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 Correos: Algunos me dais pena.- Ramirez

140. Sobre esta web
ramirez :

Uno se puede llevar dos imágenes distintas de esta web dependiendo de cómo llegue a ella. Si uno accede casualmente a uno de los textos de esta página, por ejemplo, buscando una peluquería o, como yo, buscando algo muy remotamente relacionado con la “institución”, puede llevarse la impresión de estar ante algo serio que merece credibilidad, se esté o no de acuerdo con muchas de las cosas que se escriben. Pero cuando uno entra en esta web por el inicio, la primera impresión que le da es de amargura, de resentimiento y de cierta tendenciosidad.

 

Me presento. Yo también he pertenecido a este “colectivo” bastante tiempo, más de veinte años y como numerario. No quiero contar mi experiencia, porque es muy mía, a pesar de que en diversos testimonios o informes de esta web he visto que mi historia no es nada original.

 

Vuelvo a lo que decía. En esta web hay un batiburrillo de textos de muy diversa índole. Como persona más o menos profunda que me considero, me han interesado muchos escritos y documentos dictados por un deseo sincero de expresar las perplejidades que han experimentado sus autores en su vida dentro de la institución. No los cito, no hace falta. Pero hay otros que están escritos de un modo muy superficial, como el que habla del psiquiatra que habló en el Senado de España sobre los gays, que denota una falta absoluta de ponderación y te hace pensar que el autor necesitaría una buena sesión, o muchas, de psicoterapia. Se ve que no se le ha pasado el calentón de su salida. Ese escrito me da mucha pena. Ánimo, muchacho, no te obsesiones tanto. Me da pena el que dice que ha perdido su juventud en la institución y que eso no hay quien se lo devuelva: ¿¡De verdad piensas que has malgastado tus años mozos en la institución!? Si eso es verdad te compadezco muy sinceramente, porque yo lo pasé bastante bien (con mis cabreos correspondientes) y no perdí nada de nada, más bien gané bastante, aunque mi juventud haya sido tan distinta a la de mis coetáneos (de los que, por cierto, no envidio nada). Y al que pretende recuperar el dinero que entregó al colectivo le recordaría el refrán tan elemental de que “Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita”.

 

Pero por encima de estos testimonios y otros parecidos, es el ropaje en que se presentan los contendidos de la web lo que automáticamente me produce rechazo. El tono de los mensajes de la presentación dirigidos al que recibe invitaciones a participar en actividades de los centros, y sobre todo, el tono del mensaje final de cada página donde se advierte de que si «esta web desaparece “milagrosamente” ya nos podemos imaginar a quién se debe» (lo expreso con mis palabras) me parece que no se corresponde en absoluto con el tono de muchos de los escritos serios, redactados con respeto (aunque con gran desacuerdo) hacia la institución de la que nos marchamos. Pienso que si se pretende provocar una discusión o una reflexión rigurosa, esa manera tan combativa de presentarse no es demasiado apropiada.

 

Además, esa actitud tan celosa de prevención cae en el mismo defecto que se achaca al institución: el afán redentor. Me recuerda a los predicadores protestantes que vociferan cuando hacen sus prédicas, que parece que cuanto más apasionadamente hablan más eficazmente piensan convencer a su feligresía. Y lo que me parece que no es de recibo de todo punto es recomendar que compremos, en plural, la reedición del libro de la famosa ex-numeraria de Venezuela, como si fuera de “buen criterio” entre nosotros los ex-miembros hacerle ese favor a esa señora, que hace mucho tiempo que debería dedicarse a otra cosa que a recrearse en sus desdichas pasadas.

 

Y es que esto es lo que más me preocupa de este portal: su gran capacidad de causar entre los lectores-autores, la mayoría ex-miembros, una dependencia, como se echa de ver por la correspondencia y la “fidelidad” de muchos a esta página, hasta el punto de que queriendo ayudar lo único que se consiga es lo contrario. Leyendo estos textos lo primero que uno (que ha pertenecido al mismo colectivo) piensa es que muchos autores de los escritos y testimonios no han superado todavía su cambio de vida y siguen dándole vueltas al pasado como si aquello no se hubiera cicatrizado ya, cuando lo mejor es no darle más vueltas. Mi consejo personal -autorizado, porque he pasado por circunstancias similares y he llegado a vivir un infierno particular que no deseo a nadie-, a todos, autores y lectores, es cortar con esta web una vez alcanzado algún consuelo o explicación y no acudir más a ella. Yo había olvidado prácticamente toda la terminología propia de la prelatura y no tenía el mínimo deseo de recordarla y resulta que aquí te la reproducen con pelos y señales.

 

La mejor ayuda para el que se ha marchado o está en proceso de marcharse es que olvide cuanto antes lo que le haya causado dolor y las perplejidades, que supere esa etapa de su vida y mire al futuro con optimismo. Leyendo las continuas y abundantes novedades que aparecen en esta web lo único que hará es revivir inútilmente lo pasado y cuestionar incluso lo que de positivo ha tenido su paso por esa institución.

 

Yo de mí puedo decir que, a pesar de los cientos de contratiempos y contradicciones que he experimentado durante mi pertenencia, siento un profundo agradecimiento al colectivo porque:

1. antes de pertenecer era bueno, y cuando me fui era mejor y estaba bastante curtido;

2. gracias a que aguanté bastante y me “reprimí” en cuestión de mujeres, y a que me fui a otro país, conocí a la que estaba me destinada como mujer (no española, alabado sea Dios), que me quiere como nunca podía imaginar que podría amar mujer en el mundo, y con la que he tenido un hijo maravilloso (y lo que te rondaré, morena);

3. quiero a mi mujer con un amor total que he guardado para ella con exclusividad desde mi infancia;

4. he recibido una formación humana que jamás habría recibido ni a través de mi familia, por cierto, numerosa y maravillosa, a la que también debo mucho;

5. he conocido a algunas personas de la institución a las que abrazaría si los viera con más efusividad incluso que si siguiera perteneciendo.

Y no enumero más. También podría enumerar las infinitas cosas con que choqué a lo largo de esos más de 20 años y de las que nunca les encontré explicación; pero ¿qué provecho saco yo para mí o para otros de enumerarlas? Además, lo tengo bastante olvidado, gracias a Dios. Si muchos de los que escriben en esta web, o la leen, no saben descubrir que “no hay mal que por bien no venga”, de verdad que me da mucha, pero que mucha pena, porque se han ido de guatemala y tampoco han llegado a guatemejor. Piensan que les han comido el coco y ahora se lo están comiendo ellos solitos. Son como el perro que vuelve al rejalgar.

 

En general en muchos testimonios se echan de menos palabras de estímulo para el que pasa un mal momento, y sobra mucho pedaleo sobre lo mismo. Me gustó el testimonio de un (ex-?) sacerdote ex–miembro que anima a los que se van del colectivo a ponerse en las manos de Dios y confiar en su misericordia. Tampoco puede olvidarse que en la institución la única manera de entender o soportar lo incomprensible es la visión sobrenatural o, dicho de otra manera, la unión con Jesucristo, la entrega a Él, a través de la institución, de la propia voluntad, de un modo libre, enteramente asumido. En el colectivo al que muchos pertenecimos hay gente muy buena con una vida sobrenatural muy honda, y en este sentido para ellos la institución es realmente su camino de santidad y están convencidos de él (y algunos tienen serios problemas psicológicos). Para los que nos fuimos era un “camino a ninguna parte” y por eso lo dejamos, pero eso no significa que nosotros seamos más listos y más guapos que los que se quedan o que nuestro paso por ahí haya sido radicalmente perjudicial. Todos los que están ahí son conscientes de lo complicado de ser numerario y de la institución misma, y muchos lo superan abandonándose en Dios. Bueno, pues dejémosles en paz, porque mal que les pese a algunos, ese colectivo -tan lleno de contradicciones y de cosas incomprensibles- hace mucho bien a mucha gente: los caminos de Dios son inescrutables.

 

Por último, me parecen un poco trasnochados los argumentos que intentan desacreditar la santidad del fundador de la institución. Aunque a mí su carácter nunca terminó de serme simpático, tengo una gran devoción por este santo de la Iglesia católica (y no sólo de la institución que fundó), y el bueno de él me corresponde a veces con favores muy oportunos. Puede caer mal, como en mi caso y en el de muchos, pero sólo los ofuscados en contra del fundador pueden negar su santidad y su importancia en la Iglesia católica. Descansen en paz. Y no debe extrañar a nadie que, con indiscreción o sin ella, se sepa que los directores de la institución pretendan que el fundador sea declarado Doctor de la Iglesia. Es que sería lo más normal que se hiciera: no todos los santos tienen una producción tan voluminosa de escritos y de predicación, un mensaje tan completo y un estilo tan personal. El modo de referir esta noticia y la recopilación de recortes de prensa del año catapún de chinela es muy revelador de esa imagen tendenciosa de la web. Cualquiera que haya tenido contacto con la prensa sabe que de la verdad del hecho a la redacción de la noticia media un abismo más grande que entre Epulón y el pobre Lázaro, y que en la mayoría de los casos el contenido de una crónica responde a las predisposiciones no tanto del periodista como de su superior.

 

Yo he pertenecido muchos años a un “colectivo” al que no quiero volver a pertenecer y ahora no quiero pertenecer tampoco a otro de ex-miembros de ese colectivo aunque sea anónimamente. Pero no podía dejar de escribir lo que pienso. Por eso me he inscrito en esta web, con la intención, eso sí, de desconectar cuando me cerciore de que se ha publicado este escrito y haya respondido a alguna réplica, si es que se produce (digo esto porque siempre se critican con gran celo las críticas a esta web).

 

Ramírez

 




Publicado el Sunday, 10 July 2005



 
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