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 Tus escritos: La suma intrascendencia de la Opus Dei.- Damián G.C.

010. Testimonios
Damián G.C. :

 

LA SUMA INTRASCENDENCIA DE LA OPUS DEI


Damián Galmés Cerezo, 19/06/2023

 

 

Nadie olvide ahora que lo “archióntico de un ente”, esto es lo “trascendental de una cosa”, es aquel conjunto de esencialidades determinadas por los apriorismos mentales del ser humano, las cuales hacen que un objeto llegue a ser «perfecto, completo y necesario».

Y en este sentido y aludiendo al magisterio católico declamado en este caso por san Alberto Magno y por santo Tomás de Aquino, se puede decir con toda propiedad, que la Iglesia considera que las mayores esencialidades que pueden sostener y completar a cualquier ente, esto es los “trascendentales de todo ser”. Son el “bonum o lo bueno”, el “verum o lo verdadero”, el “pulchrum o lo hermoso” y el “unum o lo unitario”...



Así pues y en este caso, nos es dado dilucidar que todas las cosas perecederas y tangibles son intrascendentes, pues que cualquiera de ellas, y pese a que prospere mucho y perdure en plazos muy largos, debido a su finitud y a causa de sus amplitudes limitadas, se verá carente de una cierta porción de “bonum”, o de “verum”, o bien de “pulchrum”, e incluso de “unum”.

No obstante, hay grados de intrascendencia y en relación a ello se puede dictaminar que existe una “suma intrascendencia” toda vez que se hace evidente y se ve claro que el ser de una cosa carece en muy alto grado de “bonancibilidad” y de “veracidad” y no solo de “hermosura” sino también de “uniformidad con la divina creación.

De bonis; sobre lo bueno

Puestos a pormenorizar ahora el asunto del “trascendental del bien” nos viene bien estudiar estos textos de santo Tomás, en la Summa Theologiae I, q. 5, a. 1, resp. los que dicen primeramente “bona res propter participationem entis: las cosas son buenas por la participación que muestran de su ser”, y conclusivamente “unum quodque bonum secundum participationem in suo esse expleto et perfecto: cada cosa es buena según que su participación en su ser sea completa y perfecta. Y leídas estas dos sentencias podemos descubrir que cada ser o ente es bueno según su ser o la cantidad de ser que muestran, y por consiguiente se ve claro que el ente y el bien se convierten mutuamente entre sí, es decir, que son realmente idénticos.

Contemplado este argumento nos encontramos con que la opus dei ha sido un experimento sociocatólico inútil, baladí y gratuito. Se va haciendo claro que los frutos de esta organización muestran en el momento actual una inmensa intrascendencia, y denotan un deficiente y patético rendimiento apostólico, amén de que ella al pretender santificar los feos vicios burgueses y al disponerse a sacralizar los poderes públicos desesperanzadores y anticaritativos, ha sido muy responsable durante los últimos cien años de la descatólización de Latinoamérica y de España. A día de hoy se la puede descubrir como una institución chabacana fielmente diezmada.

Y entrando más a fondo en el dato señalado, se puede argüir que a la opus dei se la ve muy defectuosa en el sostenimiento esente del bien trascendental, porque no es propio de un ente organizacional bueno el conseguir que sus adeptos, no sólo se comprometan a censurar y a despreciar sus genuinas y nobles creatividades, sino también se obliguen a creer argumentos falsos y absurdos venidos de la superioridad. Y además que renuncien a verse protegidos por cualquiera de los derechos que dignifican al ser humano.

Sin dejar de avanzar en el tema se puede inducir asimismo que la opus dei se halla muy menesterosa ontológicamente del bien trascendental porque no es propio de un ente organizacional bueno el exigir a sus asociados, de un lado que declaren sus íntimas vivencias a un superior para ser juzgadas y censuradas por los altos mandos directivos, y de otro lado, que se impidan disfrutar de toda inocente satisfacción familiar, social, o cultural.

Ulteriormente cabe detectar en la opus dei una gran carencia del bien trascendental metafísico, porque ciertas de sus funciones estructurales, ocasionalmente se disponen a que ciertos de sus asociados con dudas vocacionales ingieran drogas anuladoras de la voluntad, a favor de que perseveren en sus filas orgánicas. También y a menudo es cosa de constatar que sus quehaceres organizacionales se consagran a aprovecharse y servirse del trabajo y de los bienes de sus miembros sin compensarlos lo debido.

A continuación, bien nos vale reflexionar sobre este nuevo texto de Santo Tomás bonum enim correspondentiam entis cum appetitiva facultas: la percepción de lo bueno en una cosa se corresponde entre la facultad apetitiva de la mente y la completitud de su ser reflejado”. A su albur podemos caer en la cuenta de que las cosas que nos gustan y que nos alivian no son apetecibles porque las deseemos, sino porque llevan mucha carga de perfección y además porque ejecutan en mucho a su fidedigno ser. De tal manera que lo que nos resulta muy deseable así que nos apetece tras haber conocido en una cosa a su inmenso ser perfecto, y venimos a estimarlo posteriormente en mucho con nuestra voluntad porque vemos su completitud y su perfección en muy alto grado. Por eso conforme se va conociendo a Dios, que es la bondad misma, se le va amando intensamente.

Y a propósito de lo trasuntado, cabe ver a la opus dei como un ente muy intrascendental y muy desposeído del “bonum”, porque su misión y su quehacer nunca han podido ser entendidos y asimilados con facilidad escueta por los más pobres de la tierra. Muchos de sus miembros cofundadores han comentado hasta la saciedad, que el paradigma de la opus dei sólo podía ser entendido por unos muy pocos selectos. Conviene tener noticia que incluso y respecto a la intelección de la misión funcional de la opus dei a renombradas autoridades dentro de nuestra Santa Iglesia se les consideraba incapaces para asumir todo discernimiento sobre ello, y además y a día de hoy muchos de sus asociados se atreven a decir que el Papa, el sucesor de san Pedro, no les entiende y no les puede entender.

Sin embargo y entrando en nuevas desveladuras metafísicas, a su menester se puede aprovechar esta evidencia respecto del trascendental de “lo bueno”, la que se es pregonada con esta sentencia del Pseudo-Dionisio “bonum est diffusivum sui: el bien de por sí es difusivo y se contagia fácilmente”. Y en este sentido se nos hace accesible reflexionar que el proceder asociativo y la misión organizacional de la opus dei no se comprende cómodamente y sin emplear grandes esfuerzos. Esto quiere decir que tanto a los socios recién vinculados, como a casi todos los miembros de su entramado organizativo, e incluso a muchos de sus familiares, les resulta muy difícil entender y digerir su necesariedad funcional como instituto secular o como prelatura personal. Por lo tanto y visto que su ser organizacional práctico no es abundantemente difusivo, entonces se puede inferir que la opus dei no logra comunicar mucha carga de bondad, porque el trato que se da a sus allegados carece de ingente cantidad de benevolencia.

De veris; sobre lo verdadero

A la hora de entrar en este nuevo análisis se puede asentir sin detención alguna que la opus dei es un ente muy intrascendental debido a que se halla muy desposeída del “verum”. Y esta afirmación se puede sostener en la medida en que institucionalmente esta organización ha faltado a la verdad al haber proclamado y al predicar de continuo, que el ser humano está vocacionado por Dios por todo el durar de su vida, para seguir un mismo sendero biográfico del que no debe apartarse, ni desviarse, ni abandonarlo, bajo pena de caer posible y probablemente en los tormentos del infierno. 

Y sin dejar de lado lo ya expuesto, conviene recordar que tanto Aristóteles como Santo Tomás de Aquino refieren al respecto del “Verum”. “Veritas est adaequatio rei et intellectu: la verdad es la adecuación entre lo que se piensa y se dice y la realidad pura de una cosa”. Toda vez que hayamos asimilado esta seria sentencia nos es dado inferir que el pensamiento y la dicción que proclama que “la no perseverancia de un miembro en la opus dei, a lo largo de su vida, implique un acusado riesgo de no salvarse”, no se adecúa “a los múltiples y reales planes salvíficos que Dios tiene trazado desde antes del tiempo para cualquier singular persona en cualquier momento pasado presente y futuro y en cualquier lugar por mucho que haya incumplido sus previas vías vocacionales”.

Y se puede afirmar con rotundidad la variabilidad de planes diversos que Dios sostiene para que cada persona se salve en cada instante de su vivir biográfico, sin tener necesariamente que ser fiel a una anterior vocación detectada en base a tres poderosas razones.

Prima ratio. Primera razón. “Non necessaria ad salvationem sola praevia vocatio hace: No es necesario para salvarse la sola previa vocación”. Dice san Agustín en su carta 194. “Tal es la gracia que gratuitamente se da, a cada individuo, que no se le regala por méritos del que obra, sino por la misericordia del que la otorga”. Y alrededor de lo dicho se puede entender que no solo el cumplimiento de las normas y costumbres vocacionales de cualquier institución cristiana, concede por sí mismas los méritos suficientes para que uno de sus adeptos alcance la gloria. No es así porque para acabar por merecer la salvación se requiere de modo inevitable y necesariamente, el generoso concurso de la gratuita misericordia de Dios.

Secunda ratio. Segunda razón. “Christus semper volens ignoscere et quodlibet peccatum sanare: Siempre Cristo está dispuesto a perdonar y sanar cualquier pecado”. Esto considera Orígenes en su comentario sobre Job. Si pecaste ¿qué harás? Y si son muchas e incurables tus transgresiones, para eso vino Jesucristo desde los cielos, para lo incurable; para lo que no podemos curar: para sanar lo insanable. Nos es dado deducir de este sapientísimo comentario que, aunque todo aquel que abandonare y despreciare su vivir vocacional dentro cualquier institución cristiana, y se viere muy dañado de malicia y se dedicara a pecar mucho, aún y así siempre tiene la posibilidad durante el resto de su vida, de ser perdonado y reparado por Cristo.

Tertia ratio. Tercera razón. Vocationes et consilia salutis Dei pro unoquoque homine quovis tempore mutari possunt: las vocaciones y los planes de salvación de Dios para cada persona pueden ser cambiados en todo momento. En el Evangelio de san Lucas 23,32-33 se relata que Jesús dijo al «Buen Ladrón» durante la crucifixión que antes de que acabara el día, estaría con él en el paraíso. Y si analizamos este hecho, nos podemos dar cuenta de que en virtud de que Dios tiene el poder de ofertar nuevas vocaciones salvíficas a cada persona en cualquier momento, entonces sucedió que a san Dimas y pese a haber abandonado cientos y miles de vocaciones que Dios le hubo invitado a cumplir durante su previo vivir biográfico, aún y así se le ofreció en el último instante una nueva llamada a dar gloria a Dios, la cual llevó a cabo.

De pulchra; sobre lo hermoso

Resueltos a entrar en esta nueva cuestión acudimos de nuevo a Santo Tomás y a la Summa Theologiae I, q. 5, a. 4, ad 1. Donde aparece “pulchra enim dicuntur quae visa placent: se califica como bellas a las visiones o aspectos de las cosas que agradan” y puestos aquí conviene precisar que el vocablo latino “visa”, no sólo alude a la percepción de lo visionado por los ojos; sino que también se refiere “in extenso” a toda impresión atencional cognoscitiva que recibe desde fuera nuestra mente. De tal manera que nos resulta palmariamente indudable reconocer que hay cosas bellas sensibles, cuya belleza es captada por los sentidos. Y al igual nos es evidente que hay cosas preciosas ideáticas, así como “la idea del amor” o mensajes verbales bellos tales que “la palabra “Dios” y demás, siendo así que todos estos objetos y pese a ser impalpables, son captados como hermosos por la inteligencia.

Aclarados con los conceptos de hermosura sensible y belleza de lo intangible, nos va a resultar muy provechoso trabajar el contenido significativo de la palabra “Holocausto” y a su respecto hay que explicar que la primordial carga semántica que emite desde sí este vocablo, alude a la idea de “cremación absoluta”, tal como así lo expresa su locución original hebrea “Shoá; שואה” la que procede del verbo “Lshroj  ר ף” con el significado de “quemar”.

De otra parte, se hace oportuno detallar que la palabra griega «holocausto; ὁλόκαυστος, olokaustos» se compone de estos dos étimos heládicos, primero “ὁλον”, mencionando al concepto de lo completo, y “καυστος” que significa “quemado”. Y perfilando más lo reseñado se hace necesario indicar que la voz «holocausto, ὁλόκαυστος, olokaustos» aparece en griego en la Biblia de Alejandría de los Setenta como estricta traducción del término hebreo “Shoá; שואה” el que significa “cremación absoluta”. Sin abandonar esta perspectiva filológica resulta ahora inexcusable referir que en el mundo actual se entiende a la “Shoá; שואה” o al Holocausto por el genocidio llevado a cabo por el régimen de la Alemania nazi contra los judíos de Europa, durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Y es cosa de remarcar que todos aquellos aniquilamientos tuvieron lugar en todos los territorios ocupados por Hitler en Europa ocasionando la muerte al menos de seis millones de judíos.

Visionado este punto de vista ahora se puede analizar al concepto de Holocausto o Shoá bajo un criterio de sacralidad metafísica, y en lo tocante a ello es bueno caer en la cuenta de que el hecho de que la mitad de una docena de millones de personas inocentes fueran masacradas en nombre de la religión científica, atea y diabólica nazi, convierte a tal fenómeno en un asunto rotundamente blasfemo y sacrílego. Pero también hemos de percatarnos de que por primera vez en la historia de occidente, se nos muestra que un excesivo esfuerzo antiontológico y una gran porfía antimetafísica y una rotunda carencia del ser en sí, suscitada en ciertas masas y muchedumbres humanas, les ocasiona y les propicia el llegar a destruir a muchos de sus congéneres con perfección científico-técnica. Y por último se nos hace evidente que todo aquel que promueva o cause o motive la ejecución de un Holocausto bien hacia un individuo particular o bien sobre un colectivo extenso, cuando menos se la puede tildar de persona dañina, aciaga o nefasta.

Llegados aquí y tornando al tema de la intrascendente belleza que irradia la opus dei, en este caso se puede decir que esta institución es un ente muy intrascendental pues que también se halla muy desposeído del “pulchrum”. Y ello acontece así porque desde su fundador hasta sus herederos actuales no paran de proclamar autoritariamente a sus miembros la blasfema fealdad de «Hijo mío, convéncete de ahora para siempre. Es necesario entregarse, quemarse, hacerse holocausto». Texto este que se puede encontrar en las publicaciones internas de la Opus Dei. Meditaciones, IV, pág. 84 y ss.

De uno; sobre el uno

Decididos a tratar el nuevo calificativo trascendental absoluto del “uno”, acudimos de nuevo a estas palabras de Santo Tomás, recogidas en la Summa Theologiae I, q. 11, a. 2, resp. Las cuales dicen «unum quod est ens, opponitur multitudini, ut indivisum divisum: lo uno que se identifica con el ser se opone a la multitud como lo indiviso a lo dividido.» Leído lo dicho nos es fácil evidenciar que todo ente, en cuanto que es, ha de ser uno y compacto e indespiezable. Esto es que no se puede deshacer, ni triturar, porque aquello que se puede fraccionar en partes divisibles deja de ser lo que era.

Y en este sentido podemos decir que si el carisma de la opus dei es “santificar el trabajo y los compromisos familiares y sociales”, no se entiende la división del compromiso vocacional de cada miembro cuando resulta igual de importante, tanto la santificación del trabajo, como el cumplimiento de las normas y costumbres piadosas. Tampoco es comprensible la división de la dedicación vocacional de cada asociado cuando resulta igual de importante, tanto la santificación de los compromisos con respecto a la familia de sangre como el cumplimiento de la vida de familia intrainstitucional. Y por último no asimilable la división del compromiso vocacional de cada adepto cuando resulta igual de relevante, tanto la santificación de las relaciones sociales, como el cumplimiento de un proselitismo artificial.

Así pues y por tanto podemos inferir que la opus dei es un ente muy intrascendental pues que, asimismo y en la medida en que todos sus miembros viven tres dedicaciones vocacionales contradictorias, se halla muy desposeída del “unum”.




Publicado el Monday, 19 June 2023



 
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