Ingresamos al Opus Dei como numerarias/os movidos por nuestro deseo de amar y servir a Dios a través de nuestras vidas comunes y corrientes. De hecho, era una condición para el ingreso: no sentir ni haber sentido vocación de monjas ni frailes. 

“...nuestro Padre vio claramente que el Señor quería en su Obra a personas de todos los ambientes de la sociedad —laicos y sacerdotes, solteros, casados y viudos, en unidad de vocación—, dedicadas a la búsqueda de la santidad y al ejercicio del apostolado en medio de las actividades humanas.” (Glosas sobre la obra de San Miguel, Roma, 1987. pag.1.)

Este ideal encendió nuestros deseos de santidad y pedimos ser admitidos en el Opus Dei...

Una vez escrita la carta de admisión nos dijeron: “la entrega es del TODO y para SIEMPRE”, sin saber qué contenía este todo. El para siempre se entendía: nunca habría que irse.

De ahí en más, la formación inicial iría develando las partes de ese todo a través de clases y otras te las enseñaban a medida que uno las planteaba. El plano inclinado: ir dando la información de a poco, para que nadie se espante de golpe. 

Quisiera, a medida que voy recordando, ir narrando los descubrimientos del TODO que eran incompatibles con ser una “cristiana corriente” no “como las demás” sino “siendo las demás”.

Para quienes se preguntan, yo inclusive, cómo no pude reaccionar antes estas cosas que iban en contra de mi vocación de bautizada, hija de Dios, en medio del mundo… me respondo que es un método de captación, como lo es el grooming, el gaslighting… uno no reacciona porque hay amabilidad, sonrisas, alabanzas, usan tu ilusión, el “estamos para hacer grandes cosas por amor a Dios”… Son las personas que te aman, que están para cuidarte, que son parte de la Iglesia, las que te van engañando y abusando. Abusan de tu ignorancia, confianza, inexperiencia, tu ser adolescente y tu conciencia. Te dijeron que eras como los demás pero te enseñan a hacer cosas raras que nadie en tu entorno hace. Es confuso, pero a la vez, se supone que estás aprendiendo y que los que saben son los adultos que te están enseñando.

Entonces:

Los numerarios del Opus Dei, ¿son cristianos corrientes, iguales a los demás, como los demás? 

En el derecho canónico: 

SI. No forman parte de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei a la que solo pertenecen Sacerdotes y seminaristas. Colaboran orgánicamente con sus apostolados y si quisiera un papel del Opus Dei que certifique que fui numeraria durante 17 años, no me lo darían. No hay registros de nuestra pertenencia a la Prelatura porque jurídicamente no la hay.

En la teoría y práctica del Opus Dei:

NO. A mis veintis trabajaba de mi profesión y me rondaba la idea de hacer cursos de especialización, acudir a congresos. Le pregunté a quien era mi directora espiritual, una mujer mayor que debía saber sobre praxis del Opus Dei, cómo podía hacer para capacitarme. Yo aportaba mí sueldo entero al Opus Dei y el único modo que yo veía posible era ahorrando cada mes.

Me dijo: LOS NUMERARIOS NO AHORRAN.

En realidad lo dijo para no ahondar en el tema, porque la realidad es que los numerarios no ahorran, entregan todo su sueldo, a no ser que tengas permiso del gobierno del Opus Dei. O sea… no ahorran, pero si conviene al Opus Dei, sí.

“Los Numerarios y Agregados que desarrollan —solos o asociados con otras personas— actividades profesionales que comportan inversiones económicas, ponen especial empeño en vivir con plenitud, íntegramente, el desprendimiento de los bienes de la tierra y la obligación gustosa, y libremente adquirida, de destinar todos sus ingresos profesionales a sacar adelante los apostolados de la Obra, después de cubrir sus propios gastos personales. 

(...) Otra posibilidad es destinar a la inversión profesional una parte de los propios ingresos de trabajo. En este caso, teniendo en cuenta el compromiso general de ponerlos completamente a disposición de las necesidades apostólicas, el Numerario o Agregado informa al Consejo local acerca de la actividad que desea emprender, la inversión que considera necesaria, y la parte de los ingresos que destinaría a este proyecto; el Consejo local transmite —con su opinión— estos datos a la Comisión Regional, que decide si se autoriza o no el plan propuesto; en su caso, una vez obtenida la autorización, el interesado continúa entregando en el Centro todos los frutos de su trabajo. En el momento previsto, retira la cantidad aprobada, del modo previsto por la Comisión Regional.” (Glosas sobre la obra de San Miguel, Roma, 1987. Empleo de bienes en actividades profesionales. pág. 63)

Conclusión

Si para disponer del dinero percibido por tu trabajo debes pedir permiso al prelado o a la Comisión Regional del Opus Dei, sos un cristiano corriente pero no vivís como un cristiano corriente. Vivís como un religioso sin serlo: raro, rarísimo.

Lúlu