Testigos directos contaban que Álvaro Portillo volvió a fumar en 1982, cuando la comisión de obispos, cardenales y consultores que trabajaba en la elaboración del actual Código de Derecho Canónico promulgado por San Juan Pablo II decidió poner a las prelaturas personales en el lugar que están, es decir, no como iglesias particulares personales (diócesis)...

Las prelaturas personales quedaron configuradas como estructuras de carácter clerical destinadas a la distribución del clero, o a obras pastorales específicas, pero no como iglesias particulares personales.

Fernando Ocáriz y Mariano Fazio deben estar, pipa en mano, dando vueltas por la Galleria del Fumo. El Papa Francisco acaba de confirmarles con la nueva Constitución Apostólica Praedicate Evangelium que las prelaturas personales no forman parte de la estructura jerárquica de la Iglesia, por razones de pura coherencia con la doctrina del Vaticano II y la legislación canónica.

Como reza un conocido texto de Machado, “la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”. Así que, Roma locuta, causa finita.

San Josemaría dijo que “el Opus Dei nació para servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida”. Al prelado Ocáriz le corresponde asumir la realidad de que la Iglesia quiere que el Opus Dei sirva a la Iglesia como una estructura clerical, de naturaleza carismática, asociativa. Debería hacerlo, y olvidarse de la ensoñación de su propio nombramiento como Obispo, por el que tanto ha luchado.

Álvaro Portillo fue consagrado obispo en 1991. La oficina de prensa del Opus Dei publicó entonces una nota oficial que rezaba así: el acontecimiento “pone en evidencia de modo más claro aún la naturaleza jurídica de la Prelatura”. Ocáriz aprovechó la ocasión para hacer un “comentario teológico” de la noticia. Escribió, entre otras, las siguientes frases lapidarias, o doblones:

“El Prelado ha sido ordenado Obispo porque el episcopado es conveniente a su función eclesial en cuanto Prelado”.

“En consecuencia, como la jurisdicción del Prelado -no sólo sobre los sacerdotes, sino también sobre los laicos- es una verdadera jurisdicción de naturaleza episcopal, (…) es plenamente coherente desde el punto de vista eclesiológico que quien recibe del Romano Pontífice una jurisdicción de naturaleza episcopal como jurídicamente propia, y no vicaria, reciba también el correspondiente Orden sacramental”.

Resulta que las decisiones de la jerarquía de la Iglesia, y por supuesto del Papa Francisco -elegido por el Espíritu- han puesto de manifiesto justo lo contrario de lo que sostenía Ocáriz. El Prelado Ocáriz no es obispo, y por tanto: 1) es evidente de modo más claro aún la naturaleza jurídica de la prelatura como estructura asociativa clerical; 2) la ordenación episcopal del Prelado Ocáriz no es conveniente a su función eclesial; y, 3) la jurisdicción del prelado Ocáriz no es una verdadera jurisdicción de naturaleza episcopal.

Por tanto, el prelado Ocáriz debería retractarse públicamente, o siquiera matizar, aquellas afirmaciones en las que deslizaba que el Papa Francisco no es “plenamente coherente” si no lo consagra como obispo.

Es hora de que de que el Prelado Ocáriz abra los ojos y abandone la actitud de narcisista autorreferencialidad institucional en la que está instalado, para dedicarse a su misión de sacerdote que preside una organización de sacerdotes con la que colaboran muchas otras personas consagradas a su misión.

Lincoln advirtió de que “se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”.

El prelado Ocáriz se encuentra en una delicada situación. Llama la atención que el comunicado publicado en su página web a propósito de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium dice una verdad: “no se modifica en nada la sustancia de la Prelatura del Opus Dei”. Efectivamente, no hay modificación, sencillamente es un recordatorio acerca de qué sea la sustancia del Opus Dei: una realidad clerical de naturaleza asociativa que no forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia, que es puesto en su sitio (en la Congregación del Clero).

El panorama que tiene por delante el Prelado Ocáriz es complejo. Puede aceptar la doctrina de la Iglesia Católica sobre las prelaturas -también la jurídica-, le guste, o no. Por esta vía recuperará la plena comunión con el Papa. La otra opción, es seguir negando la realidad, erre que erre, como el borrico de noria, viviendo con la soga al cuello en un mundo paralelo. Por este camino sitúa al Opus Dei fuera de la Iglesia, como un nuevo Palmar de Troya del siglo XXI.

Sea cual sea su elección, le deseo todo lo mejor. Que Dios bendiga al Prelado Ocáriz, a los que queden dentro y a los que decidan salir pitando.

Ex-Oficial de Comisión