitencia; es decir, con la confesión sacramental. En la confesión sacramental uno se acusa de haber cometido pecados; en la enmendatio, de haber incumplido el santo código de Derecho particular.

En la Obra la enmendatio no pasa de ser un acto retórico más que otra cosa, porque decir delante de todos y solemnemente lo que a uno de veras le hace sentirse culpable, por haber faltado al santo código, provocaría hilaridad en la mayoría de los casos. Por eso ha de consultarse previamente con el director si la “culpa” de la que uno se acusa y por las que uno pide perdón y penitencia se puede manifestar en público. Por ejemplo, “Tuve un mal momento y aproveché un viaje a Madrid para escaparme a un burdel”. Eso no es propio  de la enmendatio. En la enmendatio no se perdonan los pecados, para ello hay que acudir al sacramento de la penitencia.

En cualquier caso la petición pública de perdón y penitencia ha de ser edificante. Hay que manifestar algo que presuponga cierta delicadeza de conciencia, por ejemplo, “me acuso de haber descuidado la mortificación corporal” o bien “el trato con los ángeles custodios”. Acusarse de haber olvidado rezar el pasado martes el salmo II, sería considerado demasiada delicadeza de conciencia. Total que por carta de más o por carta de menos sólo cabe acusarse en público de un reducido número de “culpas”. Cabría consignar en un documento escrito el número de “culpas” que pueden ser objeto de enmendatio. Se simplificaría así la auto-inculpación: me acuso de las culpas 7 y 11, pongamos por caso. Eso es lo propio de la llamada “penitencia tarifada” que arraigó en las Islas Británicas en el siglo VI. El Poenitentiale Columbani contempla las siguientes culpas: homicidio: ayuno de diez años; sodomía: ayuno de diez años; fornicación (una vez): tres años; fornicación (varias veces): siete años; robo: siete años; masturbación: un año. Es una tarifa penitencial prevista para monjes; no para seglares. Los monjes tienen voto de castidad. Tales conductas son contrarias a la regla, independientemente de que sean o no pecaminosas por sí mismas. Curiosamente no aparece en la lista el adulterio. No es considerado transgresión propia de monjes. El adulterio, en cambio, aparece continuamente y mucho como transgresión, en la enumeración de pecados propios de seglares. No aparece el resto.

En la confesión sacramental procede auto-acusarse de haber ido a un local de alterne con ocasión de un viaje a Madrid, porque es pecado; pero eso puede acarrear que, posteriormente, a uno no le dejen más ir a Madrid o a que aumenten excesivamente los controles, la desconfianza y las restricciones para viajar a Madrid. Por esta razón es por lo que considero preferible acudir al “mal pastor” y no al “buen pastor” para confesarse de pecados. El mal pastor guarda el sigilo sacramental propio de la confesión; el “buen pastor”, no. Hay que acostumbrarse a ese lenguaje propio de paralíticos cerebrales que se utiliza en el Opus Dei. “Buen pastor” es el que no guarda el sigilo sacramental; “mal pastor” es el que sí lo guarda. Así andamos. Pero hay más.

No es sólo que el “buen pastor” dé a conocer al consejo local lo que ha oído en confesión; es que también hace partícipe de ello al resto de la casa. Salía yo de vez en cuando, algún domingo que otro, con otro u otros  numerarios de paseo semanal o de excursión mensual. Solíamos tomar unos vinos y/o refrescos en un bar. Un día me cogió aparte el sacerdote de la casa y me dijo: no vayas a tomar vinos con Fulanito. No le viene bien. Y puso cara de circunstancias. Qué es lo que me dio a entender, y por supuesto entendí: que Fulanito como consecuencia de beber alcohol acababa masturbándose. La ingesta moderada de alcohol produce a veces el efecto de estimular el apetito sexual. Pero hay más.

Buen pastor es el que acepta como materia de confesión lo que es propio de un capítulo de culpas. El mal pastor en cambio no acepta como materia de confesión lo que es propio de un capítulo de culpas, de una enmendatio. En la confesión procede acusarse de pecados, pero no del incumplimiento del santo código. Esto último es materia para despachar con el laico designado por el director para la charla fraterna. No hay que tratar allí de pecados, pues el laico no los puede perdonar. La charla fraterna, por supuesto, es una conversación en privado no una enmendatio. 

El truco del almendruco que el “buen pastor” utiliza para admitir como materia de confesión el incumplimiento de una norma de piedad —la oración de la tarde, pongamos por caso o algo así— consiste en que, aunque por sí mismo el incumplimiento de una norma de piedad no es pecado, puede llegar a serlo por su fin o circunstancias. Pasear —a diferencia de robar— no es pecado y por tanto no es materia de confesión, pero puede llegar a serlo en razón de su fin o circunstancias. Por esa vía se enjuicia como posible pecado lo que no es enjuiciable como tal. Contribuye a esta corruptela el que los del Opus Dei deben confesarse todas las semanas, a diferencia de los católicos corrientes, que están obligados a confesarse sólo una vez al año. De algo hay que echar mano como materia de confesión, aunque no lo sea. Eso origina indebidos sentimientos de culpa.

A una señora le prohibieron —dio testimonio de ello en OpusLibros— comulgar durante quince días por haberse confesado “fuera de casa”. Contra las aberrantes conductas de los superiores de la Obra hay la virtud de desobedecerlos todo lo que haga falta. En el Opus Dei se puede mandar todo, con tal de que no sea ofensa de Dios, decía el Fundador. A lo que hay que añadir: en el Opus Dei se puede desobedecer todo, con tal de que no sea ofensa de Dios. Eso es muy tranquilizador y formativo. Yo lo practiqué bastante. Es muy distinto obedecer a los superiores que agradar a los superiores. Esto último no es obedecer. Es más bien hacerles la pelota. Esa es otra fuente de problemas gordos. La virtud de la obediencia exige además de obedecer,  dejar de obedecer —que no siempre es lo mismo que desobedecer— en aquello que no es justo, equitativo o razonable. Lo dicen todos los moralistas y hay que darles la razón. Pero, claro está, no se predica mucho esa faceta de la virtud de la obediencia.

El “mal pastor” en cuanto se da cuenta de que el penitente se acusa de un incumplimiento relativo a la santa regla o al santo código le dice que eso no es pecado. Por ahí me parece que es por donde va lo de la corona de espinas que €scrivá dice haber sufrido por parte de los sacerdotes que, sin provenir de las filas de los laicos del Opus Dei, confesaban a los del Opus Dei. Fue injusto con ellos.

La perversidad del montaje escrivaniano estriba que en base a su santo código y a sus santos sacerdotes logra hacer pasar por pecado lo que no lo es. No sujetarse al santo código inventado por €scrivá no es pecado. Todo bicho viviente sabe que el catolicismo no impone a nadie cumplir dos horas y pico de normas de piedad diariamente, ir cada año al llamado curso anual, hacer un retito mensual, etc. Para convertir en obligatorio ese tren de vida, lo mejor que hasta ahora se ha inventado es recurrir bien a unos votos, bien a unas botas, bien a unos juramentos, bien a unos no-votos, bien a unos no sé qué, pero que obliguen en conciencia. Que obliguen en conciencia es lo importante. Lo que para los demás no es obligatorio, pasa así a serlo para ellos. Si no cumples tu compromiso, pecas. Ahí habría mucha tela que cortar. ¿Hasta dónde cabe trasformar una conducta lícita en pecaminosa mediante botines o botones? No voy a entrar a ese trapo.

No obstante los compromisos de conciencia, todos los deberes derivados del código de derecho particular de la prelatura pueden cesar, bien por dispensa, bien por lapso de tiempo, cuando el compromiso no es perpetuo. No cabe, en cambio, pedir dispensa para asesinar. Ahí no cabe la dispensa, porque asesinar es pecado. Tampoco cabe que la prohibición de asesinar, cese por lapso de tiempo, un 19 de marzo, pongamos por caso.

Para dejar el Opus Dei basta y sobra con que perpetuarse en la institución suponga vivir en un infierno, en una pesadilla, en un sinvivir. Que a otros les guste estar allí es prueba y contraprueba de que a uno no le corresponde permanecer de por vida anclado en esa situación.

Se quejaba $anjosemaría a grito herido en una de esas cartas denominadas campanadas, ante la posibilidad de ser considerado religioso. Calificaba de tiranía insufrible ser incluido entre los religiosos. Pues bien nadie puede ser obligado a permanecer vinculado al Opus Dei contra su voluntad, si no es lo suyo. Más fuerte es el vínculo conyugal del matrimonio rato y consumado, del que no cabe dispensa, pero cuando la convivencia marital se torna imposible de soportar, se procede al cese de la vida conyugal.

Si lo que alguien rechaza es el santo código y todo lo que de él proviene —ir a cursos anuales, cumplir diariamente hora y  pico de prácticas piadosas, usar cilicio, obedecer a los directores, o a algunos de ellos en concreto, entregarles el dinero que uno gana, etc.,— no se ofende a Dios por rechazar, renunciar o abandonar todo eso. Los casos Opus Dei vs fulanito han de resolverse y se resuelven permitiendo a fulanito volver a ser un católico corriente y moliente; es decir, sin estar sujeto a un santo código.

Uno tiene derecho a no estar sujeto a un santo código del que está harto y que encima no es tan santo como parece y que encima no es de obligado cumplimiento para el resto de los mortales. ¿Que uno por circunstancias de la vida se siente y se ve atrapado en una red de normas y criterios cuyo sentido no entiende? A volar sobre el nido del cuco. No se deja atrás nada bueno. ¿Se abandona a Dios? No. ¿Se aparta uno del cielo? No. Se aparte uno de un infierno. $anjosemaría creía y decía que quien le abandonaba a él, abandonaba a Dios. Mentira podrida.

No voy a ocuparme de los que se largan sin dispensa, bien porque han perdido la fe, bien porque no la consideran necesaria, bien porque no la necesitan. Esos, lógicamente, no tienen sentimiento de culpabilidad por haber volado sobre el nido del cuco.

Gervasio




Publicado el Monday, 31 January 2022



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 020. Irse de la Obra


Noticia más leída sobre 020. Irse de la Obra:
En homenaje a Antonio Petit.- Libero


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.110 Segundos