Así parece ser amigo mío, es un proceso natural y muy común en todos los campos del conocimiento que abarca la naturaleza humana.

El amigo científico que lo afirmaba -un "ex" muy considerado dentro y fuera de la organización- venía también a referirse que, para comprender muchos procesos, hay que tener la capacidad de extraerse y salir del entorno, abandonar la obsesión interna para obtener una visión más amplia y objetiva que permita avanzar.

Ponía un ejemplo muy ilustrador: vivir en el planeta Tierra implica estar sometidos a la ley de la gravedad. Sólo empezamos a adquirir verdadero conocimiento de nuestra realidad física cuando miramos más allá del propio horizonte, cuando nos interesamos en definitiva por lo que hay allí fuera. Cuando buscamos ese Universo del que formamos parte en una proporción apenas medible.

Y cuanto más nos alejamos de la subjetividad -siempre con voluntad e inquietud para avanzar- más entendemos. La visión desde el exterior proporciona la necesaria perspectiva para comprender la vida recluida y condicionada a una ley física. En nuestro caso, a una ley humana -con ropaje de divina- de una prelatura de la Iglesia Católica en particular.

Para comprender mejor una realidad corporativa hay que entrar, vivirla y dejarla. Unos son felices sin entrar, otros, pocos, lo son mientras están dentro. Y, los más, los liberados del influjo gravitacional que somos felices averiguando qué fue lo que pasó.

Manzano