Estoy convencido de que a muchos miembros de la Jerarquía de la Iglesia les han llegado –por quejas privadas o por noticias de los medios informativos- datos inquietantes sobre los métodos poco eclesiales que, en ciertas cuestiones, emplea el Opus Dei. Pero esas informaciones no llegan a resultar eclesialmente efectivas mientras no se plasmen en concretas denuncias formales, jurídicamente fundadas.

Personalmente, esto puede exasperarme tanto como a Mabel. Pero me parece que hay que ser realistas y asumir que ése es el modo habitual de proceder de toda autoridad pública. Y que, en el caso de la Iglesia, sin denuncias canónicas, las quejas y desahogos, incluso los libros publicados y bien documentados, como los que Mabel cita, sólo servirán para hacer opinión, pero no es previsible que consigan la intervención pública de la Autoridad eclesiástica.

Por eso, en mi comunicación del 26 de abril pasado, escribía que las denuncias que han aparecido en esta web y en otros medios no me parecen eficaces para forzar una intervención de la Iglesia y que habría que plantearse si es buen momento para presentar formalmente ante la Santa Sede aquellas de esas denuncias, que puedan ser resultar viables.

Saludos cordiales,