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 Tus escritos: Discreción y ocultamiento: prueba y sintoma.- Robredal

070. Costumbres y Praxis
Robredal :

Discreción y ocultamiento: prueba y síntoma

Robredal, 9/12/2022

 

Mucho se ha hablado en esta página de la gran sima entre los estatutos, y la praxis que se manifiesta en el día a día del actuar de la prelatura. También del secretismo y de su forma interna de actuar en todos los ámbitos de gobierno y conciencia. Generalmente todo lo escrito es cierto; tan solo matiza según quien lo haya vivido y publicado.

El modo que ha tenido y tiene de actuar la prelatura, de puertas-adentro para que no se vea lo que es de puertas-afuera, es un claro síntoma y efecto de la realidad, contribuyendo, así, como causa a lo que acaba siendo la prelatura y que nos ha llevado a muchos, de un modo u otro, a irnos y a detestar su quehacer y su ser (y quizá a perder la Fe)…



Dicen: no se puede entender bien desde fuera lo que es –aunque se vea la apariencia que quieren enseñar en sus videos, páginas webs y documentos públicos (incluyo cartas, etc.)– y, por eso para ellos, es bueno reservar, bien conservado, todo lo que permite guardar esa bella apariencia. Los trapos “sucios” y la (aparente) “suciedad” se lavan en casa, añaden.

En realidad esa realidad se enjuaga, se enjabona, se exprime, se centrifuga en los vericuetos más o menos soterrados de la confidencia, los ceéles, los despachos con los directores/as de delegación y de estos/as con la comisión (y asesoría), los informes, los guiños soterrados y comentarios velados -pero claros en el argot interno-, especialmente entre miembros caracterizados… y a veces en las desaparecidas “tertulias pirata” (que eran propias de cuando convivían jóvenes, maduros y algún viejo en enormes convivencias vespertinas o noctámbulas propias de otra época; pues ya no existen esas circunstancias y, cuando se dan, todos son mayores y están cansados).

Como no se puede entender bien desde fuera la peculiar naturaleza interna, el modo de ser y actuar; como todo ese factor cuasi-dictatorial y sectario, cerrado y podrido, debe mantener la “guapa” estructura externa de bondad y frutos, pues es mejor taparlo, esconderlo y salvarlo. Discreción, se dice. Esa es la intención y la realidad que ha existido y seguro sigue existiendo. En todos los niveles y lugares: lo de Argentina, las cosas ocurridas y tapadas en tantas obras corporativas con una o varias personas, los enfados personales ocurrido en tantos centros, son meros ejemplos de esa situación.

No nos engañemos: se siguen haciendo informes internos de las personas. No son tan expresamente claros en cuanto a los problemas como lo eran hasta el año 2000 (y pico). Pero siguen siendo tan nítidos en el fondo como antes para quiénes los hacen y los leen. Siguen circulando, aunque de manera algo más discreta y quizá incluso más directa. Se siguen enviando por separado y, en ocasiones, entregando en mano. Se siguen haciendo –pese a aquella carta sobre el carisma que escribió el Padre allá por el año 2016 o 2017– reportes y más reportes sobre el estado de la labor, las listas de pitables y tratables, de amigos, de asistentes a las mil y una actividades, de seguimiento, de vinculados y no vinculados, de posibles, de proyectos, de intenciones, etc., etc. Se siguen haciendo y enviado reportes de pi, de publicaciones de académicos, de fichas de libros, de varias cosas más de cada ctr para mantener la estructura engrasada y ordenada. Sigue habiendo despachos mensuales y frecuentes sobre labores y nombres. Organización desorganizada en un orgánica organizadísima (e hiper-formalizada). ¿Cuántos oficiales sigue habiendo en cada nivel jerárquico que llevan todo esto? (cientos de ellos).

Hace unos años se implementó paulatinamente, tras sucesivos ensayos de acierto-error, un sistema online en algunas delegaciones y regiones de algunos países de escritorio virtual para que todo fuera online, pero, claro está, con las debidas cautelas. Aparecieron nuevas experiencias y sistemas informáticos blindados, con claves y subclaves, para acceder a los escritorios de la delegación y la región y enviar todo lo antedicho de un modo u otro. Con perfiles para los usuarios según niveles, mecanismos cortafuegos para evitar que otros ojos lo vieran (internos y externos). Todo era para lo mismo: mantener una vía fluida para la ingente cantidad de información que, en ambas direcciones, existe para que el funcionamiento y/o gobierno de los centros sea tal y como “como el Opus quiere ser servido” y, por supuesto, garantizar que solo quienes pueden entenderlo lo vean tal y como es.

Ya antes, mucho antes, existía un sistema informático super-potente para encauzar la gestión económica de cada centro con la comisaría correspondiente de la delegación o de la región. Con programas informáticos ad hoc que permitían conocer cada cuenta de gastos individual y cada gasto del ctr. Esos informes llegaban al nivel superior y se revisaban, recogiendo todo en cada nivel para dar una cumplida información del nervus belli de la prelatura: la moneda de uso corriente en cada lugar. Y, así, de paso, también informar del “espíritu” de sus miembros y de cada centro en su conjunto (¡cuánto nos decían esas cuentas a los oficiales de cada delegación!). Encajar todo eso con el cambio que supuso fortalecer el albedrío de cada miembro, allá por los años 2009-2011, en cuanto al uso del dinero y el control de la economía de forma más fiscalizable por el Fisco de cada país –al menos del desde el que esto escribo–, tanto de los centros como de las estructuras, fue una situación compleja, que aún sigue dando coletazos…

Durante mucho tiempo lo único que quedó fuera de esas vías informáticas fueron los aburridos, tediosos y absurdos diarios de los centros. También llegó su hora recientemente de hacerlos online. Falta, dentro de poco, un programa de filtrado por palabras que, en cada región o delegación, sustituya a el o la oficial “revisor” que lo examina, para ver si encaja en los parámetros deseables: si es apostólico, positivo y correcto y no entra en detalles escabrosos de la vida del centro o en situaciones personales. Estarán en ello. No quepa duda.

Todo es siempre trazable porque el sistema, al final, lo guarda todo. No más de lo que era antes, cuando todo era por escrito-papel, por quienes tenía que serlo. Nunca he conocido los arcana operis dei, pero seguro que algo debe existir sobre todo lo antedicho. No solo, que también, en la memoria de los directores (que por eso duran tanto y, como la energía, solo transforman el lugar que ocupan en los respectivos organismos). Ellos saben cosas que se mantienen en el acervo institucional. Cosas de los demás, principalmente. De “los de siempre” y de los de dentro, mayormente. Son auténticas experiencias y vademecums vivientes de lo que no puede quedar escrito, pero que, en gran medida, determina el gobierno, el ser y actuar institucional.

Lo cual enlaza con otro tema, que dejaré para otra ocasión: las comisiones de servicio que se hacen en regiones y delegaciones. De repente llegan y de repente se van. ¿Qué queda? Nadie (de base) lo sabe: todo transita por los estrechos y oscuros vericuetos de la institución directiva y de sus modos de actuar. No es que se pueda o quiera pedir algo de democracia, ni siquiera de transparencia. Es simple cortesía hacia los soldados de la trinchera que embarran sus manos y pies con la mugre del camino y a los que los gerifaltes artilleros rocían con su metralla y ningunean en sus decisiones.

Robredal




Publicado el Friday, 09 December 2022



 
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