A TI, QUE ERES DE LA OBRA, TE ESCRIBO PARA QUE HABLEMOS

Mediterráneo, 21/12/2022

In’s que me leéis, hola.

Chic@s, ya es de dominio público que leéis OpusLibros. Para saber qué está pasando, para saber de qué va el Motu Proprio, para saber qué pasa con las ex 43, para saber todo lo que vuestr@s director@s deberían contaros y no os cuentan, para saber en qué se modificarán los estatutos, esos que eran sagrados, sacrosantos e inviolables, aparte de considerar quince misterios del Rosario en lugar de diez. Todo el mundo lo sabe, no pasa nada.

Os escribo para que hablemos. No necesito saber vuestro nombre, ni dónde estáis ni quienes sois. No voy a intentar convenceros de nada, mucho menos de que seáis infieles. Solo quiero escucharos, solo quiero responder a vuestras preguntas. Solo quiero que tengáis esperanza, en estas fechas más que nunca, porque son fechas duras...

Sí, duras, ni una letra retiro. Para las numerarias auxiliares, porque tendréis el doble de trabajo y, con suerte, seréis las mismas personas a sacarlo. Si no hay suerte, esta o aquella estará de curso de retiro, o de curso anual, o de yo qué sé, y seréis una menos, y después de correr como el Correcaminos perseguido por el Coyote, tendréis que poner buena cara, y sonreír, y estar contentas, porqueencasaestamossiemprecontentas. Solo querréis ir a dormir y descansar, pero os quedará la meditación, y la Misa de medianoche, y el resopón, y la tertulia, y sonreír, sonreír, sonreír. Y volver a empezar al día siguiente, y preguntaros cuándo, Jesús, cuándo llegará el 10 de enero.

Para l@s numerari@s porque os preguntaréis, una vez más, qué vida de familia es esta que os toca vivir. Intentaréis buscar la voluntad de Dios y os costará encontrarla. Os acordaréis de la ilusión que teníais cuando pedisteis la admisión, criaturas que ni a los quince años llegabais, e intentaréis identificaros con la Virgen, que a esa edad (os han dicho) ya era madre. Saldréis del examen de conciencia y, en completo silencio, llegaréis a vuestra habitación y suspiraréis de alivio, a puerta cerrada, sin que nadie os oiga y sin peligro de una corrección fraterna pasado mañana. Un día más de las fiestas que se acaba, un día menos que queda, bendito sea Dios, Jesús, gracias.

Para l@s agregad@s porque estaréis dividid@s entre la celebración con vuestra familia y la del centro y, francamente, a estas alturas ya estáis más que hart@s. Cada año igual, se diría que han podido aprender y podrían poner la bendición solemne, y la tertulia, en algún momento más allá de las 18:00, ¿no? Pues no, agd que me lees, no han aprendido, qué le vamos a hacer. En algún momento de la tertulia miraréis a vuestro alrededor y os preguntaréis qué estáis haciendo ahí y por qué tenéis la sensación de ser tratad@s como imbéciles. Os contarán la anécdota de la supernumeraria de Luxemburgo, la del niño vietnamita (o senegalés, o neozelandés, o hawaiano, o lapón, o pakistaní, o uzbeko) que fue a comer a una casa y quiso volver porque en aquella casa rezaban antes de comer, la de las supernumerarias de Asia, o África, o la Antártida, que han conseguido ponerlo todo a punto para que la labor pueda empezar. Os sonará conocido, os parecerá que ya lo habéis oído antes, y tendréis razón, la tendréis toda porque son anécdotas que se vienen contando, mutatis mutandis, desde finales de los setenta.

Para l@s supernumerari@s porque, cuando miréis a vuestros hijos alrededor de la mesa, se os rizarán los pelos de preocupación por ese, que escapa de la Misa siempre que puede, por esa, de la que sospecháis que va con alguien que no es trigo limpio, por el otro, del que sabéis que ya es sexualmente activo a los dieciséis, por aquella otra que solo contesta con gruñidos desde hace dos meses y su ropa huele raro, por la de catorce años, que va como una bala en los estudios y, Señor, que no me la pillen, Señor, no lo permitas. Y no sabéis cómo no decirlo al/la director/a de turno, como no sabéis cómo decirle que hace muchos años que vuestro matrimonio es un viacrucis con las catorce estaciones, sin Cirineo que ayude a llevar la cruz y sin Verónica que enjuague el sudor, y es mucho más fácil decir que todo va bien, aunque sea mentira.

Para los sacerdotes, que mientras levantáis la custodia os esforzaréis en recordar cuándo, mientras estudiabais, os dijeron que pasaríais seis u ocho horas a la semana escuchando “me acuso de retrasar el Ángelus”, y no lo conseguiréis, simplemente porque nadie os lo dijo. Nadie os dijo que vuestro ministerio sería eso, nadie os dijo que ser el buen pastor consistiría en encerraros en una sacristía, o en vuestra habitación, y escuchar, vez tras vez, día tras día, “me he distraído durante el rezo de las Preces”. Con la falta que hacen sacerdotes buenos, comprensivos, caritativos, compasivos, que prediquen al personal la misericordia de Dios... y ahí estáis vosotros, preguntando vez tras vez, día tras día, “¿te acusas de los pecados de la vida pasada?”

Numerarias auxiliares, numerari@s, agregad@s, supernumerari@s, sacerdotes: eso no va a cambiar, no de momento, no en bastante tiempo. Se requiere una convergencia de factores, voluntad y empeño para cambiar las circunstancias, y solo podemos llegar hasta donde podemos llegar, que no es muy lejos.

No tengáis ninguna esperanza en el Congreso General, servirá para lo que servirá, pero no se verán sus efectos en vuestro día a día, para nada, y, como en el MP, nadie os contará nada. Os pedirán que encomendéis y cuando termine os dirán “se ha notado que tod@s hemos rezado porque ha ido muy bien, ahora hay que encomendar para saber poner en práctica las conclusiones”. Y os preguntaréis cuáles son, y qué se ha tratado, y nadie os explicará nada.

Y por eso os escribo hoy, porque quiero escuchar vuestra frustración. Quiero que sepáis que os escucho, os comprendo, os doy la razón y, más importante, OS RESPETO. Respeto vuestras decisiones, si las comparto o no queda fuera de la ecuación, solo quiero escucharos, quiero que tengáis un lugar donde vaciar el saco, todo el saco, enterito, ese saco que es impensable, y la experiencia os ha enseñado que también es inútil, vaciar con l@s director@s.

In que me lees: escríbeme a sellingheritage@gmail.com. Se llama así porque la creé hace mucho tiempo, cuando vaciaba una casa que me cayó en herencia, no hay otro significado detrás. Es una dirección que no conoce nadie de la institución, y cuando digo nadie significa nadie, ni una sola de las cerca de 90.000 personas que la componen (¡ay, el octavo!) La información de contacto está oculta, aunque revisen tu correo no encontrarán nada que te vincule con Mediterráneo. Nada.

In’s que me leéis: os sentís sol@s, pero no lo estáis. Eso es lo que quería deciros.

Mediterráneo