Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Correos: LAS SIERVAS DEL PLAN DE DIOS,- Gómez

125. Iglesia y Opus Dei
Gómez :

El libro «SIERVAS, el abuso de las monjas sodalicias», escrito por Camila Bustamante Soto, editado por Planeta Uruguay, en el año 2022, habla de una de las fundaciones del peruano Luis Fernando Figari. La primera de ellas fue el Sodalicio de Vida Cristiana, 1971, compuesto preferiblemente por varones célibes blancos, ojiazules, rubios de las familias ricas del Perú y otros países suramericanos, que se formaron en una playa de Lima en un régimen mezcla de marines gringos y sacerdotes numerarios, como se explica en el libro de Pedro Salinas, «Mitad monjes, mitad soldados», ya reseñado en Opuslibros. La segunda, el Movimiento de Vida Cristina, una especie de supernumerarios, que empezó con algunos de los papás de los sodálites. La tercera, la sección femenina, llamada Fraternidad Mariana de la Reconciliación, 1991, formada preferiblemente por mujeres célibes blancas, ojiazules, rubias, de familias ricas del Perú y otros países de América. La tercera, las Siervas del Plan de Dios, a las que se refiere este libro de 293 páginas...



 Las siervas fueron fundadas en 1998. Luis Fernando Figari acompañó a su mamá a una clínica, en la que notó la ausencia de monjas, a la que estaba habituado en este tipo de instituciones. Pensaba que las monjas eran las personas que trataban mejor a los enfermos, los cuidaban, los ayudaban en sus necesidades básicas de movimiento, alimentación, sueros, inyecciones, limpieza, y les daban un ambiente más agradable a los centros de salud. Fue cuando pensó que ya que se había dedicado a fundar instituciones estilo Opus Dei podía ahora fundar una comunidad de monjas dedicadas a los enfermos y de paso a los pobres. De las primeras fraternas, como llaman a las integrantes de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, sustrajo a una de sus hijas, Andrea García, y la encargó de que se hiciera monja y fuera formando a las primeras siervas, con la misma espiritualidad de los sodálites, pero en versión monja.

Del Movimiento de Vida Cristiana fueron sacando a las primeras aspirantes a siervas, que debían ser, para variar, flacas, bonitas, de buena familia, económicamente solventes y dispuestas a obedecer en todo los que su superiora les pidiera. Más puntos a las candidatas que supieran cantar y/o tocar algún instrumento, y el doble de puntos, para las que fueran chilenas. Eran las más cotizadas. Muchas se apuntaron a los quince años, dejaron el novio, y se fueron alejando de su familia con encargos apostólicos y retos en los que debían demostrar su real disposición de formar parte de la nueva comunidad. Después de unos meses de discernimiento, de ganar puntos y de enamorarse del ambiente católico alegre y simpático que se lograba en las reuniones, entraban a la casa de formación como internas, una vez cumplidos, eso sí, los 18 años.

Al comienzo todo era sonrisas, fiesta y alegría, pero poco a poco iban apareciendo los retos de obediencia y reciedumbre. Así como los sodálites debían nadar a las seis de la mañana en invierno en el mar, las siervas debían nadar todos los días por casi una hora en la piscina. Y si estaban enfermas debían nadar también. Y si estaban lentas debían nadar más. Y si estaban agotadas debían seguir nadando. Los retos de obediencia incluían pruebas en las que se ordenaban cosas tan absurdas como reunir en una caja todas las aes que habían salido en el periódico. Si la futura monja no lo hacía recibía corrección fraterna, no privada con luxíndex en mano, sino pública como en los realitis de televisión. Las insultaban, las humillaban y las hacían llorar, para que fueran humildes y obedientes.

La más importante exigencia era la obediencia, y el lema más manoseado, «el que obedece no se equivoca». Una sierva en formación algo tímida y asustadiza fue obligada por Andrea García a bajar todas las noches al sótano oscuro, por una escalera sin baranda y sin iluminación. Lo hizo varias veces, hasta que en una ocasión cayó, y se rompió tibia y peroné. La pobre estaba tan abducida que se echó la culpa de lo sucedido, sin reclamar la responsabilidad de su superiora. Estuvo coja varios meses, y nunca recibió una solicitud de perdón de parte de su verdugo. En años posteriores al comienzo, Andrea García se convirtió en una superiora que, a ejemplo de Luis Fernando Figari, esclavizaba a sus preferidas para que le llevaran el desayuno, le hicieran sus trabajos de la universidad, la acompañaran de día y de noche, se metieran en su cama a ver películas y le suministraran dulces y Coca-Cola, a la que era adicta. No vivía las exigencias que ella misma les había dado a sus subordinadas, que no podían sentarse en la cama de otra monja, ni tocarse, ni abrazarse, ni compartir ratos en piyama, ni tener conversaciones íntimas. Su conducta era similar a las de las superioras de otros países.

Las siervas trabajan en hospitales, barrios pobres, muy pobres, y colegios. En Colombia, por ejemplo, se encargan de repartir los mercados semanales del Banco de Alimentos, entre los pobres de algún pueblito de Antioquia. Como contraparte esperan que las familias asistan a la catequesis que dan y a las demás actividades de formación cristiana y vida sacramental. Hoy no son muchas, pero están ya en Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, España, Italia y algunos otros sitios de África y Asia. Se han hecho muy conocidas por el grupo musical Siervas, que se presenta en la televisión y los teatros y auditorios de varios países y hacen de sus conciertos de «rock» una catequesis.

Cuando estalló en Perú el escándalo de los abusos sexuales y psicológicos de que habían sido víctimas al menos 30 sodálites, que dan su testimonio en el libro «Mitad monjes, mitad soldados», las siervas sintieron el remezón, y comenzaron a cuestionarse. Las acusaciones contra Figari por parte de exsodálites no eran tan distintas de las que podían hacerse contra Andrea García de parte de las siervas. Las siervas no hablan de abusos sexuales, pero sí de actitudes lesbianas de parte de las superioras con sus dirigidas y sobre todo del maltrato y las humillaciones a que eran sometidas, no solo en su época de formación, sino aún después de los cinco años y medio, cuando hacían su profesión perpetua.

Como consecuencia del escándalo, Figari renunció a ser superior general del Sodalicio, y Andrea García renunció a su cargo de superiora de las siervas. Figari huyó a Roma, donde reside actualmente, y Andrea García viajó a Roma, para cursar una maestría universitaria. Dos años después regresó a Lima, pero al poco tiempo se retiró de las siervas. Hoy se anuncia en Colombia, Perú y Chile, como «coach» o «consejera de vida», con gran experiencia en el acompañamiento de jóvenes, adultos y enfermos. Es una gurú a la que Tony Robbins se le queda en pañales.

Mientras tanto, exsodálites y exsiervas, sometidos a atropellos, humillaciones y abuso psicológico y económico durante su militancia religiosa, piden a la jerarquía de la Iglesia, primero a Cipriani, y ahora al obispo Castillo y al papa Francisco, que se les reconozca su condición de víctimas, que se les pida perdón y, en algunos casos, que se los compense con dinero, ya que lo dieron todo para responder a una supuesta vocación divina durante diez, veinte y hasta treinta años, y su adaptación a la vida familiar, social y profesional, después de salir, no les ha resultado fácil.

Algunos y algunas han salido con depresión, estrés postraumático, medicamentos psiquiátricos, sin un peso, sin un sol, sin un dólar, y sobre todo los hombres, los sodálites, sin una profesión con la cual ganarse la vida, ya que Figari los hizo abandonar sus estudios elegidos previamente por la carrera de Filosofía y Teología, única necesaria para un sodálite.

Gómez




Publicado el Friday, 23 February 2024



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 125. Iglesia y Opus Dei


Noticia más leída sobre 125. Iglesia y Opus Dei:
El Opus Dei, Instituto Secular (III): Conmemorando las bodas de plata.- Idiota


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.123 Segundos