Querid@ Oráculo,

  Confío en que este mensaje llegue a tiempo, porque últimamente no consigo mandar nada a la dirección de e-mail de la Web... (mejor dicho, lo mando pero no llega).

  Solo quiero escribir unas pocas líneas para agradecerte de corazón la dedicatoria de tu correo del pasado lunes. Me emocionó muchísimo. Y gracias también por ese '¡Qué Dios te bendiga!'.

Siempre he pensado que las maldiciones solo las utilizan los estrechos de mente y pobres de corazón, y las bendiciones los del otro extremo. A mí como bien supones Dios no ha dejado de bendecirme nunca, pero a medida que pasan los años tengo la sensación de que cada vez me bendice más, jeje!. No es broma!. Y a tí seguro que también te bendice mucho, porque si algo tengo claro es que si de tu corazón salen deseos de cosas buenas para los demás, esas mismas cosas seguidas de muchos ceros te revierten a ti. Y si te dedicas a desear cosas malas a los demás lo mismo, claro. A lo mejor por eso al Opus Dei cada día se le va más gente desde que Alvaro del Portillo les lanzó a los desertores aquella maldición al más puro estilo gitano...

  Con inmenso cariño,

  Isa Nath