Querida Deméter: ("Difícil relación con un ex numerario"): Yo soy exnumerario. Estuve 42 años en el pozo y ahora estoy felizmente casado desde hace casi 7 años, pero debido a dos circunstancias excepcionales: Primera: Que mi mujer es algo no común. Excepcional dentro de que es normal. Segunda: Que, gracias a Dios, cuando me casé estaba ya bastante curado psicológicamente como para que mi paso por esa secta tóxica no influyera de modo decisivo en mi matrimonio. Desde que me casé hasta ahora he mejorado mucho más todavía en este punto...

Por supuesto que no se pueden dar reglas generales. Mi matrimonio es una maravilla y nunca creí que fuera a tener la felicidad que tengo con mi mujer. Se que ella también es feliz conmigo. Pero conozco casos en los que pasa justo lo contrario. Te doy mi opinión, aunque soy profano en psicología.

En contra de lo que muchas veces se dice, pienso que en el matrimonio lo mejor es compartir las mismas opiniones en vez de estar continuamente “respetando” la opinión contraria.

No me parece bien que tu novio, ya desde novio, empiece a planificarte en lo material y en lo espiritual. Al matrimonio va uno a darse, no a poner condiciones o a planificar al futuro cónyuge. Ojo porque un numerario nunca se ha dado a nadie. Creen que se han entregado a Dios, pero es mentira; la única forma de entregarse a Dios es hacerlo a través del prójimo, y el matrimonio es la quintaesencia de esa entrega. Tampoco estoy de acuerdo en que haga proselitismo contigo. Creo que en materia religiosa lo mejor es cuanta más independencia mejor.

Tu novio, y quizás tú, creo que tenéis una visión de la religión católica “manifiestamente mejorable”. Mucho énfasis en las prácticas religiosas cuando en los Hechos de los apóstoles se dice claramente que el cristianismo, lejos de ser una religión, es un “estilo de vida”, el del Evangelio. El día en que alguien del Opus entienda que es mejor no ir a misa un domingo por ayudar al prójimo en algo (en el caso concreto de que se haya presentado en un momento determinado esa disyuntiva), ese día ese miembro del Opus ha empezado a ser cristiano. El día en que uno del Opus entienda que es mejor producirle placer sexual a su mujer, con independencia de que haya o no haya posibilidad de que se produzca procreación o no como consecuencia de ello, ese día ese del Opus habrá entendido lo que es la caridad.

No veo yo claro que una persona deje de ser del Opus y siga viviendo como si lo fuera. No lo veo. Ahí pasa algo. De todas formas, hay que tener en cuenta que cuando uno se va de una secta, ya sea el Opus u otra secta cualquiera, psicológicamente necesita un periodo más o menos prolongado de “descompresión” para repensar su vida y reajustarla a su personalidad y para recomponer su maltrecha psicología con el fin de llegar a ser una persona normal, con su propia personalidad, pero normal.

Lo malo de una secta como el Opus es que espiritualmente tiene, parafraseando a Delibes, la sombra “alargada” en el tiempo, y aunque externamente uno se haya salido, interiormente la secta sigue influyendo en la persona de forma muy poderosa porque utiliza falsamente a Dios.

Yo creo que es importante para quien se haya ido del Opus que llegue el momento en el que vea la vida con otros ojos distintos de cómo la veía cuando era del Opus. El día en que vea la vida con sus propios ojos, pienso que está curado. De lo contrario, el Opus sigue actuando a través de él, aunque él no lo perciba como tal.

¡Ah! Te voy a contar un secreto. A mí lo que me enamoró de mi mujer fue su corazón. Por lo demás, apenas planificamos nada, ni de la boda ni del futuro.

Quizá tu novio te diga que debes ser de tal manera o de otra, pero lo esencial es que la vida matrimonial es vida sacramental minuto a minuto y que el rollo se lo tiene que aplicar uno mismo: El matrimonio es signo permanente del amor de Cristo a la humanidad. Esta es la cuestión que uno mismo se tiene que plantear a cada momento respecto de sí mismo, y no del cónyuge.

Mi opinión es que tu novio, por lo que cuentas, necesita un curso acelerado de amor a la libertad (de los demás), menos misas y más práctica del amor.

Esto no te lo digo para que le dejes, sino porque creo que todo se puede encauzar mejor. Te doy mi opinión porque la has pedido. Si quieres más aclaraciones, dile a Agustina que te dé mi correo electrónico o mi teléfono y charlamos.

El problema de los numerarios es que cuando se salen no saben hacer casi nada. No saben (me incluyo) ni hacer un huevo frito, ni la bolsa de la basura, ni hacer la compra en Mercadona, ni leer la factura de la electricidad ni nada. Y los que se dedicaron a labores internas, ni siquiera saben trabajar ni de qué va el mundo laboral.

Eso es un problema. Si el Papa disuelve el Opus va a quedar ahí un conjunto de seres desubicados y de edad avanzada que van a ser un problema. El otro día un exnumerario y yo estuvimos hablando acerca de cómo se podría ayudar a estas personas en el caso de que el Opus, felizmente, desaparezca de la faz de la Iglesia.

Antonio Moya Somolinos