Casiopea, desde que leí tu escrito “¿Cuántos años se tarda en dejar de tener pesadillas con el Opus?”, quería contestarte. He visto que varios lo han hecho el viernes 20 y como puedes ver, muchos tenemos esos sueños recurrentes. Intentaré responder a tus preguntas en base a mi experiencia personal.

¿Cuándo se acaba esto? Nunca, pues sería arrancar capítulos al libro de nuestra vida sin que se deshoje más. Esos capítulos de nuestros años en el Opus forman parte, lo queramos o no, de nosotros, pero podemos distinguir los capítulos que fueron escritos siguiendo una plantilla y que resultaron tan grises. Y continuar escribiendo nuestra historia sin que nos la dicten ni nos lleven de la mano. Es maravilloso poder evitar los finales que hemos presenciado y a los que estábamos destinados.

¿Cuándo dejaré de tener pesadillas con la Obra? Yo no he dejado de soñar con el Opus pero sí han evolucionado los sueños. Ahora mezclo personas del Opus con personas de mi vida actual por lo que al despertar ya me río de “los collages oníricos”. No me extraña porque en la terapia que hice al año de haber dejado el Opus, me explicaron que durante la fase REM del sueño se reprocesan las memorias fragmentadas de traumas o emociones. Así que puede ayudarte pensar que cada vez que sueñas con el Opus te estás desintoxicando.

¿Y cuándo dejaré de tener miedo a que se aprovechen de mí? En mi opinión es un tema que te ayudaría resolver en una terapia, pues el miedo es la emoción que más nos paraliza, y si no lo trabajamos, nos mantiene atados a relaciones poco sanas o tóxicas. Y peor aún, si no lo curamos de fondo es muy posible que repitamos esas conductas. El miedo, igual que otras emociones negativas, tiene una función de advertencia o aviso de un peligro. Tener miedo no es malo mientras consigamos poner límites y no vuelvan a aprovecharse de nosotros, por eso te sugiero busques ayuda profesional.

¿Cuándo se acaba el dolor? El dolor está ahí porque nos han herido en lo más íntimo y sagrado que es nuestra conciencia y nuestra libertad. Pero sí se sana. Y si podemos conseguir que, aunque la herida y cicatriz nos queden marcadas, el dolor no nos perturbe ni nos paralice. Además, eso nos permite entender el dolor por el que otros han pasado en situaciones semejantes. Nos hace ser empáticos y tener mayores conexiones emocionales y afectivas, en definitiva, nos hace más humanos.

 Patricia Martínez