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 Tus escritos: Limpieza y riqueza.- E.B.E.

077. Numerarias auxiliares
ebe :


Limpieza y riqueza
(El Opus Dei como una estética de la religión)
8 de marzo de 2024 – E.B.E.

 

«¿Es que los ricos no tienen alma?»
(Escrivá, Instrucción de San Miguel, n.57)

«Derrama sangre el que retiene el salario del jornalero»
(Eclesiástico. 34,22)

El Opus Dei como una estética de la religión

En una de las Instrucciones del fundador, documentos internamente considerados inspirados (hoy en vías de divulgarse, al igual que sus cartas) y que no debían ser leídos e interpretados más que por los directores y "los mayores", Escrivá habla de la limpieza, no ya como una metáfora espiritual referida al alma sino como una característica física que en adelante tendría el Opus Dei: sus casas serían siempre limpias.

«Están acostumbrados a que las obras que se llaman católicas sean tristes, sin el calor de hogar, con la limpieza —cuando la hay de un hospital o de un cuartel. Y no les cabe en la cabeza, porque parecen gente sin hogar, que las casas del Opus Dei sean hogares nuestros. Y por eso hay calor, flores, aseo, ambiente alegre de familia; pero no hay en nuestras casas, riqueza» (Instr. de San Miguel, n. 44, en adelante, el subrayado no es del original en los textos citados)



La limpieza es central para Escrivá porque forma parte de lo que podríamos llamar la estética del Opus Dei. Es decir, el Opus Dei se presenta como una estética de la religión opuesta a la fealdad estética de los religiosos. De ahí que Escrivá critique en sus escritos las casas e incluso la higiene personal de los religiosos.

La ortodoxia doctrinal -como sinónimo de limpieza- es incorporada a esa estética de la religión (haciendo de la ortodoxia una bandera institucional). El uso del latín en la predicación de Escrivá forma parte de la misma estética y tiene como fin esculpir sus ideas mediante frases latinas convertidas en slogans (sacados de contexto). Lo mismo podría decirse de los mármoles y los textos allí esculpidos (en Villa Tevere, Cavabianca, etc.). Más allá de su función disciplinal, el llamado al heroísmo y al sacrificio personal evoca lo sublime, que es un valor estético clásico.

El Opus Dei es una estética en cuanto se constituye como una forma particular de ver, practicar y representar la religión, uniendo el éxito personal (ser los mejores) al espiritual (santos de altar, “canonizables”, esculpibles en mármol, podríamos decir).

Una estética religiosa “burguesa” (elitista) donde queda excluido todo lo considerado desagradable. Por ejemplo, el compelle intrare -tan predicado por Escrivá- tiene como condición previa poblar el banquete con los pobres, los lisiados, los ciegos y los cojos (Lc 14, 21), pero eso lo pasa por alto Escrivá -su estética lo filtra- y sólo se centra en el aspecto coactivo de la parábola, que es lo que le interesa para el proselitismo.

No es casual que -al no ser “coaccionables”- los débiles mentales sean considerados inservibles para el Opus Dei (cfr. Catecismo del Opus Dei, 2003, nro. 298), no encuadren con la estética escrivariana de la eficacia y la búsqueda de resultados.

Es una estética atractiva en cuanto elimina “el problema de los pobres” -desaparecen del horizonte religioso- y hace compatible la búsqueda del éxito con la santidad personal (bajo el paraguas de “la santificación del trabajo ordinario”). Sin embargo, no elimina el sufrimiento (la cruz), al contrario, lo incorpora como una forma central de implementar el sometimiento más profundo (holocausto del yo) a la autoridad.

En todo caso, cuando Escrivá dice que el Opus Dei nació entre los barrios más pobres de Madrid, hace recordar a las biografías de famosos que nacieron en la pobreza y más tarde se hicieron ricos.  Como los ricos, el Opus Dei jamás volvería a sus orígenes pobres, si es que alguna vez existieron.

No somos religiosos, no somos sucios

El fundador constantemente se comparaba con los religiosos, tanto para tomar distancia de ellos (en sus defectos) como para tomar de su prestigio y aplicárselo al Opus Dei («hemos de ser realmente como un instituto religioso», Instr. acerca del espíritu, n.14). En este caso de la limpieza, el fundador se quería diferenciar, marcar un abismo («no podemos oler a hábito de fraile mal ventilado», Instr. San Miguel, n. 88). Y advierte a sus seguidores que "por ser limpio" el Opus Dei será "acusado" de ser rico.

«No toleréis que llamen riqueza a la limpieza» (Instr. de San Miguel, n. 45)

Como tantas otras veces, Escrivá definía las cosas por la negativa y podríamos decir a la defensiva, como quien se justifica antes de que lo acusen, o como quien prepara su defensa anticipadamente sabiendo que será acusado. O como quien tiene mala conciencia.

¿De dónde sale esa ocurrencia de analogar la limpieza a la riqueza? Según Escrivá, es una idea de sus detractores malpensados. ¿O sería realmente que, en el caso del Opus Dei, había –hay- un vínculo entre limpieza y riqueza?

No somos responsables de nada

En esa Instrucción donde habla de limpieza y de riqueza, a continuación, Escrivá afirma que el Opus Dei no posee bienes, ya que

«esos medios materiales, que empleamos para servir a Nuestro Señor, no son ni serán nunca del Opus Dei» (Instr. de San Miguel, n. 50)

Aquí se puede rastrear el origen de "las asociaciones civiles" como testaferros que le permiten al Opus Dei no tener nada y al mismo tiempo disponer de todo.

En cierto aspecto, puede resultar muy conveniente no tener nada -por ejemplo, frente al fisco- y al mismo tiempo disponer de todo eso que no se tiene. Y a su vez, presentarse como un ser espiritual, desprendido de todo y que es pobre por no tener nada a su nombre.

Valdría preguntarse, ¿qué me importa ser dueño de algo mientras pueda disponer de ello? Al contrario, ser dueño supone responsabilidad, responder por aquello que se posee. Esto es lo propio de la mentalidad laical, ausente en el planteo de Escrivá (mentalidad de la cual tanto alardeaba).

«No tengo nada y lo tengo todo, nihil habentos et omnia possidentos (II Cor. VI, 10): ésta es la posición de los hijos de Dios en su Opus Dei. Porque nos acordamos de aquello que dice Jesús por San Mateo: no os acongojáis por el cuidado de hallar de comer para sustentar vuestra vida, o de pensar de dónde sacaréis vestidos para cubrir vuestro cuerpo…»  (Instr. de San Miguel, n. 49)

Como bien lo cita Escrivá, es San Pablo quien dice que no tiene nada y lo tiene todo, pero eso lo dice en sentido religioso, diciendo que él lo tiene a Cristo y eso para él es tenerlo todo.

Escrivá dice aparentemente lo mismo, pero la razón es muy diferente: gracias a las asociaciones civiles Escrivá y su Opus Dei "no han tenido nada (material) y lo siguen teniendo todo", materialmente hablando. Escrivá no se refiere a lo propiamente religioso (Cristo) sino a lo puramente material (cómo desprenderse de los bienes y al mismo tiempo retenerlos). Una vez más se repite el famoso adagio escrivariano: conceder, sin ceder, con ánimo de recuperar (los bienes, en este caso).

Al citar a San Pablo, en realidad, Escrivá resalta las diferencias abismales que existen entre ambos. Cuenta San Pablo que, durante su vida,

«Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces naufragué; un día y una noche pasé en el mar» (2Cor, 11, 25)

Y cuando se encontraba preso, le dijo a Timoteo (2Tim, 4, 13) que le trajera "la capa" que se había dejado en Tróade, porque se acercaba el invierno y literalmente no tenía qué ponerse.

De Escrivá, en cambio, sabemos que se mareó un poco viajando en el J.J. Sister. Y sus últimos 30 años de vida la pasó viviendo mayormente en su palacio romano. No hay punto de comparación.

En este planteo de «no tengo nada y lo tengo todo» entra –por ejemplo- la cuestión de las ex numerarias auxiliares: no tengo ninguna empleada doméstica en blanco y al mismo tiempo las tengo a todas trabajando para mí.

Lejos de ser una virtud, en el caso del Opus Dei, el no tener nada es lo más parecido a una evasión de responsabilidades. No tener nada (a su nombre) es lo mismo que no ser responsable de nada. Y casualmente es lo que al Opus Dei le permite –de momento- evadir toda responsabilidad en relación a la denuncia de las ex numerarias auxiliares y endilgársela a las asociaciones civiles.

La limpieza en el Evangelio

Volvamos al tema de la limpieza. El planteo de Escrivá no estaría mal si se hubiera abstenido de dos cosas: compararse con los religiosos y asociar la limpieza a la riqueza (para luego negar toda relación).

En el primer caso, porque no queda muy bien hacer leña del árbol caído, criticando la higiene de los religiosos (al menos la de aquellos que no eran muy limpios).

En segundo lugar, porque resulta sospechoso el planteo. ¿Qué tiene que ver la limpieza con la riqueza? Escrivá daba a entender que "sus enemigos" eran quienes asociaban ambos términos y que "él se veía obligado" a salir al cruce y disociar toda relación entre limpieza y riqueza.

Ciertamente si la limpieza fuera signo de riqueza, gran parte de la humanidad sería millonaria. Bañarse todos los días y mantener la casa limpia no parece ser algo propio de los ricos. Y no conozco a nadie que haya sido "acusado de riqueza" por ser limpio.

Sin embargo, Escrivá dice que a él lo acusaban de ser rico por ser limpio y que no iba a resignar el ser limpio por más que lo acusaran de ser rico.

¿Es imaginable un San Juan Bautista predicando en medio del desierto, «No toleréis que llamen riqueza a la limpieza»? ¿Acusaría Escrivá a San Juan Bautista de tener mal ventilada su piel de camello?  La comparación resulta ridícula porque el planteo de Escrivá no tiene sentido, al contrario, parece esconder algo.

Las pocas veces que Jesús habla de la limpieza es para referirse a la hipocresía de los escribas y fariseos, que lavaban las copas por afuera mientras su interior quedaba lleno de codicia y desenfreno (Mt 23,25). Sus discípulos son criticados porque no lavarse las manos antes de comer (no purificarse) y Jesús sale al cruce de semejantes críticas, dejando en evidencia podredumbre interior de quienes hablan de limpieza (es decir, de pura apariencia hipócrita).

No parece que mucha limpieza exterior sea una condición esencial para la salvación eterna, al contrario, en el Evangelio ya se advierte que puede ser un signo de doblez y una fuente de engaño: muy limpios por afuera, pero podridos por dentro.

***

Tal vez la acusación de que la limpieza del Opus Dei es en realidad riqueza podría referirse a que el Opus Dei defiende toda riqueza en términos de limpieza, incluso cuando dicha limpieza es producto de mano de obra esclava.

La vocación de numeraria auxiliar

En una familia, ¿quién mantiene todo limpio, pone flores, da ambiente de familia, etc.? Normalmente la misma familia. A lo sumo puede tener una persona contratada que ayude.

Pero tener varias, no es un gasto que todas las familias puedan afrontar. Antiguamente sólo en familias aristocráticas o en la burguesía acomodada sucedía algo así. De hecho, Escrivá dice que lo acusaban de ser rico porque les pagaba a quienes tenía a su servicio.

«Otros dicen que no somos pobres, porque pagamos con arreglo a la justicia, a los que nos sirven, a los que trabajan profesionalmente a nuestro alrededor» (Instr. de San Miguel, n. 47).

Leer esto y luego comprobar que a las numerarias auxiliarles no se les pagaba, pues resulta estremecedor. Más aún cuando se comprueba la actual resistencia del Opus Dei para compensar el trabajo no pagado durante años, lo cual confirma la miserabilidad institucional de origen.

El extraño caso del Opus Dei es que quienes han mantenido todo reluciente -como el caso de las 43 ex numerarias auxiliares- fueron consideradas "parte de la familia" pero al mismo tiempo fueron -de hecho- tratadas como empleadas del hogar sin paga (empleadas sin libertad de abandonar su trabajo ni cambiarlo por uno mejor, entre otras cosas). Esto permitía decir al Opus Dei que había limpieza sin riqueza, ya que "la misma familia hacía todo" gratuitamente.

Ciertamente, una cosa es tener la casa limpia y otra reluciente (obligando a las numerarias auxiliares diariamente a pulir pisos y baños para que quedaran como nuevos), como si de un palacio se tratara. Esa limpieza sí que bien puede ser considerada riqueza.

Origen miserable de la riqueza

No creo que la riqueza sea algo malo de por si, al contrario, deseable para todos. El problema es cuando el rico se enriquece no por propia virtud sino a partir de explotar la necesidad ajena.

Y la vocación de numeraria auxiliar parece ser resultado de ese modelo. Es decir, históricamente no parece haberse dado vocación de numeraria auxiliar sin explotación laboral.

Hoy esa explotación es inviable y es por ello que la vocación de numeraria auxiliar –tal cual la conocimos hasta inicios de la primera década del 2000- se está extinguiendo.

Y habría que preguntarse hasta qué punto toda la riqueza del Opus Dei no es resultado de esa miserable forma de enriquecerse, explotando la necesidad y la generosidad ajenas (herencias, donaciones, etc., o sea, no es producto del trabajo del Opus Dei de generar riqueza sino del trabajo de otros, incluyendo aquellas personas que no son ricas, como sucede con las ex numerarias auxiliares).

Parte de esa miserabilidad del Opus Dei es negarse a pagar una reparación histórica a las 43 ex numerarias auxiliares.

Hoy el Opus Dei dice que ya algunas ex numerarias auxiliares arreglaron su situación con el Opus Dei. Más allá de qué quiera decir eso, lo que se puede haber dado en esos casos particulares ha sido gracias a las denuncias públicas que viene haciendo el numeroso grupo de ex numerarias auxiliares contando con el invalorable trabajo de su abogado.

Si alguien arregló algo con el Opus Dei, no fue gracias al Opus Dei, que seguirá negándose a compensarlas adecuadamente hasta que se vea presionado a ello.

Tal vez eso se deba a que el Opus Dei piensa que el día que deje de ser miserable dejara de ser rico, pues cuando la riqueza no es genuina, es resultado de la expoliación ajena. Y si tiene que compensar a todos los que expolió, volverá a ser pobre, como cuando empezó.

E.B.E.




Publicado el Friday, 08 March 2024



 
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