En suma, se hace recaer sobre el laicado, en vez de sobre el clero, la función de representar y de defender los intereses de la Iglesia católica. En consonancia con tal planteamiento dice el canon 227 del Código de Derecho canónico: Los fieles laicos tienen derecho a que se les reconozca en los asuntos terrenos aquella libertad que compete a todos los ciudadanos (Canon 227). Este canon se inserta en el apartado dedicado a las obligaciones y derechos de los fieles laicos y no en el apartado dedicado las obligaciones y derechos de todos los fieles. Da a entender, pues, a contrario sensu que el derecho a la libertad en asuntos terrenos es un derecho a la libertad de la que sólo gozan los laicos.
€scrivá asume plenamente esta premisa estamental. Los laicos del Opus Dei —no sus clérigos— son los que deben meterse en política y en todos los ámbitos sociales, culturales, educativos, etc., de donde habían sido expulsados los clérigos. Los laicos del Opus Dei son el estamento al que corresponde ocuparse de las cuestiones temporales y terrenales de este mundo, mientras a los sacerdotes les corresponde otros asuntos, más espirituales y celestiales. Tal es la mentalidad estamental de €scrivá.
Personalmente no considero aceptable semejante distribución de funciones por estamentos: unos se ocupan de los asuntos espirituales y otros de los terrenales. Considero que tanto a clérigos como a laicos les corresponde ocuparse de ambos asuntos. Ello lleva a interpretar el canon 227 analógicamente; no a contrario sensu. Si los fieles laicos tienen derecho a libertad en asuntos terrenos, los demás fieles —los clérigos y los religiosos— también la tienen, aunque no sean laicos. Si se indica a los laicos como titulares de esa libertad, es porque son los que más hacen uso y a los que más les afecta esa libertad. Sucede lo mismo que con otros derechos y libertades. Se enumera entre los derechos de la mujer, por ejemplo, el derecho a no recibir maltratos físicos por parte de su cónyuge, cuando en realidad se trata de un derecho de todos los seres humanos, pero que afecta especialmente a las mujeres.
La interpretación a contrario sensu, no me parece la correcta. Prueba de ello es que un sacerdote o una monja pueden votar a quien estimen por oportuno, por ejemplo, en unas elecciones generales o municipales u optar por abstenerse de votar. Los sacerdotes del Opus Dei, que yo sepa, tienen libertad de votar a quien quieran y de no votar. Y lo propio sucede con otros sacerdotes. No les dice su Ordinario respectivo a quiénes tienen que votar. En suma, también los que no son laicos tienen libertad y derechos en asuntos terrenales.
No procede, a mi modo de ver, limitar a los laicos la libertad en asuntos temporales y terrenales, ni asignar en exclusiva a los laicos del Opus Dei la tarea de ocuparse de los asuntos temporales, terrenales, culturales, políticos, etc. Habría que recuperar el papel que los clérigos y religiosos jugaron en el Antiguo Régimen, por supuesto eliminando todos los privilegios de que gozaban entonces y que ocasionó que fuesen odiados y perseguidos, junto con el otro estamento privilegiado, el de la nobleza. Sobre todo porque no pagaban impuestos.
Echo de menos en la cultura española del XIX y del XX a literatos como Calderón, Lope de Vega, Gracián, Santa Teresa, San Juan de la Cruz. No tuvieron que ser laicos, para destacar como literatos y poetas. Echo de menos políticos tan eminentes como el cardenal Cisneros, que fue clérigo y fraile. Tampoco tuvieron que ser laicos, para destacar como miembros del Consejo de Castilla y de las Administración Públicas, muchos de sus ministros y funcionarios. Casi todos eran clérigos. Franco tuvo ministros del Opus Dei en su gobierno, pero nunca fueron clérigos. Ni a Franco le hubiese parecido oportuno, ni €scrivá lo hubiese permitido. Del laico del Opus Dei se espera que esté muy metido en el mundo y en política y en asuntos terrenales. Del sacerdote del Opus Dei, que no lo esté; ni en el mundo de la política, ni en el mundo del arte, ni en el mundo de la abogacía, ni en el de la ingeniería, etc. Su mundo ha de centrarse en el de sus colegas sacerdotes. Los niños con los niños, las niñas con las niñas, los sacerdotes con los sacerdotes. El campo de acción que se asigna en exclusiva a los sacerdotes del Opus Dei es el de la sss+.
Además del deporte y de cuidar de la propia salud, también tienen que tener cabida en la vida de las personas del Opus Dei, me parece a mí, actividades que no pertenecen ni la propia profesión, ni consisten en ejecutar encargos recibidos de los superiores de la Prelatura. No todo tiene que ser o actividad profesional o desempeño de tareas asignadas por la Prelatura. Todos tenemos derecho a un espacio de creatividad personal. Dicho de manera más gráfica: escribir novelas y pintar no deben ser sólo actividades propias de un laico —cual eran Pedro Antonio Urbina y Manolo Caballero— a modo de profesión, sino que también puede ser propias de un cura del Opus Dei. El padre Luis Coloma fue en gran novelista y no por ser novelista dejó de ser un buen jesuita.
La Santa Sede y los obispos afortunadamente van abandonando la idea de que la tutela y defensa de la Iglesia y de la religión católica corresponde al laicado y a los partidos políticos de mayoría católica. Entienden que en cada país esa tutela y defensa ha de correr principalmente a cargo de la jerarquía eclesiástica. En España, por ejemplo, la Conferencia Episcopal Española es la propietaria de la COPE. No se dedica sólo a la difusión de doctrina católica y a transmitir la Santa Misa, sino que es una cadena de radio y televisión generalista.
Para la defensa y tutela de la enseñanza católica se ha constituido la Federación Española de Religiosos de Enseñanza. Titulares de Centros Católicos (FERE-CECA). Es un organismo de Derecho Pontificio con personalidad jurídica propia, integrado, con igualdad de derechos, por los Superiores Mayores de los Institutos Religiosos y de las Sociedades de Vida Apostólica, que se dedican en España a la enseñanza y educación en cualquiera de sus formas, como sus legítimos representantes. Defienden su derecho a la enseñanza católica y la promueven yo diría que más eficazmente que lo hace Fomento SA, que es una institución promovida al efecto por el Opus Dei. Adoptar la figura de Sociedad Anónima como modo de defender y tutelar la enseñanza católica me parece poco realista. Si el Estado desea cargarse la enseñanza católica, lo hará independientemente de que adopte la forma de sociedad anónima o la de organismo de Derecho pontificio.
Fomento SA no quiere integrase en la FERE, pero no existe una institución aconfesional análoga en la que pueda integrarse. Actúa en solitario. Sucede lo mismo que con las prelaturas personales. El Opus Dei es la única prelatura personal existente. Es casi siempre especie única en su género.
La idea inicial era que los socios del Opus Dei deben dedicarse a la enseñanza pública y ocupar puestos en ella, sobre todo en la Universidad. Esa idea inicial fue pronto abandonada por el propio fundador, que erige instituciones no estatales de enseñanza, primero colegios mayores, luego la Universidad de Navarra y posteriormente o al mismo tiempo, el colegio de segunda enseñanza Gaztelueta y más tarde todavía, toda una red de colegios de segunda enseñanza. La Universidad de Navarra absorbió gran cantidad de catedráticos del Opus Dei cuya presencia hubiera sido mucho más provechosa en la Universidad estatal española. Tal era el espíritu inicial del Opus Dei: no crear instituciones propias, sino introducirse en las ya existentes.
La clasificación de las actividades promovidas por el Opus Dei, en razón de su vinculación a él, ha ido variando con el paso de los años. Hubo un tiempo en que se distinguían cuatro tipos de actividades, según su mayor o menor vinculación con el Opus Dei: obras corporativas, obras comunes, obras auxiliares y obras personales. Yo las clasifico en dos: actividades cuyos cargos directivos y pautas de actuación dependen de las autoridades del Opus Dei —bien de la delegación, bien de la comisión regional bien del consejo central de Roma— y aquellas otras que no dependen de ninguno de esos centros de poder del Opus Dei.
La proliferación de actividades vinculadas al Opus Dei y de él dependientes, necesitan cantidades ingentes de numerarios. Han proliferados muchas más que los numerarios necesarios para ocuparse de ellas; tanto que ya desde muy jovencitos los que piden la admisión en el Opus Dei son encaminados a atender esas actividades, como profesores de colegios, directivos de clubs juveniles, etc. Los numerarios también son llamados para ocupar cargos directivos bien en las delegaciones, bien en las comisiones regionales bien en la sede central de Roma. Está muy mal visto rechazar el ser designado para ocupar esos puestos. Ha de considerarse un honor y una muestra de confianza a cuya altura uno no está. Ese es panorama.
La condición de numerario corre el peligro de convertirse en profesión. Tengo un hijo y dos hijas. El mayor es arquitecto, la segunda profesó como carmelita en las Descalzas de Valladolid y la pequeña como numeraria del Opus Dei. Ya los tengo a los tres colocados. A la pequeña sólo le faltan dos años para la profesión perpetua, la llamada fidelidad.
El mencionado padre no sabe muy bien qué hace su hija. Sólo sabe que ejecuta lo que le vayan encargando las directoras del Opus Dei. Yo mismo nunca supe contestar, cuando me dedicaba en exclusiva tareas internas, a qué me dedicaba para ganarme el sustento. Me las veía en figurillas y tenía que meter camelos.
Sorprendentemente son las actividades del Opus Dei las que están acabando con el Opus Dei. El Opus Dei se auto-fagocita. Obliga a los numerarios a dejar de ser numerarios —personas que se santifican en el ejercicio de una profesión secular— para dedicarse a los apostolados del Opus Dei. Tendrían que trabajar en ámbitos distintos de los gobernados por el Opus Dei.
Puestos a proponer cosas imposibles, lanzo una utopía. Una persona muy adecuada para ser director de un colegio de segunda enseñanza sería un sacerdote del Opus Dei. Muchos católicos buscan enseñanza católica sana y tradicional. ¡Qué mejor que un sacerdote de Opus Dei como reclamo! Y que ese sacerdote se busque su propio personal. Podría encontrar parte del personal —tanto para el profesorado como para la administración y servicios— entre numerarios, agregados y supernumerarios del Opus Dei.
La relación del fundador de este utópico colegio con el personal del colegio sería una relación laboral basada en un contrato de naturaleza exclusivamente estatal. No habría que contar con la Delegación para nada. Se trataría de una relación entre profesor y director del colegio que no pasa por Delegación. En ella cabría por supuesto que un numerario tuviera por jefe a un agregado. Cabría que un sacerdote numerario doctor en química fuese el profesor de química del colegio, sin ser para nada capellán del colegio. Sería una organización no obligada a seguir esas interminables reglas internas del Opus Dei. Podría contratar como capellán a un sacerdote religioso, si lo encontrase idóneo. Podría incluso —para que se notase que no se trata de un colegio del Opus Dei— poner nombre de santo o de santa al colegio. Nada de tener que ponerle un nombre de árbol o de peña con el visto bueno de la Delegación. No habría que aplicar en ese colegio las experiencias existentes, ni sobre el modo de llevar nuestros colegios, ni sobre el modo de llevar charlas fraternas, ni sobre nada de nada.
En suma, un colegio no organizado estamentalmente, donde cada persona puede desempañar su cargo al margen del estamento al que pertenece. Quizá ese colegio chutase bien, pitase bien. Desde luego descargaría a la Delegación de mucho trabajo y de tener que consumir y acaparar tanto numerario.
Gervasio
