Tuces, 21/08/2023

Comienzo respondiendo primero a la Introducción de la encuesta.

Trasladándome un tiempo atrás me sitúo viviendo diez años en Roma. Pienso que lo lógico hubiera sido estar máximo tres años lejos de mi familia y de mi país. Porque en esos años sólo pude tener contacto con mi familia por carta. Me contaba mi madre que le pedía a Dios que la dejase con vida hasta volver a verme. Dios la escuchó. Cuando dejé la obra estuve cerca de ella, cuidándola, acompañándola, compartiendo hermosos momentos hasta sus últimos días. Yo estaba sujeta a la decisión del Prelado y las directoras respecto al regreso a mi país. Nunca decidía sobre mi estancia, permanencia o regreso… aun pidiéndolo. La última palabra la tenían las directoras centrales con el Prelado...

¿Romanizarse?... Las numerarias auxiliares van a Roma para trabajar. Al menos en mi época así era, no se tenían clases excepto en los cursos anuales (una vez al año). No cambiaba absolutamente nada respecto a cualquier centro de otro lugar o país, sólo el volumen y la exigencia del trabajo y a veces hasta el modo de realizarlo, que por sugerencias de muchas numerarias auxiliares la manera de realizarlo y la adquisición de máquinas fueron cambiando. Pero ni siquiera con los adelantos de máquinas se ganó tiempo para las personas, sino que pasabas a ser esclava de una máquina ya que la mayoría se componían de dos o tres cuerpos lo que significa que siempre debíamos estar dos o tres personas manejándolas. Me viene a la mente lo que contaba Septiembre sobre los micrófonos. Hasta donde yo sé en mi época ya no había micrófonos, pero sí había control. En el opus dei te inculcan eso, controlar a los demás con la excusa de ayudarles, de cuidar la unidad, de que el trabajo saliera perfecto. El control disfrazado porque las directoras no estaban allí presentes, pero nos controlábamos entre nosotras y luego se iba a las directoras con la “información”. El control, de una forma u otra en el opus dei, siempre estuvo presente.

En esos diez años nunca hablé con las directoras centrales. No tenía trato directo con el Poder. Puedo decir casi con seguridad que a la mayoría de las directoras no les conocí la voz. Sí les he preparado la merienda, he limpiado sus zonas de aseo personal, he dejado a punto su zona de deporte donde disfrutaban de un partido de tenis y de natación.

Era llamativo la poca humanidad y empatía de esas directoras que formaban el consejo local con las personas que llegaban de otros países como África, Oceanía o mismo América Latina. No importaba que las personas no hablaran español, lengua que se hablaba en Roma en los centros del opus dei (lástima que no se hablaba italiano). No les importaba que les costara adaptarse a las comidas, horarios, modos de realizar los distintos trabajos, etc. Al día siguiente de llegar eran incorporadas al plan, grupo de trabajo, exigentes y extenuantes, sin tiempo de descanso fuera del de las comidas y rezos. Después de limpiar zonas de la residencia y otros servicios como cocina, lavandería y planchado, servicio de comedores, mantenimiento (donde se hacían arreglos a veces pesados, que podrían hacerlos los hombres, los hacíamos las nax). Hasta pintábamos nuestras habitaciones, las puertas, ventanas… ¡Cuánto ahorro en pagar mano de obra! Sin tiempo para pasar por una ducha extra, sobre todo en el "Ferragosto". Imagino a las recién llegadas todavía mareadas del viaje y tratando de seguir el ritmo de la casa que, lejos de ser tranquilo y apacible, era una seguidilla de horarios de limpieza y largas caminatas según la zona que te tocaba limpiar, por el subsuelo por el cual nos comunicábamos con las distintas zonas de la residencia.

Siguiendo con la introducción a la encuesta, no es una respuesta puntual la que estoy dando sino una visión agrupada a las distintas preguntas en relación a la estancia en Roma.

Una de ellas es recordar la incomodidad de realizar todo en grupo. Comidas, rezos, trabajos, idas y venidas a la tumba del fundador, excursiones, anotar cuántos autos se iban a necesitar… todo organizado. Siempre con una numeraria haciendo cabeza hasta para bendecir la comida en un parque o decir la jaculatoria final después del ángelus. Sintiéndome cristiana, pero “poco común y poco corriente" rozando con la vida de una monja o una novicia (mucho peor). No tiene nada de malo ser monja, por supuesto, pero nos decían que no teníamos nada que ver con ellas.

Paso a comentar algunos temas del cuestionario.

Amar a la iglesia y al Papa. Me pregunto si el Papa Francisco habrá pasado unos días o en distintas ocasiones a descansar en Tord ' Aveia o en otros centros del opus dei, como sí lo hiciera en su momento Juan Pablo ll. Pensando en el cariño que el opus dei decía tener a Juan Pablo ll, me llama la atención lo poco que se profundizó concretamente en la encíclica Laborem Exercens en los cursos anuales y durante el año, ya que habló extensamente sobre el trabajo, el ser humano, los derechos de la mujer y de la familia. Pienso que no se les da verdadera importancia a las encíclicas que los Papas de turno van sacando, al menos a las numerarias auxiliares. Apenas se nos daba un resumen en los cursos anuales. A mí nunca me recomendaron leerlas con detenimiento y debería haber tenido más clases sobre lo que la Iglesia estaba dando claras directrices.

Lo de servir a la Iglesia como ella quiere ser servida me parece que empieza por saber qué está diciendo la Iglesia a través de los escritos y homilías del Papa. Tampoco se comentaba el mensaje que da el santo Padre en el rezo del ángelus los domingos, cosa que sí lo hacen los sacerdotes en las iglesias. Suele ser un mensaje y una petición bien concretos.

Con respecto a si Roma ayuda a sacar brillo a la vocación... no lo sé. Sí sé que saqué brillo a los pisos, paredes, platería etc. Pregunto: ¿de dónde viene esa manía que todo tiene que brillar? Recuerdo la vez que una de las nax mayores me dijo que tenía que dejar la pileta de la cocina bien seca, tenía que brillar como una "patena". Se ve que seguí sin cuidar ese detalle porque la segunda vez me lo dijo casi llorando, recalcando que el fundador decía que tenía que brillar como una patena. ¡Qué trauma! ¡Por favor, ni Jesús fue tan exigente! Y eso que me imagino que los apóstoles muy refinados no eran. Esa obsesión por los detalles pequeños quita naturalidad, alegría, libertad y termina una con un trapo en la mano mirando si algo brilla o no, porque en el opus dei nada, a nivel espiritual ni material es suficiente, siempre se busca lo que está mal... si no brilla "lo suficiente" aunque te hayas dejado las manos.

Otro punto de la encuesta pregunta sobre el tiempo para cultivar las relaciones con otras personas de la obra… Solo les diré que el corazón es sabio. No tengan miedo de querer a las personas, no las dejen solas, no las castiguen con la indiferencia, no las juzguen. El Papa Francisco dice que la Iglesia está abierta para tod@s. Nadie tiene el derecho de formar una opinión sólo por imaginarse una situación. Sólo por pensar mal. A cuántas personas han hecho tanto daño los director@s por formarse una opinión equivocada o la han castigado, sí castigado. A veces encerrándola en una habitación, sí, literal. No sean tan duros al juzgar a las personas que dependen de ustedes.

Y otra cosa, los ex opus dimos los mejores años de nuestra vida para servir a la obra, muchos nos hemos sentido engañados, incomprendidos, abandonados y quizás de muchos no sepan el motivo por el que nos fuimos. En una verdadera familia no importa si te vas a otro país, si formas tu propia familia, si te enfermas, porque la familia sigue estando, no cambia. En mi época en el opus dei eso no sucedió y no creo que haya cambiado. No quiero entrar en detalles, pero faltó humanidad, empatía y sobre todo y lo más triste viniendo de una institución de la Iglesia, faltó caridad y no les importó, siguieron tan campantes. Sorprendente.

Otra pregunta: Sentido de pertenencia a la obra. Una vez escuché que no es que uno da la vida a la obra sino que la obra la toma y se adueña de tu vida, de hecho te exprime como un limón hasta la última gota. Que no se olvide el opus dei que somos seres libres. Nadie puede disponer ni proyectar con nuestra vida, ni siquiera los padres lo hacen con sus hijos.

¿Consciente de la situación legal en Roma? Solo diré tres cosas. Ingresé en Italia con Visa de Estudiante y Nunca Estudié. Nunca recibí un sueldo. No tengo aportes jubilatorios de esos diez años trabajados para el opus dei en Roma. ¿Es pura coincidencia que quien debiera ver mis papeles, mirara para otro lado? La obra sabe que se salta las leyes y miente a la Iglesia y al Estado.

No aparece en el cuestionario ninguna pregunta relacionada con la familia. ¿Cómo es mi relación con mi familia verdadera, es decir con mi familia de sangre? ¿Puedo visitarles? ¿Les ayudo en lo que necesitan? Se tuvieron que acostumbrar a mi ausencia como yo me tuve que acostumbrar a perderlos poco a poco y terminar siendo extraños entre nosotros.

Ya terminando pienso en la historia del opus dei contada como una historia sin mentiras, sin fallos. No es real la historia que cuentan. En el opus dei hubo fallos y uno de ellos somos los ex miembros. Aunque para el opus dei dejamos de existir y fuimos borrados de sus páginas y de su historia, acá estamos. No digo que esos fallos fueron todos voluntarios pero que los hubo... los hubo. No puedo terminar sin agradecer a Agustina por el espacio en Opuslibros y por su cariño. Hasta luego,

Tuces