Opuslibros - Anécdotas sobre sacerdotes.- JasonJonas

JasonJonas :

Aprovechando que el sacerdote Ocariz realiza una visita por acá, comparto unos cuantos recuerdos que tuve sobre sacerdotes del Opus. Pero antes me detengo un poco a comentar sobre el título de las invitaciones de esta visita.

Se invita a ver a “el padre”, apareciendo allí sólo la imagen de un señor sacerdote. Me imagino que si yo todavía fuera del Opus, invitando a cuanto fulano tenga enfrente pá llenar el recinto (mal quedamos si el evento resultara medio vacío) la situación sería más o menos así...

- Te invito a ver a el padre.
- ¿A quién?
- A el padre.
- ¿El padre de quién?
- No, es que así se le dice al prelado del Opus.
- ¿Quién le dice así?
- Así le decimos los del Opus.
- Ah, jamás había escuchado de él... Y ese señor, ¿Quién es? ¿Qué no tiene nombre y apellido? ¿Por qué se le dice “el padre” como si fuera antonomástico?…
- Mmm, no lo había pensado… Tienes razón (y ya no sabría que contestar).

Me resulta chocante escuchar solamente “el padre”… Toda figura pública o representativa de alguna institución civil o religiosa (salvo al papa que es figura mundial) se le comunica normalmente con su nombre y apellido (reunión con el padre Fulanito, Zutanito o Perenganito de tal). Pero los del Opus consideran que su prelado y la forma en la que lo llaman INTERNAMENTE es igualmente aplicable a todo el público en general. Pequeños detalles pero que comunican el marco de soberbia de siempre (aunque estrictamente el leerlo así no me provoque vínculo alguno, sí alberga cierto marco ejemplar el llamarlo así ante el público en general…). Me parece más acertado decir que se tiene una reunión con el padre Fernando Ocariz, prelado del Opus… Y así en todo caso se contextualiza mejor su propósito. Y lo mismo para la palabra tertulia (debería decir reunión por ejemplo), que es una palabra de antaño y muy poco usada al menos en estos lares en donde ocurrirá dicha visita (sólo los del Opus la utilizan y quieren proyectarlo como algo hogareño). Pero nada de esto aciertan los del Opus, no lo ven porque siguen viviendo en sus burbujas de siempre.

(Cabe comentar que también hoy se pudiera, tanto para la invitación impresa como uno mismo al invitar, decir lo siguiente: “Te invito a ver al PROTONOTARIO APOSTOLICO SUPERNUMERARIO del Opus”; pero aquello sería denigrante para ellos y demasiado confuso justamente para la gente normal y corriente).

En fin, pasemos a los recuerdos:

Alguna vez escuché a un par de sacerdotes numerarios discutir brevemente acerca de lo siguiente: “Yo voy a celebrar la misa de las 7:00 pm en san…”. Y el otro replicar de inmediato: “No, me toca a mí, yo la voy celebrar…”… Más que un empalme de agendas, la impresión que me dio, conociendo dicha iglesia, es que ambos querían esa misa porque la iglesia en cuestión era muy concurrida, con “gente bien y guapa”, con los poderosos y “pipirisnais” de la alta sociedad. El que no celebrara allí asumo que tendría una misa en otra iglesia donde se pasara más bien desapercibido…. El hecho se me hizo fuera de contexto para sacerdotes entregados a Cristo.

Otra es sobre un sacerdote joven con el que conviví siendo él numerario. Al paso de muchos años nos volvimos a encontrar él ya ordenado y habiendo dejado yo la obra muchos años atrás. En nuestro saludo y breve conversación noté en su actitud y en su lenguaje corporal y verbal cierto aire de quien quería demostrar-demostrarme que “llegó a ser alguien en la vida…”. Lo veía impartiendo la bendición con una solemnidad fingida o poco natural… A mí ni fu ni fa… Me dio lástima.

Otras dos refieren a un sacerdote que era pedante hasta los huesos, y otro que vivía en una constante depresión. Estos dos casos me dejaron una impresión muy diferente sobre el sacerdocio que hasta entonces tenía en general, y por supuesto en cómo veía a los sacerdotes de la obra:

Sobre el primero, siendo yo un joven inmaduro e impetuoso, a veces me enfrascaba en discusiones inmaduras sobre tal o cual cosa con algún otro numerario igualmente joven. Siempre eran temas realmente abiertos a opiniones diversas. Pero estas mismas discusiones a veces transcurrían con este sacerdote que buscaba siempre tener la última palabra. Todo lo que él decía debía tener la razón. También molestaba a diestra y siniestra a todo mundo en las tertulias (“tiraba carrilla” como se dice por aquí), pero no osara uno meterse en lo más mínimo con él porque desataba todo su enojo e intolerancia. Uno no sabía si ponerse a su nivel o respetar su investidura, porque él no respetaba a ninguno (creía que su sotana le daba el respeto por sí). Recuerdo en muchas ocasiones este tipo de situaciones en el comedor, en plena concurrencia de todos los presentes y de las numerarias auxiliares. ¡Qué momentos tan incómodos!, derivados de discusiones en los que no cedía nunca.

Sobre el otro sacerdote me entristecía verlo casi siempre en estado depresivo, siempre de poca habla y encerrado en su cuarto. Uno esperaba que el sacerdote fuera pieza clave en el estado de ánimo de la casa entera (por lo que representaba justamente como auxilio espiritual), pero en este caso siempre estaba decaído. A veces tenía breves episodios de extrema alegría, como si de cierta bipolaridad se hablara, pero nunca lo vi realmente como un tema de salud, sino como un estado que derivaba de ser lo que no quería ser. Por la mañana podía salir super animado, pero ya por la tarde se encerraba nuevamente en su depresión. Sus meditaciones se escuchaban siempre apesadumbradas. Yo no comprendía que un sacerdote estuviera triste, era un acontecimiento que en aquel entonces no me cabía en mi cabeza. Lo comprendí al paso de los años al salir de la obra y liberarme de aquel encierro… Siempre he pensado en él como una persona con amplísimas capacidades creativas de acuerdo a lo que estudió, pero atrapado en el Opus con una sotana.

También recuerdo a uno de los primeros sacerdotes que conocí apenas fui numerario, muy joven él. En toda mi estancia en el Opus nunca lo vi más ni tampoco escuché hablar de él. Ahora pienso que él sí se salió, cosa que antes se me hacía impensable.

En mis años del Opus casi siempre conviví con sacerdotes comprensivos y entregados. Sin embargo, al vivir estas experiencias me pregunto cuántos de ellos -en el silencio de la noche y sin exponerse a los demás- vivirían/viven en una inconmensurable tristeza ya no solo como numerarios, sino por su condición ministerial. Al paso de los años uno comprende que todos somos susceptibles a ciertas actitudes y comportamientos porque nadie es perfecto, y esto también le puede pasar a sacerdotes fuera del Opus, pero la tristeza de los primeros cuando comprenden haber sido manipulados y engañados creo que pesa aún más.

JasonJonas

Publicado el Wednesday, 19 October 2022