Publicado el viernes 1 de septiembre 2023

El Papa Francisco y el Opus Dei

La reciente decisión del Papa de reducir la autonomía de esta prelatura personal, una realidad única y muy influyente dentro de la Iglesia, ha sido interpretada de diversas maneras

El 15 de agosto, una importante revista católica estadounidense, Crisis Magazine, publicó un artículo titulado: "¿Qué tiene el Papa contra el Opus Dei?" Con la reforma de la curia romana de marzo de 2022, con la carta apostólica motu proprio, es decir una especie de decreto papal, titulada Ad charisma tuendum de unos meses después y con un nuevo motu proprio del pasado 8 de agosto, el Papa modificó el marco jurídico que regula las prelaturas personales, es decir, aquellas instituciones religiosas que tienen amplia autonomía dentro de la Iglesia católica. Dado que el Opus Dei es la única prelatura personal, las disposiciones del Papa afectan directamente al Opus Dei: de hecho, limitan su independencia y circunscriben su poder, haciendo que la organización pierda el estatus exclusivo y excepcional que hasta ahora había disfrutado...

Opus Dei, brevemente

La Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, más conocida en su forma abreviada Opus Dei (que literalmente significa "Obra de Dios") o como Obra, es una de las organizaciones más influyentes y conservadoras de la Iglesia Católica. Fue fundada en 1928 en España por el sacerdote José María Escrivá de Balaguer. La doctrina del Opus Dei se basa claramente en los conceptos de jerarquía, autoridad y familia, así como en el de ser "santo en medio del mundo" y en honrar a Dios mediante el esfuerzo en el trabajo diario. El Opus Dei, tal como lo permite un decreto del Concilio Vaticano II, recibió el estatus de prelatura personal en 1982 del Papa Juan Pablo II. La prelatura personal es una estructura institucional y jerárquica similar a una diócesis, una circunscripción territorial normalmente situada bajo la jurisdicción de un obispo. Pero a diferencia de la diócesis, la prelatura personal no está delimitada por un territorio y por tanto pueden adherirse a ella personas de todo el mundo que pertenecen a varias diócesis. Al transformar el Opus Dei en una prelatura personal, explica el sitio web Adista, el Papa Wojtyla "liberó al movimiento de cualquier vínculo con los obispos de las diócesis en las que operaba, haciéndolo depender directamente del Papa y otorgando al prelado que dirige el Opus Dei el título de obispo y las prerrogativas propias de quien dirige una circunscripción eclesiástica". Ninguna otra institución dentro de la Iglesia tenía este privilegio, al que, en 1982, muchos obispos se opusieron.

Quien ingresa en el Opus Dei depende del prelado para todo lo que concierne directamente a su vida espiritual y social. Y al prelado, que no está sujeto al poder de ningún obispo y que es él mismo obispo, se le conceden ciertos poderes: tiene potestad propia, tiene jurisdicción sobre los sacerdotes incardinados en la prelatura y sobre los laicos que pertenecen a él. La prelatura se define, por tanto, como "personal" porque el "pueblo" que la forma está circunscrito por un vínculo personal con el prelado, más que por un criterio de territorialidad.

En esta institución pueden ser incardinados clérigos (es decir, pueden ser adscritos a la prelatura unos presbíteros y diáconos) y tienen un papel fundamental los laicos, que también pueden colaborar de manera significativa dentro de los órganos de gobierno. Los miembros laicos del Opus Dei se dividen en varias categorías: hay numerarios, mujeres y hombres que tienen títulos universitarios y viven dentro de las estructuras del grupo aunque tengan trabajos normales; están las numerarias auxiliares, que dedican su actividad al cuidado de los centros del Opus Dei, es decir, son criadas y viven en los centros de la organización; y finalmente están los agregados y los supernumerarios, hombres y mujeres que viven con sus familias. Numerarios, hombres y mujeres, numerarios auxiliares, agregados y agregadas "viven el celibato como don de Dios y por motivos apostólicos", afirma el Opus Dei.

Al morir en 1975 el fundador José María Escrivá de Balaguer, fue elegido en su lugar su más estrecho colaborador, el español Álvaro del Portillo, que después de la concesión a la organización de la prelatura personal, en 1982, fue nombrado prelado, y en 1991 fue también consagrado obispo. A su muerte en 1994, Juan Pablo II nombró prelado al español Javier Echevarría Rodríguez, también uno de los más estrechos colaboradores de Escrivá de Balaguer, y en 1995 lo consagró obispo. Desde 2017, el prelado del Opus Dei es Fernando Ocáriz, a quien sin embargo el Papa Francisco no ha nombrado obispo.

Desde España, el Opus Dei se fue extendiendo sobre todo por Europa y América y hoy está presente en al menos 68 países: está formado por aproximadamente 93.600 miembros laicos (57 por ciento mujeres y 43 por ciento hombres) y 2.095 sacerdotes, según datos de la prelatura, aunque imposible de verificar.

Una multinacional religiosa

El Opus Dei ha sido definido por El País como una "multinacional religiosa". Entre las numerosas obras que dirige y promueve directamente o a través de sus miembros, se encuentran iglesias, centros pastorales, comedores, instituciones educativas y de formación profesional, entre ellas el IESE español, considerado una de las mejores facultades de economía de Europa, la Universidad Pontificia de la Santa Croce o la Universidad Campus Bio-Medico de Roma. Estas escuelas "han hecho del Opus Dei un semillero de talentos que han llegado a ocupar puestos de poder", escribió hace algún tiempo el New York Times en un artículo. Desde sus primeros años, el Opus Dei ha atraído muchas críticas y sospechas. En primer lugar por su cercanía al régimen español de Francisco Franco (“Nos hicieron ministros”, fue la célebre frase atribuida a Escrivá de Balaguer cuando supo que algunos de los suyos habían sido elegidos ministros del dictador español). Y luego por la influencia de la organización que se extiende a áreas que van mucho más allá de sus iglesias. El Opus Dei, escribe el País, "es una de las instituciones eclesiásticas más conservadoras, opacas y ricas de la Iglesia": a menudo ha sido definida como una secta, un lobby o una "masonería blanca".

Los bienes y datos económicos del Opus Dei son difíciles de calcular y cuantificar precisamente porque su estructura está completamente descentralizada y porque la mayoría de las escuelas, universidades, hospitales o edificios son propiedad de fundaciones o empresas presididas o dirigidas por sus miembros. John L. Allen, experto vaticano de la revista National Catholic Reporter, había calculado en 2005 que el patrimonio total del Opus Dei ascendía aproximadamente a 2.800 millones de dólares (unos 2.590 millones de euros). Uno de los momentos más controvertidos en la historia de la institución fue la beatificación de Escrivá de Balaguer, que tuvo lugar en 1992, y luego su canonización en 2002 empujada por Juan Pablo II, que se llevó a cabo mediante un proceso que muchos definieron como inusualmente rápido. La teóloga, periodista y escritora Adriana Zarri, fallecida en 2010 y a menudo cercana a las reivindicaciones del feminismo, escribió por ejemplo:

“Se acerca la fecha en la que el Beato Escrivá de Balaguer (el controvertido fundador del más controvertido Opus Dei) será proclamado santo. Se ha dicho de este Papa que sufre una incontinencia canonizante: definición ciertamente impertinente pero bien justificada. En efecto, el número de beatos y santos proclamados por el Papa Wojtyla supera el número de canonizaciones decretadas por todos sus predecesores juntos: un hecho anómalo en la historia de la Iglesia, y ciertamente no positivo, también porque la cantidad es a menudo expensas de la calidad".

Recordando la amistad de Escrivá de Balaguer con el gobierno del dictador Franco, Zarri también escribió que el Opus Dei siempre había apoyado y seguía apoyando "regímenes de derecha contra los intereses del pueblo y de los pobres".

Con el tiempo, muchas críticas al Opus Dei han venido también de personas que habían pertenecido al mismo. Uno de los más famosos está contenido en el libro Tras el umbral: una vida en el Opus Dei publicado en 1992 y traducido al italiano con Oltre la soglial. Una vita en el Opus Dei. Un viaggio nel fanatismo. Lo escribió María del Carmen Tapia, que se había incorporado al Opus Dei en 1948 ocupando puestos directivos. Conocía muy bien al fundador y dejó la organización en 1966.

En el libro, a partir de su propia experiencia personal, María del Carmen Tapia denuncia el sistema cerrado del Opus Dei, la obediencia a cualquier precio, la práctica de la delación y el adoctrinamiento, los graves sacrificios económicos que se exigen a sus miembros, la humillación, la mortificación y el desprecio exaltados como medio de santificación, la explotación de las amistades con fines apostólicos o proselitistas, la represión de la sexualidad y, en general, el control y ejercicio de la autoridad sobre todos los ámbitos de la vida de los miembros:

«La casa en Roma es una especie de fortaleza medieval, empezando por la puerta principal, que es blindada y no tiene cerradura exterior, y sólo se abre desde dentro. Para abrirlo hay que dar cinco vueltas y la llave debe estar sujeta al cinturón de la persona encargada de la portería. Quienes quieran salir deberán tocar un timbre situado junto a la puerta y esperar a que la encargada les abra. Cuando alguien llama para entrar, dos personas van a abrir. La escolta se queda un paso atrás y la encargada abre. Lo que quiero subrayar es que nadie, absolutamente nadie, en Roma, puede abrir directamente una puerta y salir a la calle».

María del Carmen Tapia habla en su libro de micrófonos colocados en distintos puntos de la sede del Opus Dei en Roma, todos conectados con la habitación del fundador, y de armarios con documentos secretos en los que se prescribía guardar gasolina para quemar las cartas en caso de emergencia. También había contado lo que le había sucedido después de distanciarse de las posiciones del Opus Dei, entre otras cosas siendo encerrada en una habitación sin posibilidad de contacto con el mundo exterior: "Estaba tan aterrorizada que temblaba continuamente. Tenía miedo de que me encerraran en un hospital psiquiátrico, como habían hecho con otras personas". María del Carmen Tapia logró salir gracias a la intervención de un amigo:

 “Me dijeron que fuera a la sala de reuniones. Monseñor Escrivá empezó a pasear agitado, sonrojado, furioso, diciéndome: "No hables con nadie del Opus Dei ni de Roma porque si me entero de que hablas mal del Opus, yo, José María Escrivá de Balaguer, que tengo en mis manos la prensa mundial , te deshonro públicamente ". Y mirándome a los ojos con una furia espantosa, agitando los brazos, como si quisiera pegarme, gritó: "puta puerca"»

El de María del Carmen Tapia no es el único testimonio de cómo fue muy difícil quedarse y luego salir de la organización: «La salida que algunos eligen es cada vez más compleja y traumática. Y muchas veces necesitan ayuda psicológica», dijo por ejemplo Antonio Moya Somolinos, un exnumerario que estuvo más de cuarenta años en la organización y que hoy lidera el mayor frente crítico de la Obra.

En 2021, en Argentina, 43 numerarias auxiliares denunciaron a la prelatura del Opus Dei ante el Vaticano y la Congregación para la Doctrina de la Fe por abusos de poder y de conciencia con el sometimiento de víctimas a situaciones de explotación personal. Otros miembros hablaron de "lavado de cerebro", de prácticas autopunitivas o de haber sido obligados a entregar sus bienes a la organización, a donar su salario y a hacer un testamento a su favor. En El País, un responsable de comunicación del Opus Dei afirmó que estos traslados son siempre voluntarios, pero antiguos miembros que vivían en centros del Opus Dei declararon que se trata más bien de una práctica, particularmente problemática en el caso de las categorías de laicos que viven en las zonas rurales. centros y numerarias auxiliares: si logran salir de la organización se quedan sin nada.

Hace unas semanas, un grupo de exmiembros encabezados por Antonio Moya Somolinos presentó ante la Santa Sede una denuncia contra el Opus Dei por fraude normativo y abuso de poder, pidiendo su supresión en su forma actual. La acusación es que la organización, como una asociación secreta, se basa en una serie de reglas vinculantes para quienes pertenecen a ella, que se han mantenido ocultas a la Santa Sede y que prevén prácticas que violan sistemáticamente la conciencia de los miembros " mediante abusos de poder, de conciencia y de espiritualidad".

El Papa jesuita y el Opus Dei

La crítica más directa al Opus Dei la hizo desde sus primeros años el entonces Superior General de los jesuitas Wlodimir Ledóchowski, quien definió a la organización como una especie de "masonería cristiana" y un "peligro para la Iglesia de España". Dentro de la Iglesia es bastante conocida la rivalidad histórica entre los jesuitas y el Opus Dei, ambos de origen español, y, simplificando, portadores de dos visiones diferentes del mundo y de la Iglesia. Después del Concilio Vaticano II, explicó el historiador del cristianismo Massimo Faggioli, el Opus Dei se convirtió en el símbolo "del mantenimiento del status quo político, económico y social dominado por un cierto tipo de élite", mientras que los jesuitas, especialmente en América del Sur , se han convertido en el símbolo de la lucha "por una Iglesia del pueblo, por la justicia social". El Papa Francisco proviene de la orden de los jesuitas.

En 2017, el Papa no ordenó obispo al nuevo prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, dando una señal de discontinuidad con los pontificados anteriores. En marzo de 2022, con la Praedicate evangelium que reformó la curia romana (el conjunto de órganos y autoridades que componen el aparato administrativo de la Santa Sede), luego con el motu proprio Ad charisma tuendum y con el del pasado 8 de agosto, el Papa redujo finalmente la autonomía y el poder del Opus Dei. Modificó la especificidad jurídica de la prelatura personal, ubicándola al nivel de otros institutos dentro de la Iglesia, y reformuló su relación con el Vaticano al trasladarla de las dependencias de la Congregación para los Obispos al Dicasterio para el Clero, organismo que vela por los sacerdotes en el mundo.

Será a este dicasterio, y ya no directamente al Papa, a quien el prelado deberá informar "sobre el estado de la prelatura y sobre el desarrollo de su labor apostólica", dando así explicaciones sobre la gestión de sus centros educativos cada año y ya no cada cinco años, por ejemplo, o cómo forma a sus propios sacerdotes o responde a las acusaciones de antiguos miembros.

El Papa decidió entonces que el prelado del Opus Dei no puede convertirse en obispo y, por tanto, no puede ordenar a otros sacerdotes. Y en cuanto a la participación de los fieles en la institución, el Opus Dei estará más controlada. Los laicos que pertenezcan a ella podrán seguir dedicándose a la prelatura personal, pero recordando que los fieles laicos tienen su propio párroco y su propio obispo según la dirección en la que residan, el Papa estableció que "la forma de esta orgánica cooperación y los principales deberes y derechos  relacionados.

En La Repubblica, don Giancarlo Rocca, experto en historia y derecho canónico, afirmó que con estas reformas el Opus Dei quedará "privado de los laicos que componían su fuerza", que ya no podrán ser considerados "miembros" que se referían a un obispo propio, el prelado: estarán sujetos a la jurisdicción de su párroco u de su obispo local”.

La afirmación de la autoridad del obispo local ya ha tenido consecuencias concretas. A partir del 1 de septiembre, el santuario de Torreciudad, en España, que fue construido en los años ‘60 por voluntad del fundador del Opus Dei y que fue regentado por sacerdotes de la Obra, será administrado por un sacerdote designado por el obispo local.

Las decisiones del Papa sobre el Opus Dei han sido interpretadas de diferentes maneras. Han sido criticadas por círculos católicos más hostiles al actual pontificado y más conservadores que han hablado de una voluntad centralizadora del Papa. Crisis Magazine se refirió, por ejemplo, a una "ofensiva canónica" del Papa contra el Opus Dei y explicó cómo este Papa no era en absoluto "tímido respecto de su poder tanto para legislar como para hacer cumplir la obediencia": "Está utilizando el poder institucional para imponer su visión carismática."

Otros han visto las disposiciones del Papa como una continuación de la rivalidad histórica entre los jesuitas y el Opus Dei y entre sus respectivas y divergentes visiones de la Iglesia. Giovanni Maria Vian, historiador y ex editor del Osservatore Romano, el periódico de la Santa Sede, dijo que la tensión entre los jesuitas y el Opus Dei puede haber jugado un papel en las decisiones del Papa ("aunque sería completamente erróneo pensar que todos los jesuitas son progresistas, o que todos los miembros del Opus Dei son conservadores, a pesar que en realidad ese es su rasgo de identidad»).

Para Vian, los cambios jurídicos del Opus Dei son un "intento de control" y de "normalización canónica y de poder" que el Papa ha realizado interviniendo también en la vida de otros movimientos, como Comunión y Liberación, u otras órdenes religiosas en conventos y monasterios.

Alfonso Botti, historiador, hispanista y catedrático de historia contemporánea en la Universidad de Módena y Reggio Emilia, ve en la disposición del Papa "la reverberación de la línea que caracteriza el pontificado actual" contra el clericalismo que, como reafirmó el Papa en una carta al clero romano del pasado 5 de agosto, puede nutrirse "viviendo de manera elitista su llamada, encerrándose en el propio grupo y levantando muros hacia el exterior, desarrollando vínculos posesivos hacia los roles en la comunidad, cultivando actitudes arrogantes y soberbias hacia los demás".

Para Alfonso Botti, por tanto, las disposiciones del Papa son "una advertencia" a todos aquellos movimientos y grupos que han sido especialmente apoyados por Juan Pablo II, "promotor de un catolicismo identitario y triunfal poco compatible con la Iglesia como 'hospital de campo' y punto de referencia para la humanidad desorientada, de parte del Papa argentino».

Mientras tanto, el prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, comentó las disposiciones del Papa, asegurando que el Opus Dei las acogerá "con sincera obediencia filial", pidiendo también a los miembros de la Obra "que permanezcan muy unidos también en esto".