Me envía mi amiga nax el siguiente pantallazo de un whatsApp: 

La única referencia que indica que esta nota es de 2023, mensajería instantánea aparte, es la mención al terremoto de Turquía y Siria. Por lo demás, podría perfectamente ser el resumen de una tertulia en 1978, 1980, 1990, 2000...

Y esto es lo alucinante, lector: que después de la publicación de un Motu Proprio, con un Congreso General en puertas, lo único que se dice en una tertulia con el prelado es lo que se lleva diciendo desde hace décadas, sin variación, como si el tiempo no pasara y, peor aún, como si no pasara nada.

Lo demoledor, sin embargo, son las 10 últimas palabras, la obligación de estar siempre contentos. Cuenta el evangelio que Jesús se sentó a descansar al lado del pozo, que dijo a sus apóstoles “vamos a un lugar apartado y descansáis un poco”, y hablando de la resurrección de Lázaro, que lloró al saber la muerte de su amigo. También cuenta su angustia en el huerto de los olivos, pensando en lo que le venía encima. En esos momentos, a mi entender y que me corrijan todos los teólogos que en el mundo han sido, Jesús sublimó el cansancio, la tristeza, el dolor y el miedo, y le dijo al hombre “no pasa nada por estar cansado, o triste, Yo también lo estuve”. Pero... como siempre, más papistas que el papa, la institución pasa por encima del evangelio (no es la primera vez, no será la última) y dice que la obligación es estar siempre contentos.

El pasado 14 de febrero la mayoría de numerarias auxiliares de España se levantó a las 06:35 y empezó a correr. Fue un día duro, porque a lo que ya es un día completo de trabajo intenso se añadieron los extras de la fiesta: mantelerías de fiesta, desayuno especial, casa adornada con flores, oratorio con ornamentos de fiesta, aperitivo, almuerzo especial y postre dulce, detallito para el café, dejar preparada la bendición solemne, etc. Hubo alguna administradora que se quedó dando el callo con las auxiliares, para ella las auxiliares son lo primero, y llegó tarde a comer, hoy le habrán hecho una enésima corrección fraterna por ello, pero lo menciono aquí porque quiero decirle “bien por ti, wapa, hiciste lo que debías hacer”. Otras, tristemente la gran mayoría, a las 13:00 o 13:15 se fueron a su casa, se arreglaron para el almuerzo y dejaron que las auxiliares, una vez más, se apañaran solas.

Las auxiliares sirvieron el almuerzo, recogieron cocina, comedor y office, prepararon la merienda, dejaron la cena, se santiguaron viendo cómo quedaba el planchero y salieron corriendo a su centro, porque había meditación y bendición solemne. Más de una cabeceó en la meditación, hoy le harán una corrección fraterna por ello. Como “somos familia”, echaron una mano preparando el comedor y ultimando la cena, (habiendo auxiliares, para qué va a entrar una numeraria en la cocina), se sentaron a cenar, fueron a la tertulia y a las 23:15 cerraron la puerta de su habitación, suspiraron y dijeron “gracias a Dios que se ha terminado”. Tenemos la obligación de estar contentos.

Un gran número de numerari@s y agregad@s se sienten sol@s, y tristes, y hace tiempo que han dejado de encontrarle sentido a su vida. No se van porque no pueden irse, ni tienen con qué ni tienen a dónde. Les da igual el 2 de octubre, el 14 de febrero o el 35 de juliembre, preferirían que no existiesen porque tienen que poner buena cara y sonreír, aunque lo que les sale sea solo una mueca. Tenemos la obligación de estar contentos.

La perversidad que no permite que el ser humano esté triste o cansado, la maldad que impone la alegría como una obligación cueste lo que cueste y pase lo que pase, se traduce en somatizaciones, en enfermedades físicas y mentales, en un malestar oscuro, horrible, continuado que hace que el ser humano se sienta profundamente infeliz. El inconsciente grita “¡no estoy bien, hazme caso!” y el consciente lo hace callar (¡como si tal cosa fuera posible!) porque tenemos la obligación de estar contentos.

La institución no aprende. Y como no aprende, La Vida, tozuda y obstinada, llena de señales su camino y se abre paso cueste lo que cueste, que para eso es La Vida, y dice “pues nada, si no es por las buenas, será por las malas”.  

Mediterráneo

“Las cosas que aquí se ven, ni los diablos las pensaron" – José Hernández, “El gaucho Martín Fierro”.