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 Tus escritos: La sombra de Catania es alargada.- Antonio Moya Somolinos,

010. Testimonios
Antonio Moya :

El tiempo va situando a cada cual en su sitio. A estas alturas cada vez es más evidente la mediocridad de Javier Echevarría, anterior prelado del Opus, hombre inútil donde los haya, cortito de inteligencia y más cortito de talento, quizá por ello tan fanático de san Josemaría hasta el punto de malgastar la vida siendo un perrito faldero bajo las faldas del fundador del Opus y renunciando desde muy joven al noble oficio de pensar.

Esa opción, unido a los vientos, felizmente pasados, de ese Papa polaco, le llevó muy lejos, a algo que le superaba claramente, llegando a ser prelado del Opus Dei y obispo titular de Cilibia.

Nunca se enteró del mundo en que vivía. Por eso, al poco tiempo de haber sido nombrado prelado del Opus Dei, ante 1.500 espectadores tuvo la imprudencia de hacer esas famosas manifestaciones, muy ausentes de ciencia y muy cargadas de falta de caridad, contra quienes, según él, no vivían “la pureza” antes del matrimonio, asegurando que una consecuencia de esto es la procreación de hijos discapacitados...



 OpusLibros se hizo eco de este tremendo error cometido por este sacerdote de Jesucristo. La prensa local lo aireó y hubo peticiones de rectificación pública, la cual nunca llevó a cabo el prelado, pensando que valía más su prestigio que su humildad.

Sus “hijos”, siguiendo los pasos – como diría san Josemaría – de “los buenos hijos de Noé”, ocultaron todo lo que pudieron aquel incidente, pensando que caería en el olvido. Pero se equivocaron. Por aquellos años ya empezaba a funcionar Internet, el gran enemigo del Opus Dei, porque es Internet el que ha posibilitado que una humilde y pequeña página web como OpusLibros haya puesto de manifiesto en estos 20 años todas las cosas que en el Opus Dei hubieran querido que nunca se supieran y que permanecieran ocultas a los miembros del Opus Dei y a los demás.

Cambio de escenario.

Tengo un amigo que es franciscano y que hace unos meses me presentó a un amigo suyo que es masón.

Hago un inciso: En mis 42 años en el Opus siempre tuve cierto pre-juicio hacia los masones. Siempre pensé de ellos las peores cosas, aunque nunca las comprobé. Debo de reconocer que, aunque hoy día, sobre todo desde que abandoné el Opus, pero ya desde cierto tiempo atrás, tiendo a no pre-juzgar a los demás o a no emplear argumentos ad hominem, es decir, descartando en primer lugar a la persona, y a continuación todo lo que esa persona diga o haga; a pesar, como digo, de que poco a poco me voy liberando de los pre-juicios, para centrarme en analizar contenidos, vengan de quien vengan, a pesar de eso, debo decir que nunca he tenido un amigo masón y me cuesta acostumbrarme a ello, pero lo voy logrando, quizá sobre todo después de leer la encíclica Fratelli Tutti, con la cual el Papa se ha ganado no pocos enemigos “católicos” de los de siempre, que por haber escrito esa encíclica ya le han colgado el sambenito de “Papa masón”.

Quizá eso de defender “la fraternidad universal” no cuadra con quienes dicen ser católicos, si bien es verdad que Nuestro Señor nos habló en muchas ocasiones de “su Padre y nuestro Padre”, de lo cual cualquier persona con dos dedos de frente deduciría que todos somos hermanos, no solo los que así son designados desde el púlpito.

O sea, que tengo un amigo masón, que además, me dice que para él lo más importante de su vida es el tao y Jesucristo.

Debo decir que todavía no he tenido tiempo de investigar qué es el tao, pero lo haré, no solo por curiosidad, sino por tener un punto más de encuentro con este amigo mío, que por cierto, es una persona normal, jubilado como yo, con mujer, hijos y nietos, etc.

Mi amigo masón me dice además que en lo temporal, sus ideales masones son Libertad, Igualdad y Fraternidad, a lo que le he respondido que también son ideales míos, sobre todo porque creo que son ideales cristianos, de lo que deduzco que los masones y los cristianos tenemos eso en común, y no me parecería mal que de una puta vez, en vez de emplear argumentos ad hominem, empleáramos argumentos sobre contenidos, con vistas a ver qué nos separa y qué nos une, o como dijo una vez el cardenal Roncalli, futuro san Juan XXIII, a un diplomático recalcitrantemente comunista al que conoció y con el que cenó en la embajada de París: “Qué alegría, porque a usted y a mí lo único que nos separa son las ideas”.

Habiendo hecho este pequeño prolegómeno, paso a exponer lo que me ha pasado hoy. Mi amigo el masón me manda un whatsapp que remite a un twit  en el que se recoge una foto de Javier Echevarría de sus primeros momentos como prelado acompañado, entre comillas, de estas palabras suyas: “El 90% de los discapacitados son hijos de padres que no han mantenido la pureza antes del matrimonio”.

Son las palabras a que me he referido al principio de estas líneas, pronunciadas en Catania.

 

Junto a esa foto y ese texto aparece un comentario desgarrador de mi amigo masón: “HIJO DE SATANÁS, ERES UN HIJO DE SATANÁS. Nosotros tenemos un hijo discapacitado y nuestra ética en cuanto los derechos humanos, respeto, ética y empatía con los pobres y enfermos está infinitamente por encima de la tuya y todos los tuyos. HIJO DE SATANÁS.

Me parece que sobran comentarios, aunque yo le he hecho uno por whatsapp a mi amigo masón. Dice así: “Estoy totalmente de acuerdo contigo. Estas declaraciones de Echevarría son ciertas. Las pronunció en Catania, ante 1.500 personas, poco tiempo después de ser nombrado prelado del Opus Dei. Hablamos del año 1996. Aparecieron en la prensa local italiana y se le exigió una rectificación que nunca hizo. Un verdadero canalla, además de un ignorante en medicina. A los del Opus Dei de otros países nunca se nos dijo esto y se procuró que no se supiera. Sin embargo, en la era de la globalización y de Internet, no se pueden poner puertas al campo. Al final todo se termina sabiendo”.

Inmediatamente he recibido un mensaje de mi amigo masón (que también es hijo de Dios y tiene corazón con el que ama a los demás, a su familia, a sus hijos, a sus amigos) que dice así: “No sabes cómo te agradezco tu comentario. Un abrazo”.

No se por qué esto me ha llevado a recordar un pequeño sucedido que tuvo lugar en el centro del Opus de Ramirez de Arellano 6 de Córdoba pocos meses antes de largarme del Opus.

Debía ser la hora de la cena. Ahí ya no se cenaba en grupo, sino que cada cual iba al comedor, en torno a las 9 o las 10 de la noche, cuando le venía bien.

Entré en el comedor y ahí solo estaba Juan Vera, que pocas semanas antes había dejado de ser el director de la delegación de Sevilla y había venido a vivir a Córdoba, al mismo centro donde yo vivía.

No se por qué se me ocurrió comentar que ese día había estado con unos amigos en el museo de Julio Romero de Torres, e hice algunas alabanzas de este pintor cordobés.

Juan Vera, sin detenerse a comentar aspectos artísticos de su obra, solo me dijo que Julio Romero de Torres era un lujurioso, que había muerto de sífilis y que para un sacerdote es indigno ir a su museo.

Me quedé de piedra. Típico ejemplo de argumento ad hominem y de ver todo por el canuto de la “pureza”, que dicho sea de paso, nada tiene que ver con la virtud de la castidad de la que nos habla el Papa Francisco en su carta sobre san José del año pasado, la cual recomiendo.

Caigo en la cuenta de que es la segunda vez que hablo de Juan Vera y de sus intervenciones, todas muy ausentes de caridad.

Cuando planteé largarme del Opus, hablando con uno de los directores de la delegación, una de las cosas que le dije es que el Cielo no se “compra” cumpliendo las Normas, como decía san Josemaría, sino “muriendo en el Señor”, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, y que  no querría verme en el futuro, ante la muerte, con la misma poca caridad que había observado en Juan Vera desde que le conocía.

Este director de la delegación se quedó un poco escandalizado de lo que había dicho, aunque el argumento era contundente.

Ya contaré en el futuro alguna perla más de este pájaro, fallecido el pasado 19 de marzo de este año, y sobre quien los de su centro dicen que murió santamente.

Yo no me voy a meter en cómo murió. Quiero pensar que haya muerto “arrepentidamente”, y de verdad que deseo que haya sido así, pero no es un tipo que haya dejado “un rastro imborrable de luz” a su paso.

Botón de muestra: Las supernumerarias veteranas de Córdoba y algún que otro sacerdote diocesano de por aquí le llamaban “el cuervo”. Más de una supernumeraria le dejó plantado en el confesonario a mitad de confesión al considerar inaceptables las gilipolleces con las que adornaba la administración de ese sacramento cuando acudía alguna mujer a recibirlo.

Ya contaré algunas cosas suyas. De momento baste decir que era un digno “hijo” del marqués emérito de Peralta y del mediocre y fanático Javier Echevarría, prontos a herir al prójimo antes que a quererlo. Ese es el legado que se ha heredado en el Opus Dei.

El haberme referido a Javier Echevarría como un “canalla” no es por el comentario de Catania, que al fin y al cabo pudo no pasar de ser una incontinencia verbal fruto de la imprudencia y de su torpeza. Entiendo que era un canalla por su obstinación en no rectificar inmediatamente, reconociendo su propio error, prefiriendo una imagen externa “pura” que no tenga nada que rectificar, en vez de que en su hoja de servicios figure que en un momento tuvo que pararse a decir: “lo siento, me he equivocado, perdón, prometo que no lo volveré a repetir”.

Mucho pedir perdón a Dios en la confesión semanal, pero nunca he visto pedírselo al prójimo en los directores altos del Opus Dei, nunca.

Ese no pedir perdón EN CASOS CONCRETOS y ante PERSONAS CONCRETAS, es una herencia recibida por parte de mucha gente del Opus Dei, principalmente de los directores y sobre todo de los que están más altos, en Roma o en las Comisiones Regionales.

El problema es que no son líderes, sino caudillos, como les recomendaba san Josemaría en Camino. El líder arrastra con su ejemplo, también con el buen ejemplo de rectificar los errores. El “caudillo” manda desde arriba y solo exige “unidad” a los de abajo. ¿Os suena esto a quienes todavía pertenecéis al Opus Dei?

Vuelvo a lo del apelativo “canalla”. Estoy convencido de que no pocos miembros del Opus Dei, si se les planteara un hipotético caso – omitiendo nombres – en el que se narrara lo ocurrido en Catania en 1996, la mayoría opinaría que aquello fue una clara imprudencia y una torpeza, y que la obstinación en no rectificar y pedir perdón, una canallada. Bastaría pensar en todos los casos CONCRETOS, como el de mi amigo masón, en los que, en vez de derrochar amor hacia los padres que han tenido la desgracia de tener un hijo con discapacidad, lo único que se le ocurre a un sacerdote de Jesucristo es cargar contra ellos de la misma forma exactamente que los apóstoles, cuando le dijeron a Jesús, ante un ciego de nacimiento: “¿Quién pecó para que este naciera así, él o sus padres?”

Creo que todos sabemos la respuesta que les dio el Señor.

Como digo, ante un caso teórico así, muchos miembros actuales del Opus Dei dirían que el sujeto que haya actuado así es un canalla.

Ahora bien, si en ese momento se empiezan a desvelar los nombres de los protagonistas de este suceso real, probablemente muchos o quizá todos, retirarían ese apelativo.

¿Por qué?

Por algo muy sencillo: Porque a diferencia de mí, que sigo a Jesucristo, ellos “siguen al Padre”, y en este caso a Javier Echevarría. No tienen la libertad de poder pensar normalmente. Están coartados por esa “unidad” que es el pretexto que tiene su prelado – ayer Echevarría, hoy Ocáriz – para hacer y decir impunemente lo que le venga en gana, sea moral o inmoral, apoyándose en esa “unidad” de los de abajo con los de arriba, pero no viceversa, y en que la Obra está “firme, compacta y segura” si se vive esa unidad, que en realidad es fanatismo sectario y anticristiano.

Este fanatismo les está haciendo un daño terrible. San Josemaría es en realidad un lastre del que ni pueden ni quieren desprenderse, que les impide ser verdaderos seguidores de Jesucristo.

Catania es una sombra alargada de la que jamás se podrá desprender Javier Echevarría, de la misma forma que Mariano Fazio jamás se podrá liberar de la alargada sombra de Danilo Eterovick.

En esta colaboración me he referido a una sola sombra. El Opus Dei está multisombreado, es más, el Opus Dei está en tendido de sombra. Ahora tienen una sombra muy sombreada, la de las 43 ex numerarias auxiliares argentinas. Pero tienen muchas sombras más que todavía no han aflorado públicamente, pero que van a aflorar. No me refiero solo a cuestiones sexuales como la de Cociña, que se pasea por Granada (hace poco un numerario de Granada me envió una foto, tomada con zoom, de Cociña en la terraza de un bar, disfrutando de la vida, ya que no se le permite disfrutar como a él le gustaría, esto es, sobándole los testículos a los alumnos del centro de estudios de Almonte), sino a otras cuestiones mucho más graves que Ocáriz conoce pero no ataja voluntariamente. Me refiero a los abusos de poder y de conciencia que se practican en el Opus Dei y sobre los que ha advertido el Papa en reiteradas ocasiones.

Ocáriz-Fazio-Pujals: Se os acaba el tiempo…

Por cierto, cómo está cambiando el mundo. Un amigo mío, franciscano conventual, que me presenta a un amigo suyo masón, que a su vez está fascinado con Jesucristo, lo mismo que un Papa jesuita que defiende ideales masónicos.

¿Pero esto qué es?

Me recuerda un chiste de Mingote de hace años en la Codorniz, en el que aparecen dos señoras muy encopetadas de los años sesenta, hablando escandalizadas del Concilio Vaticano II, hasta que una de ellas le dice a la otra: “Desengáñate, querida, al final nos iremos al Cielo los de siempre”.

Antonio Moya Somolinos.

 




Publicado el Wednesday, 27 July 2022



 
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