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 Tus escritos: A propósito de la bondad dentro del Opus Dei.- Aquilina

010. Testimonios
Aquilina :

Leí el pasado viernes el interesante escrito de La lectora: No hay bondad sin libertady sentí el deseo de comentar las ideas que encontré allí.

Empiezo aclarando que estoy fundamentalmente de acuerdo con unas cuantas de esas ideas: que la bondad que se encuentra dentro del opus no es distinta de la que se encuentra “en las relaciones interpersonales, cuando estas son sanas y generamos vínculos con otras personas, ya sea fuera o dentro del Opus”. Que se encuentra mucho sacrificio y cumplimiento, pero que estos ingredientes no hacen necesariamente mejor a las personas. Añadiría yo que son actitudes que muy fácilmente pueden ser empleadas también para perseguir objetivos neutros, y hasta malos.

Por lo que se refiere al título de su escrito, que “no hay bondad sin libertad”, lo encuentro quizá demasiado tajante, pues pienso que el de la libertad, como el de la verdad, es un recorrido, y no puede darse por acabado una vez por todas, nuestra dimensión creatural nos hace libres, buenos, etc., solo hasta cierto punto, quien más, quien menos, quien antes quien después de muchos esfuerzos para madurar, y puede haber mucha bondad también en situaciones de falta de libertad, por supuesto exterior, pero también interior, cuando intentamos superarnos y volvernos mejores, con todos nuestros límites.

Después de estas premisas, me parece que hay dos aspectos importantes que no salen en su escrito, que se refieren, desde cierto punto de vista, a la bondad de las personas de dentro, y que es importante no olvidar.

Uno de los dos es el siguiente: que, en muchas ocasiones, cuando se subraya que sí, hay gente buena dentro de la institución, es para contestar a un argumento al que se recurría mucho por parte de las autoridades internas, y es el argumento de que los errores son causados por la actuación y forma de ser personal de algún director o directora, y que el espíritu fundacional es perfecto. Los que pasamos dentro del opus sabemos que es cierto exactamente lo contrario, que más allá de la bondad y recta intención de las personas singulares, es precisamente cuánto previsto por el espíritu de la institución que provoca dolor y daño.

O sea, no es cierto que la institución es perfecta y son las personas singulares las que se equivocan, sino, al contrario, lo que pasa es que en la institución hay criterios equivocados y de pecado y son las personas singulares, según sus luces y sus capacidades, que cuando son buenas, alguna vez consiguen humanizar algunos de esos criterios y su actuación.

La segunda cosa que quiero subrayar es la siguiente: yo creo que, con mayor o menor libertad personal, los que pitamos éramos personas que teníamos en el corazón deseos de generosidad y de amor. Deseos inmaduros por ser nuestra edad muy temprana, quizá en algún caso deseos algo neuróticos y/o desequilibrados por el ambiente familiar o social al que pertenecíamos, en cualquier caso deseos que necesitaban madurar, acrisolarse, templarse y que por cierto en muchos casos se hubieran diluido y perdidos con la edad, el crecimiento, las experiencias dolorosas o el prevalecer de egoísmos personales, pero en cualquier caso la mayoría de nosotros pertenecía a una franja de jóvenes especialmente, aunque ingenuamente, generosos y tendencialmente buenos.

Quizá haya también, como oí comentar más veces, quien llega a pitar por el interés de entrar las lógicas de “reciproco amparo social” (no me sale otro termino y espero que se entienda lo que quiero decir) que podían encontrar en el ambiente opus. Me parece muy posible que eso pase, pero yo personalmente nunca me encontré con situaciones parecidas, quizá por pertenecer a un nivel social no especialmente importante.

O sea, que al comienzo de su recorrido dentro del opus hay muchas personas especialmente buenas y generosas, con buenas intenciones y grandes ideales, y es una responsabilidad muy grave la que tiene el opus de desperdiciar, dañar, estropear ese patrimonio.

Cuando nos referimos a aquella frase de un consiliario español, adoptada por otros, de que está bien que piten cien con tal que perseveren diez, habrá que dar cuenta a Dios de ese patrimonio de los otros noventa, de las buenas intenciones y disposiciones que se han estropeado y tirado a la basura, provocando enfermedades físicas y morales, distanciamiento de la fe, pérdidas de proyectos vitales y, en más de algún caso, hasta la muerte. Yo no juzgo a los adultos que deciden quedarse dentro de la institución. Puedo no entenderlos, pero nuestro Señor me exoneró una vez por todas de juzgar a las personas, sus intenciones y sus responsabilidades. Me queda la responsabilidad de juzgar las estructuras y de dar testimonio de lo que conozco de primera mano. Yo conozco de primera mano el daño producido por la institución, al mismo tiempo que personas buenas, y alguna especialmente buena y recta, que se han quedado dentro. Es buena y recta no “por ser” del opus, sino porque lo era y sigue siéndolo dentro de sí y dentro de allí.

Un saludo cariñoso para todos,

Elena 




Publicado el Monday, 04 March 2024



 
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