“Misericordia quiero y no sacrificio” Mt 9, 13

Hola, Grace,

He leído tu testimonio en “Nuestra voz. Nuestra Historia”, y, aunque podría rebatirte punto por punto todo lo que dices, voy a quedarme en lo que creo que es de verdad importante, en lo que clama al cielo.

Hablas de la suerte de conocer otras culturas, otras comidas y otros festejos en un entorno españolizado hasta doler, una españolización que ha hecho muchísimo daño a la institución, y que se lo sigue haciendo, pero bueno… me imagino que eso debe depender de dónde viene uno...

Estando en Roma a varias de estas personas las he visto por allá, se dieron su viajecito… si no tenían sueldo como hicieron? Grace, vamos. No tenían sueldo, y si viajaron, que no sé dónde pudieron ir, se lo pagaron entero y les dieron una pequeña cantidad para extras. Ni siquiera tú, con tu mejor voluntad, puedes decir que cobraste un sueldo y dispusiste de él mientras estabas en Roma. Por favor.

Cuando pedimos ser admitidas en la Obra, lo pedimos con libertad, asumiendo con responsabilidad y compromiso lo que significa ser del Opus Dei Grace, ¿qué libertad tienes a los catorce años y medio? Te lo preguntaré de otra forma: ¿tú permitirías que una hija tuya, antes de los quince años, firmara una hoja en blanco, para trabajar con una empresa desconocida, para toda la vida y sin vuelta atrás? ¿Le permitirías casarse para toda la vida antes de los quince años? Te recuerdo que el matrimonio de menores es ilegal en muchos países.

…no es verdad que vinimos engañadas… Fuimos bien consciente de lo que hacíamos, ¿Quién fue consciente de lo que hacía, Grace? ¿A quién le dijeron “vas a tener un título oficial” y se lo dieron? ¿A qué familia dijeron que su hija iba a trabajar 24/7, que las horas de estudio serían simbólicas y que no cobraría un maldito céntimo? ¿A quién se le contó eso?

Ahora llevo varios años cuidando a mis padres en Chajarí,ER. Muchas veces me pongo a pensar que si la Obra no me hubiese formado y ayudado yo no estaría ayudando a mis padres, o por lo menos no sabría hacerlo con tanto cariño y paciencia como aprendí a realizarlo, y además como me siguen ayudando. Me llaman por teléfono, me preguntan si necesito dinero, me vienen a visitar, hasta me vienen a buscar o traer de nuevo… Me da pena que sin la institución no hubieras sabido cuidar a tus padres, pero bueno, cada uno es cada uno. Y has tenido suerte, Grace, has tenido MUCHA suerte. Fíjate, lo que te cito a continuación es lo que han escuchado numerarias auxiliares cuando han pedido ir a cuidar a sus padres, en el bien entendido de que ninguna de ellas ha visto, ni ve, un solo céntimo: “es que si todas nos vamos, a ver quién saca esto”, “que te mantengan tus hermanos ya que cuidas a tu madre, porque la obra es pobre”, “Y, ¿seguro que no puede ir tu hermana, la que no tiene hijos?”, “pero, ¿qué pasa, que tendrías que vivir allí o qué?”, “te pagamos solo cinco horas, porque entre las tardes que vas a casa de tu madre, y haces la lectura, y los trayectos, y comer… Hemos visto que esas son las horas que trabajas”.  Hablo de dos o tres años para acá, Grace, no hablo de cuando las calendas griegas. Cuando operaron a mi madre (y yo fui agregada), NADIE me llamó para preguntar cómo estaba y cómo había ido la operación, lo de ir a verla ni se contempló, y vivíamos en Barcelona, una ciudad muy grande, con una montaña de centros. Otro ejemplo: yo tenía que casi, casi, pedirle permiso al Papa para llevarme a mi madre a merendar una vez al mes, una agregada de mi grupo se llevaba a la suya cada santo jueves a comer a un restaurante.

¿Quién dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio? Ah, no, Grace, por ahí sí que no paso. Por ahí sí que no. Porque este es el versículo al que la institución reduce TODO el Evangelio, este es el versículo que no se os cae de la boca a todos los miembros de la institución. Es el versículo 15 del capítulo 16 del evangelio de San Marcos, uno de los últimos porque ese evangelio acaba cinco versículos después. El problema, Grace, y es un problema serio, es que para la institución este es el versículo que resume los cuatro evangelios, y si me apuras, el nuevo testamento entero. Del resto… ni se habla. Y el resto del Evangelio dice cosas tan interesantes como:

“Haced frutos dignos de penitencia y no os gloriéis diciendo tenemos a Abraham por padre. Porque yo os digo que Dios puede hacer surgir de estas piedras hijos de Abraham” Mt 3, 9 Esta es la síntesis del Motu Proprio Ad charisma tuendum: sois como los demás, ni más, ni menos.

“Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entrareis en el Reino de los Cielos” Mt 5, 20 ¿Cuál es la justicia de la institución, Graciela? ¿Qué hace la institución para que su justicia supere a la de los escribas y fariseos?

“Misericordia quiero y no sacrificio” Mt 9, 13 ¿Dónde está la compasión, la empatía en la institución, Grace? Cuando ves a alguien con los ojos hinchados de llorar y lo que está dicho es que no puedes darle un abrazo y decirle “¿qué te pasa?”, sino que debes ir a comentarlo con la directora, ¿dónde está la empatía, la compasión, el cariño?

“Si entendierais qué significa “Misericordia quiero y no sacrificio”, no condenaríais a los inocentes. Porque el hijo del hombre es señor del sábado” Mt 12, 7-8 Todo en la institución es voluntad de Dios, Grace. Cómo y dónde se coloca qué, cómo debe dormir una numeraria, con quién debe tiene que confesarse uno, cómo pasar a servir el comedor, cómo acompañar al sacerdote después de una meditación en la sección femenina, qué comer el viernes de Dolores y cómo mortificarse. ¿Y la misericordia?

“…en verdad os digo que cuando dejasteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo dejasteis de hacerlo” Mt 25, 31-45 “Ya hay instituciones en la iglesia que se ocupan de esto” era la respuesta cuando yo decía que no nos estábamos ocupando de los más necesitados, no estábamos viviendo el mensaje del Evangelio. ¿Sabes cuál es el problema de eso, Grace? Pues que en el día del juicio estaréis en el lado de quienes contestan “¡Señor, si no te vi!” y Dios os contestará lo que nos dice San Marcos.

“Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que os digo?” Lc 6, 46. Los informes de conciencia, Grace, la sobremedicación de las personas, la difamación cuando alguien deja la institución, la mentira institucionalizada, ¿de qué vale tanto rezar si no cumplís lo que dice el Evangelio?

“… Él contestó: el que hizo con él misericordia. Contestóle Jesús: Vete y haz tú lo mismo” Lc10, 30-37 ¿Con quién vivís la misericordia, Grace? ¿Con quién vive la institución el amor al prójimo?

“Mientras yo estaba con ellos yo conservaba en Tu nombre a estos que me has dado, y los guardé, y ninguno de ellos pereció si no es el hijo de la perdición, para que la Escritura se cumpliese” Io 17, 12 La institución es directamente responsable de que muchas, muchas, demasiadas personas se hayan alejado de Dios, muchas hasta perder la fe. ¿Tod@s eran hijos de la perdición? En serio, ¿tod@s? ¿Eso es guardar al rebaño para no perderlo?

“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”, Io 13, 34-35.

“Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el más grande y el primero de todos los mandamientos. Y el segundo es semejante a este: amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se basan la ley y los profetas” Mt. 22, 35-40

Grace, ¿dónde está el amor al prójimo en la institución, vuelvo a preguntar? No me digas que “en servir a mis herman@s”, porque, “si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?” Lc 6, 32-35

Reconozco tu buena voluntad, Grace. De verdad. Eres feliz dentro de la institución y te duele que se diga tanto, y tan malo, acerca del lugar en el que tú vives y donde, casi con toda certeza, morirás. Sin embargo, como persona adulta, libre y “bien formada” (así te consideras, me imagino) debes reconocer que la institución no lo ha hecho bien y ha hecho daño, mucho daño. Solo me gustaría eso, que lo reconocieras. Envío copia de este escrito al correo indicado en tu web, sin esperanza de que me respondas y sin esperanza de que reflexiones, pero por intentarlo, que no quede.

Mediterráneo

“Las cosas que aquí se ven / ni los diablos las pensaron” – José Hernández, Martín Fierro.