Sucedió en Pamplona

(alrededor de la Ermita del Amor, hermoso-a)

Robredal, 24/11/2023

El otro día Noob trataba un asunto en su escrito “Universidades, colegios, institutos de alta y baja formación” relativo a las obras corporativas y las relaciones entre “miembros y miembras” del opus en el amplio y sin embargo pequeño espacio que existe en los cinco mil kilómetros de distancia.

Pongamos como ejemplo la obra corporativa universitaria primigenia. La que tiene una Ermita a “La madre del Amor Hermoso”, a la que acuden a rezar partes del rosario de camino a sus casas, los del opusdei que suben desde el campus hacia la ciudad que acoge a la Universidad. Hacen romerías apostólicas y rezan octavas…

Supongo que en las demás Universidades de otros países (La Sabana, Panamericana, Asia and the Pacific, Piura, Monteávila, Austral, Andes, las africanas que existan, etc.), tienen una imagen/ermita similar y con idéntico rol simbólico.

En particular está ahí, según se decía, por el deseo de Escrivá de que presidiera y vigilara que no hubiera ligues y emparejamientos entre ellos y ellas. Sería la espada de fuego que, con san Miguel, velara para que no se cruzaran los cinco mil kilómetros psicológicos entre miembros célibes de la CUN y la UN. Para guardar ese Amor Hermoso, es decir, la pureza, pero en el peculiar régimen de separación y prolija parvedad que se vive en el opusdei.

Por si acaso, también el sacerdote secretario de la delegación atiende y direcciona, desde un confesionario, en particular de la capilla de la Clínica y con turnos semanales en otras capillas de la Universidad. Ahí se acude a ventilar estos asuntos por ser un lugar más abierto que los centros. También para las delaciones de las personas, indicios, apariencias y emanaciones, más o menos olorosas, de que algo pudiera estar ocurriendo en esa dirección parva.

Por supuesto también hay rígidos protocolos internos para el modo de operar en reuniones, comidas, conferencias y sesiones. La idea básica es “nunca juntos” y/o “solos”. Se suspende lo que sea si solo hay numerarias/os, agregados/as. Debe haber un número suficiente de gente de fuera, supernumerarios inclusive. Pero no basta con uno/una solo, a modo en de muñeco inflable interpuesto.

Pese a ello, hubo casos sonados de casamientos. Alguno muy sonado. Hubo casos soterrados de flirteos y salidas del armario. No se le puede poner puertas al campo del Amor y de su naturalidad transparente. Al revés, al ponerle tales puertas lo conviertes en opacos amoríos artificiosos.

Sobre todo, esta ermita/imagen y sus aledaños han dado lugar a situaciones singulares y especialmente raras, fruto de esa peculiar, cuando no absurda, “naturalidad” que se pide a los asociados/as “orgánicos/as” célibes del opus (lo de “orgánicos” me recuerda al chiste aquel del aldeano de la zona que, incapaz de distinguir las acentuaciones y tildes, definía a los hombres urbanos como simbólicos y a las mujeres como sintéticas). Aquí van, en esa línea, algunos sucesos trágico-cómicos vividos, escuchados o recibidos.

Van de romería de mayo una numeraria del colegio mayor, que es el centro de estudios femenino, con su amiga pitable, que es novia de un chico. A la misma hora, este chico está haciendo una romería con un numerario del equivalente colegio mayor de chicos. Aparentan no verse. Pero casi todos lo sabían… porque realmente los que se gustan son ese numerario con la novia de su amigo, que van al mismo curso y carrera. Los cincomil saltan por los aires. Al cabo de unos pocos años ambos se casan (y todos tan contentos, pues el amigo casóse con una exnumeraria compañera de su exnovia y de su amiga exnumeraria).

Dos hermanos, numerario y numeraria, coinciden en la Ermita. Charlan en alegre camaradería tras rezar sus partes (del Rosario) correspondientes. Alguien los ve, lo que en esa ciudad mojigata y pequeña no es difícil. Al numerario le cae, a los pocos días, una corrección fraterna por flirtear con una numeraria. El idiota del director, como el delator, ni siquiera se plantearon la presunción, bastante razonable, de que pudieran ser hermanos o primos. Ni preguntárselo antes. Encima se parecían bastante.

Un sacerdote numerario se va de excursión y vuelve vestido “de lagarterana”. Decide pasar por la Ermita para hacer una visita. Le cae una corrección fraterna por ir sin sotana y/o clergyman a la Ermita. Pendejos tanto el director como el delator. Ese sacerdote, invitado por su mejor amigo al que casa y a cuya ceremonia posterior no acude, le invita, al tiempo, a comer a otro lugar discreto. También acude vestido de calle para no “dar el cante”. Lo ven unos supernumerarios que están también celebrando algo… y le saludan no sin cierto asombro. Él espera un monitum de la delegación que no llega. Pero la facilidad con que tal sacerdote deja la sotana se convirtió en norma y ahora es feliz sin ella ni nada que se le parezca. A muchas entendederas...

Nos desplazamos un poco. Un grupo de numerarios sale durante un curso anual de excursión a monte de la provincia. Entre ellos va un cura numerario que atiende a las mujeres. En ese lugar, y sin mucha escapatoria, se cruzan con el grupo equivalente de numerarias de excursión de su curso anual (las respectivas delegaciones ya no tenían huecos semanales para que las fechas de excursiones no coincidieran). El sacerdote, muy cohibido, en vez de ser natural, utiliza lo único que tiene a mano para “ocultarse”, pero “sin desaparecer”: el moquero (sin mocos). Trata de ocultarse entre los demás, pero es el más alto. La escena es ridícula. Sobre todo, porque ellas, más espabiladas y con el radar más conectado, iban un poco más sueltas e incluso una se acerca para saludar a su primo numerario…

Un numerario traduce muy bien a otro idioma en particular. Tesis, estudios y artículos deben tener el correspondiente abstract. Una numeraria acude a él para que le revise su traducción en un importante artículo, sin saber que es numerario. Lo hace y todo resulta bien. Ambos se atraen y lo notan. La numeraria es, además, bastante guapa (y algo cursi, como solía ocurrir). Ella, proveniente de otro lugar sin tantas “complicaciones”, le invita a un café para agradecerle ese detalle. Él, firme en su situación, lo declina, no sin algo de pena. Al cabo de un tiempo, por persona interpuesta, él recibe una reprimenda por incitar al flirteo de una inocente muchacha…

Todavía no se usan los misales en palm u otros dispositivos posteriores… aún funciona la agenda luxindex de infausta memoria (y sin culpa por parte de su creador). De repente, otra marca de agendas creo que holandesa, se hace con cierta cuota de mercado. Por su tamaño, algo más contenido, resulta bastante cómoda para el bolsillo de la chaqueta y, por eso, gana adeptos. La librería Troa del lugar no tarda en darse cuenta y traer ejemplares. Cuando alguien acude para comprar los Reyes Magos del centro, la vendedora, numeraria veterana que se conoce a todo y todos, comenta, casi literalmente, que a los varones está gustando más esta última porque, al tener chaqueta, pueden llevarla ahí y entra un Misal cualquiera. En cambio, sigue, las numerarias prefieren otras porque llevan su propio misal en la mano y, a la vez, la correspondiente agenda, pues no tienen bolsillo disponible y no bajan con el bolso a Misa. Un cura presente que lo escucha de soslayo, hace que le digan, luego, que este comentario contraviene la debida separación. (No vaya a ser que el numerario a quien se lo dijo tuviera sueños húmedos con semejante dato comercial curioso).

Una numeraria de un centro dentro de la ciudad baja, muy tapada, a correr por el campusdei. Ese día lleva leggings (vulgo, mallas) pero para no marcar nada, también un pantalón corto encima además de forro polar y, en cuello-cara, una braga (en este caso me refiero a la funda tubular). A la vuelta, tras la dura subida de Pio XII para, casi-sin-respiración, en la Ermita para rezar algo mientras se estira un poco… (¿Se puede fumar mientras se reza? ¿Se puede rezar mientras se fuma?). Una numeraria de su propio centro la ve y le cae una corrección fraterna por no comportarse de acuerdo con el cargo y posición que ocupa, el lugar donde estaba y, supongo, el atractivo que podría suponer su físico marcado por la ropa de deportista. Tan necia la numeraria delatora como la directora del centro…

Un profesor joven pita de supernumerario. Seguramente piensa que le ayudará en su carrera profesional. Digamos que no se entera mucho y en su centro tampoco. Aunque frecuenta la Ermita tiene, a la vez, dos o incluso tres parejas a un tiempo, de manera discreta (una en otra ciudad). Parejas con derecho a roce y conocimiento profundo. Así, suponemos, puede seleccionar mejor. Una le deja. Intenta envolver a una numeraria pero no lo consigue. Comienza a salir con otra. No sabe que es supernumeraria. Ella se da cuenta de que sus intenciones son las que son… El pastel se desvela al completo. A él se le echa con cierta discreción de la obra y de la Uni. Es cierto, era un auténtico caradura… pero tuvieron suerte: no había contrato por medio y eran otros tiempos.

Llega el verano. El campusdei se llena de agregadas/os, numerarios/as por todas partes. El polidelportillo (vulgo, Polideportivo) se esfuerza en atender a todos con la debida separación. La ermita, además, recibe a los residentes habituales. Se organizan turnos para rondar a la Virgen por días/horas. Incluso una tuna no-tunante formada solo por numerarios organiza la ronda correspondiente en una noche de agosto. En años sucesivos todos los numerarios que formaban una de las promociones de dicha tuna empiezan a tunear sus vidas y desandar el absurdo camino de cantar al vacío, para cantarles a sus respectivas chamaquitas (incluso uno de ellos a su chamaquito).

Son los años noventa. Son los benditos tiempos en que no existen los móviles. Al menos cinco numerarias, en diversos rangos de edad, están de excursión en la montaña. Han ido más allá de sus límites y se han enriscado notablemente. Ni palante ni patrás. Supongo que rezan estampas a tutiplén para que alguien les ayude. Y así es… A lo lejos aparecen varios avezados alpinistas. Son tres, llamados desde lo alto, provienen de otro cuso anual, en grupo formado por un agregado algo maduro, “con el culo pelao” (con perdón), un numerario, un poco más inexperto y un amigo del primero, de carácter rural y desinhibido y buen escalador. Ayudarles implica atarlas con un Brauer alpino (vulgo, budriel), agarrar manos, estrechar cinturas e impulsar desde el trasero. Ver, incluso, los tobillos. Cuidado. Colaborar, hablar y rescatar. Quizá incluso se pudiera deslizar algún guiño cómplice… El dilema se presenta: ¿Les rescatan ellos o llaman a la benemérita (el GREIM de la Guardia civil)? El numerario quiere aplicar el protocolo (interno) e irse, tras dejar, con ellas, al tercero en plan apoyo moral eximido de vivir la regulae. El agregado, más sensato, dice que se queda con él y les ayuda, mientras el numerario, si quiere, se puede ir rezando partes al pueblo y llamar desde ahí. Ahí se choca con otro protocolo interno: nadie va/vuelve del monte solo, así que el numerario no puede volver solo (han muerto varios así en la montaña). El dilema es, pues, doble: regulae internae e indicaciones estrictas de los directores regionales. Al final la sensatez actúa y todos colaboran. Realmente no era necesaria la presencia de un equipo Greim. Era solo el apuro y un poco de acierto en los pasos, con ayuda de la cuerda que llevaban los alpinistas. El ambiente es demasiado educado, pero serio. Casi cortante. Tras el rescate, una de ellas, como gesto de cortesía y una sonrisa, comparte su bolsa de excusión, hecha por la Administración, con el “grupo de varones”. El amigo alucina con el comportamiento de ambos grupos. No me extraña. Él fue operativo y agarró donde pudo, aunque sin propasarse. A los días lo narra: “el caso es que había alguna chiquita guapa, pero siesa y muy plana…”. Tampoco pierde otro detalle: “La bolsa de comida era igual que la del numerario”… Este último se cruzará, a lo largo de los años, muchas veces con una de ellas por los pasillos de la Facultad (cuando la ve podría sonreír y comentar con ella: ¡menuda aventura podríamos contar a nuestros nietos!.. pero, aunque lo piense, se calla: alguien podría escucharlo).

En un momento dado empiezan a verse las fotos familiares en la ermita, con la imagen de la Virgen al fondo, incluso en forma selfie. Muchas fotos de familias de tipo “Amo a Laura”, en la que todos hijos/as que aparecen son “de casa”. Un director algo ácido se plantea si puede haber una sala específica en la Universidad para proclamar el éxito de tales casos y animar el cotarro, cada vez más lánguido en ese sentido. Otro piensa qué se haría, entonces, con los cuadros de varias familias de las de con ocho no-basta en las que todos los hijos/as numerarios/as han ido saliendo uno-detrás-de-otro... Lógicamente el cura del centro le mira con cara agria, en tanto otros, más ingenuos, se ríen con cuidado.

Tras el cerramiento inicial, esa y otras delegaciones zonales empiezan a examinar caso-por-caso las situaciones en que, en las obras corporativas, no es viable un despido laboral improcedente de quien, siendo n/a o ag/a, no ha guardado los cinco mil kilómetros o deja de serlo, de un modo u otro. Se buscan salidas laborales y personales pacíficas, pues se exponen a escándalos mayores. De hecho, alguno ha habido. Se abren paso soluciones tipo Universidades online (aunque geográficamente cercanas). O Universidades en lugares más abiertos, situados en ciudades más grandes y capitalinas, donde todo pasa más desapercibido… Ahí se ve a algunos, con currículums algo disfrazados.

Lo que no entendían los directores es que, siendo numerario o agregado, en las últimas que te fijabas y en gran medida debido a tanta barrera, era en las equivalentes. Ancha era Castilla y amplia también la gavilla para escoger y ser escogido. Luego, con los años, te encuentras a muchos y muchas ex, a veces en los lugares más insospechados y oyes estas historias. Y te diviertes mucho. Lo que me pregunto y os pregunto es si era igual entre vosotras, exnumerarias y exagregadas en obras corporativas mixtas, como la vida misma (me gustaría que alguien lo contara).

Todo esto ocurrió. No ha sido llevado al cine como en “Sucedió en Manhattan”, sino que, algo más prosaicamente, “Sucedió en Pamplona” (y los alrededores).

Robredal