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 Libros silenciados: ¿Por qué el Opus Dei ni nos ni os acerca de Dios?.- Gervasio

090. Espiritualidad y ascética
Gervasio :


¿Por qué el Opus Dei ni nos ni os acerca de Dios?

Gervasio, 21/02/2022

Se pueden señalar con el dedo muchos usos, actividades y criterios incorrectos dentro del Opus Dei. No me refiero a corruptelas —las corruptelas pueden corregirse—, sino a usos, actividades y criterios que son en sí mismos incorrectos. En OpusLibros ya se han denunciado bastantes: la explotación de las personas en general y en particular la explotación de las numerarias auxiliares; que la dirección espiritual y las tareas de gobierno recaigan sobre el mismo individuo o una misma unidad organizativa; que aumentar el número de afiliados al Opus Dei se anteponga a cualquier otra consideración. Etc.

No voy a abundar en ninguna de las incorrecciones ya denunciadas, sino en algo que todavía no ha sido objeto de denuncia…



Voy a denunciar como “incorreción” que se haya eliminado de las constituciones la práctica de los consejos evangélicos. En el 3§1 de las Constituciones de 1950 se leía: el objetivo general de la finalidad del Instituto es la santificación de los miembros mediante el ejercicio de los consejos evangélicos. Tal objetivo general se eliminó y en su lugar se puso: La Prelatura se propone la santificación de sus fieles, según las normas de su derecho particular, mediante el ejercicio de las virtudes cristianas en el estado, profesión y circunstancias propios de cada uno, según su espiritualidad propia (2§1).

Considero que este cambio nos alejó de Dios a los que éramos del Opus Dei y también aleja a los demás de Dios, tanto en el presente como en el futuro. De un plumazo se eliminó el consejo evangélico de la pobreza. Queda eliminado ese consejo evangélico que dice así: si quieres ser perfecto vende todo cuanto tienes, dalo a los pobres y después ven y sígueme. La pobreza no es una virtud y nadie salvo algunos del Opus Dei la considera tal. La pobreza es un hecho, consistente en carecer de bienes materiales. Esa situación fáctica puede ser querida o no. Puede ser buscada o rechazada. Es aconsejada por Nuestro Señor Jesucristo.

El ejercicio de las virtudes cristianas en el estado, profesión y circunstancias propios de cada uno —que dicen los estatutospermite disponer de los bienes considerados socialmente como  pertenecientes al propio estado y posición social: tengo que tener un mercedes porque es lo que corresponde a mi condición de embajador, pongamos por caso. A una numeraria auxiliar no le corresponde tal. Tiene otro estado personal. Lo evangélico, me parece a mí, es vivir en estado de pobreza, no vivir conforme al estatus social que le haya tocado en suerte. Así cualquiera vive la pobreza. Basta subir o trepar en la escala social o conformase con la que a uno le ha tocado en suerte y basta. Si los del Opus no quieren vivir en pobreza, que no lo hagan; pero que no metan camelos. No hay tal virtud.

Dicen a continuación las citadas constituciones: Igualmente la Prelatura se propone dedicarse con todas sus fuerzas para que personas de toda condición y estado de la sociedad civil, y sobre todo los llamados intelectuales, acepten con todo el corazón los preceptos de Cristo Señor y los pongan en práctica, mediante la santificación del propio trabajo profesional de cada uno en medio del mundo, para que todo se ordene a la Voluntad del Creador; y a formar a los hombres y mujeres por igual para ejercer el apostolado en la sociedad civil (2§2). Pero no hay tal. Lo que quieren es dinero. De entregar lo que uno posee a los pobres, nada de nada.

El Opus Dei ansía dinero dizque para “sus apostolados”, que al parecer son muy caros. Carecen de imaginación para poner en práctica apostolados baratos. La que llaman virtud de la pobreza, la hacen consistir en que sus afiliados ganen mucho dinero, gasten poco y entreguen el sobrante al Opus Dei. Cuanto más entreguen mejor. Y que pidan permiso para cualquier gasto no corriente, porque a lo mejor se exceden en los gastos corrientes. En sus apostolados se decantan por los banqueros, por los ricos, por los que tienen buenos puestos en la sociedad. No se dedican a los llamados intelectuales, porque no pueden ver al Opus ni en pintura y especialmente su índice de libros prohibidos. Prefieren el banquero al empleado de banca. Es más apetecible un catedrático de Universidad, que un bedel de Universidad. Etc. Siempre es más deseable que practique “la virtud de la pobreza” —es decir dar dinero al Opus— un rico que un indigente. No aprecian demasiado el “óbolo de la viuda” (Marcos 12:41-44 Lucas 21:1-4).

La deformación de la virtud de la obediencia ya la traté  en La obediencia temible, del 4-II-22. Respecto a la castidad perfecta, está claro que nunca la practicaron ni la practican los supernumerarios casados, pues como indica el canon 599, lleva consigo la obligación de observar perfecta continencia en celibato. Los solteros del Opus Dei eran de dos clases: los que habían hecho voto de perfecta castidad —numerarios y agregados— y los que no lo habían hecho: los supernumerarios. A partir de 1982 ya no es así. Ya no practican los consejos evangélicos ni los unos ni los otros.

La obligación de guardar perfecta castidad en el Opus Dei, desde 1982, no deriva de cumplir una promesa hecha a Dios, de un voto, sino de una exigencia de los estatutos del Opus Dei. Si quieres ser numerario del Opus Dei, castidad perfecta. Los estatutos llaman a tal opción celibato apostólico. Ya no se practica la castidad perfecta propter regnum caelorum, sino propter apostolatum. Se haba de celibato apostólico como si el celibato fuese un requisito para hacer apostolado. ¡Nanay del Paraguay! Hacer apostolado no exige en modo alguno ser célibe. También hay un estado matrimonial apostólico, una viudedad apostólica y una infancia y adolescencia apostólicas. Generalmente más exitosas que la soltería apostólica.

No se ve demasiado claro que, para hacer apostolado, haya que permanecer solterón. La verdadera razón de que se exija a los numerarios celibato, deriva de que hacen vida en común. Esa vida en común —que llaman eufemísticamente de familia— no sería viable si en las casas del Opus Dei cada numerario viviese con su mujer e hijos. Se exige ese celibato por razones organizativas de convivencia.

Hay determinadas profesiones que exigen la condición de célibe, para poder desempeñarlas mejor. Tal sucedía y no sé si sucede todavía con las azafatas de avión y de soldado mercenario. Tal sucedía con la profesión de criada. Si se casaba dejaba de ser criada. Dejaba la casa de los amos. El numerario, tal como lo conceptualizan los estatutos actuales (Cfr. Número 9), es persona mucho más disponible que un supernumerario o un agregado. La disponibilidad exige soltería: vete a Canadá, vuelve de Algeciras, atiende un curso de retiro el martes, quédate en casa hoy para atender a no sé quién o a no sé qué, etc.

También para hacer vida en común es necesario ser soltero; pero eso no es lo único necesario para la convivencia en común propia del Opus Dei. Se requiere que la casa esté gobernada por un consejo local integrado exclusivamente por numerarios. El requisito básico que les falta a los agregados para tener vida en común, es su falta de habilitación para formar parte de un consejo local doméstico. A lo más, cabe que uno de los tres componentes del consejo local de un centro de Agregados, sea un agregado. Eso es todo. No están previstos consejos locales domésticos formados exclusivamente de agregados. Tampoco caben consejos locales domésticos formados por dos numerarios y un agregado.

La labor con agregados consume una cantidad excesiva de numerarios que bien podrían dedicarse a actividades de mayor interés. Sin ir más lejos, a formar parte de consejos locales destinados a captar numerarios. Es más, para ser director de un consejo local de agregados, no basta un numerario cualquiera, un numerario del montón. Es tarea que requiere mucha experiencia y prudencia. Se lleva a lo más florido de esta categoría de personas del Opus Dei, compuesta por numerarios. Por eso, me parece a mí, la labor con agregados está condenada a ser pequeñaja, comparada con el desarrollo de la labor con  numerarios y con supernumerarios.

Existen centros destinados a captar agregados jóvenes, distintos de los centros destinados a captar numerarios jóvenes. Y lo mismo pasa con los clubs y colegios. No existen, en cambio, centros específicamente destinados a captar supernumerarios jóvenes. Si existiesen irían en detrimento de los centros destinados a captar jóvenes agregados y jóvenes numerarios.

Las personas mayores pueden ser atendidas tanto desde centros de agregados como desde centros de numerarios, sin necesidad de tener que duplicar el consejo local. El consejo local doméstico coincide generalmente con el consejo local del centro de supernumerarios. Un consejo local para agregados puede atender perfectamente también a supernumerarios. Por eso los supernumerarios pueden crecer sin tasa. Además requieren mucha menor atención que los agregados y que los numerarios una vez que ingresaron en la prelatura.

No obstante, los consejos locales domésticos, que además son consejo local de una unidad de agregados, originan distorsiones. El consejo local doméstico está formado por unos numerarios que por serlo han obtenido o están llamados a obtener un doctorado civil y otro eclesiástico. El consejo local doméstico tiene sus súbditos, que son también numerarios. En ninguna casa vive sólo el consejo local. No cabe un director, subdirector y secretario que sólo se gobiernen a sí mismos. La unidad de agregados de la que se ocupa el consejo local —salvo que se trate de agregados intelectuales, que pocos quedan— no tiene el mismo estatus social que los habitantes de la casa.

Esto conduce a crear un lugar donde poder reunir a los agregados para una tertulia, para una meditación, para una charla, para una visita, para un cumpleaños. Eso se concreta en disponer de una casa o piso que no es el hogar de quienes lo usan. Son casas de una todavía más peculiar vida de familia. Se trata generalmente de un club social, que como a todos los clubs sociales suele dárseles un toque familiar. En ellos cabe celebrar la navidad o un cumpleaños, cosas así.

En EEUU y sobre todo en Inglaterra son frecuentes este tipo de clubs sólo para hombres. Es frecuente que esos clubs tengan además de salas de estar alojamiento para hombres; sólo para hombres. No se puede traer allí a la familia a pernoctar, como si se tratase de un hotel. Cabe sólo llevarlos a almorzar muy de vez en cuando o a alguna actividad concreta. Suele ser usado para banquetes nupciales. El servicio doméstico, desde luego no lo llevan monjas especializadas en servicio doméstico. Suelen ser camareros organizados en sociedad por ellos mismos, con frecuencia chinos, con un jefe al frente. Existen ya, me parece, ese tipo de clubs con derecho a pernoctación y comida diaria para agregados. Conocí uno que encontré muy apetitoso. Ya quisiera yo haber tenido algo así cuando era numerario. En vez de vida de familia se practica vida de club. No hay un consejo local doméstico ni de numerarios ni de agregados. Eso es lo decisivo.

La castidad perfecta ha pasado de constituir un compromiso con Dios a constituir un compromiso con la empresa de la que uno depende; en este caso el Opus Dei. La castidad perfecta en el Opus Dei tiene su razón de ser en facilitar la disponibilidad: haz esto, haz lo otro, sin tener que contar con la carga que supone una familia de sangre que impide esa disponibilidad. El numerario ha de ser versátil. Tipo que sirve para todo. Su castidad facilita, además de la disponibilidad, tener una vida en común de hombres con hombres en una casa regentada por un consejo local doméstico.

No hay que escandalizarse demasiado. Es condición propia de todos los sacerdotes de rito latino, sean o no del Opus Dei, vivir en celibato. El celibato exigido a los sacerdotes de rito latino no deriva de un voto de castidad que hayan hecho. Con el mismo criterio, el Opus Dei, desde 1982, exige de los numerarios laicos celibato; pero no voto de celibato. Con el celibato se facilita la disponibilidad y también la vida en común. Los sacerdotes diocesanos asociados al Opus Dei en calidad de sacerdotes agregados, fomentan entre los sacerdotes del clero diocesano vida comunitaria, por supuesto en la medida en que le parezca al Obispo (Cfr. Estatutos 68). Así lo recomienda vivamente el canon 280 del CIC. Yo creo que los agregados del Opus Dei no deben ser tenidos en menos. No hay que condenarlos la vida eremítica.

Todo esto que acabo de señalar aleja de Dios. Encontrarse con el Opus Dei no lleva a encontrarse con Dios, sino con in tingladillo montado por un aragonés, natural de Barbastro, famoso por ser el Marqués de Peralta, además de santo: $anjosemaría. No es lo mismo encontrar a Dios que toparse con el santo Marqués de Peralta. Ningún santo es Dios, iba a decir y digo, sino todo lo contrario. Los santos que son modelo de santidad, se ocultan ellos mismo y señalan el camino hacia Dios. Esa es la clase de santo que merece devoción: el que desparece y nos indica el camino hacia Dios. San Juan Bautista es ejemplo paradigmático de esa clase de santo. He aquí al Cordero de Dios. En el Opus Dei se podrán vivir quizás otras virtudes; pero no la virtud de la religión, de tanto huir de los religiosos, que sobresalen en su práctica. Por eso se llaman religiosos. Comprendo lo de suprimir, por razones de secularidad, el voto de pobreza; pero los otros dos ¿porqué suprimirlos? Especialmente el de castidad resulta difícilmente aceptable por necesidades organizativas. El dinero es necesario para vivir en el siglo, para vivir en el mundo. El dinero es un bien; no un mal. Hay que buscarlo. Y luego emplearlo bien.

$anjosemaría no lleva a Dios, lleva a sí mismo. Ombliguea. Sustituye a Jesucristo en aquello de yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Sustituye a Jesucristo cuando da más importancia a que la misa la diga él que a la misa en sí misma. Dios os pedirá cuenta de poder asistir a la misa que os daré mañana. A los santos no hay que imitarlos, enseñaba. Sólo cabe tenerlos en cuenta como intercesores. Él era la excepción. A él hay que imitarlo, porque encarna el espíritu del Opus Dei. Y don Álvaro recalcaba que el Fundador es el camino reglamentario para llegar a Dios.

El que busca a Dios tiene necesidad de Absoluto, de algo Inefable, de algo Sublime de algo Trascendente. El sentimiento místico no es algo excepcional. Lo tiene mucha gente del pueblo llano. Desde luego €scrivá no atrae a quien busca a Dios con esa ansia mística. Se puede ser fan de él —y los hay— como quien es fan de los Beatles o de Michael Jackson. No sirve como sucedáneo de Dios. Sustituir el culto de latría —el que se debe a Dios— por el culto de dulía —el que se debe a los santos— no da buenos resultados. Resulta poco eficaz. Hablo en términos de eficacia porque eso es ley suprema para algunos. A lo mejor pitan más dedicándose a la dulía. No conozco las estadísticas. Lo importante es sacar  adelante “la labor”. ¿Qué será mejor para sacar adelante “la labor” la latría o la dulía?

¿Faltan vocaciones? Como no van a faltar, si no se las lleva a Dios, sino a un santo, si se suprimen los tres consejos evangélicos clásicos. Hay que preguntase en serio ¿por qué el Opus Dei no acerca la gente al Opus Dei?

Gervasio

 




Publicado el Monday, 21 February 2022



 
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