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 Correos: El opus imprime carácter. No importa cuántos años estés.- Merchelo

010. Testimonios
Merchelo :

Estimados orejas, amigos de esta página.

Supongo que como yo, hay muchos lectores de opuslibros que no escriben sus experiencias porque se identifican tanto con las escritas, que nos parece que las vivencias propias no aportarían nada nuevo. Aun así creo que es de justicia hacer un esfuerzo para que haya cada vez más testimonios.

        Yo pité con 14 años y medio y lo dejé a los 18. Ahora tengo 45 y desde que leo opuslibros se me han quitado las pesadillas. Llevo bastantes años en la docencia y me siento capaz de afirmar con vehemencia que los chicos y chicas de la edad del pitaje e incluso mayores, son críos que no pueden decidir todavía su futuro, pues no han tenido apenas opciones en su corta vida. Ni mucho menos pueden comprometerse firmando una carta de petición de admisión sin consentimiento de sus padres, comprometiéndose para toda la vida, ni en el opus ni en nada. Pero ¿es que el opus no sabe que está vulnerando sus derechos más elementales y pisoteando los de los padres, que tienen la guardia y custodia hasta la mayoría de edad?...


Con catorce años y medio, en el año 1975, me hicieron un reconocimiento médico en una clínica, para cerciorarse de que estuviera sana antes de pedir la admisión como numeraria (yo estaba infantilmente encantada de la aventura de tomar decisiones importantes sin el consentimiento de mis padres). Con esa edad crees que te vas a comer el mundo ("no vueles como un ave de corral cuando puedes volar como las águilas...) y lo que te comes es una vida que vas construyendo llena de consignas, normas, charlas y sentido de culpabilidad.
 
Cuando abandoné, sentí cierta euforia por sentirme libre, pero unos días después me di cuenta de que debía llenar los cimientos para empezar de cero. A pesar de ser joven. Porque "el opus imprime carácter" y te machaca mucho.  Eso  cuesta y no es fácil, como leemos constantemente en muchísimos escritos.
 
Lo más doloroso es caerte del guindo al ser consciente de que esos años se han exprimido, no para Dios como me hacían creer, sino para el opus. Cuando pienso todo lo que he trabajado dentro (no sé por qué me veían carne de administración), y veo a los chicos de ahora, me digo a mí misma ¡qué inocente y qué tonta he sido! Y lo peor es que me ha durado bastante: lo de tumbarme en el sofá a ver una peli, sin sentido de culpabilidad, ha sido relativamente reciente: hasta me he hecho fan del señordelosanillos.
 
Con 18 años, saturada del todo (con ganas de abandonar desde hacía más de medio año), no podía aguantar más las costumbres postizas de la obra y me despedí del curso anual en Montealto (un colegio de Fomento) . La secretaria me acompañó sin bajarse del taxi a casa de mis padres, mi verdadera casa, con mi verdadera familia. Mi deformación mental y espiritual, llegó a tal punto que dejé tajantemente de ir la iglesia,  huyendo de los malos recuerdos y del "dios del opus" que te da de lado si te marchas de la obra.
 
Como las monjas de mi colegio, que eran de una congregación francesa de mentalidad abierta (sin exagerar tampoco, porque llevaban hábito), no nos llevaban de viaje  porque éramos malísimas (ahora que soy profesora de instituto, veo que los chicos no son tan retorcidos como nosotras, y tal como está hoy el patio  imaginaos cómo seríamos, que hacíamos salir huyendo a más de una profesora, y no digamos al cura o seminarista que osaba a darnos la clase de religión).
 
Le comenté a Agustina lo de hacer un viaje, y vaya que si nos lo preparó: nos organizó unos ejercicios espirituales de 3 o 4 días, en el Escorial. Fuimos unas 18 o 20, en un chalet precioso llamado El Pinarillo, que había pertenecido a Concha Espina. Nos agruparon en habitaciones con literas, y nosotras, niñas de 8º EGB, encantadas. Por supuesto Agustina, a pesar de habernos dicho que nos acompañaría, no vino, sino otras dos o tres numerarias simpatiquísimas. Para nada guardamos el silencio obligatorio y nos dejaron por imposibles. Lo primero que nos fascinó fue el desayuno tan bien servido por doncellas (en casa teníamos dos empleadas de hogar, madre e hija, pero eran como de la familia y sólo la hija, Antonia, se ponía alguna vez un uniforme), y sobretodo el sabor de los croissants caseros todavía templados (los que me conocen saben mis debilidades, y no les extrañará que se me esté haciendo la boca agua. Después de buscar con tesón algo parecido, los he encontrado en La Mallorquina de la Puerta del Sol de Madrid).
 
Bueno, que me voy por los matorrales... El sacerdote de los ejercicios era Don Fernando C., un señor maduro simpatiquísimo, que nos hacía reir en las meditaciones. El ambiente idílico de la casa,  la simpatía de las numerarias que nos acompañaban, los coissants,  la llamada a ser mejores personas  en este mundo nuestro, aderezado con una simpática película del ahora San Josemaría, nos impactaron a varias de nosotras. Cuando volvimos a nuestros quehaceres, seguimos en contacto yendo a “estudiar” al centro 'one' de la calle General Martínez Campos.
 
Yo sabía que iba a pertenecer a esta institución porque quería ser buena y santificar mi trabajo ordinario sin hacer cosas raras, como nos decían. Este piso era frecuentado por chicas de recia y rancia estirpe aristocrática. Yo no tenía título nobiliario (allí pitó la sobrina de la reina Fabiola de Bélgica, no sé qué habrá sido de ella; su tía enviudó), pero tenía algo gracioso y virtudes humanas. Yo era muy simpática, cantaba, tocaba la guitarra, contaba chistes, imitaba a los profesores, sacaba buenas notas. Además era muy laboriosa, haciendo siempre manualidades, figuritas con arcilla y pasta de papel que vendía en tiendas de regalos...
 
Nunca me hablaron de ser supernumeraria, ni sabía que existía ese grado. Veía a las supernumerarias que venían por el piso, mayores que yo y bonísimas y monísimas. Y yo, aunque graciosilla y llenadevirtudeshumanas, me veía rechoncha e indigna de novio, además estaba llamada a una empresa heroica mayor.  
 
Bueno, no os aburro más, si me inspiro, os seguiré contando cosas. Gracias a todos por vuestros escritos (Heavy, Satur, emevé, todos, daros todos por nombrados). Abrazo de osa,
 
Merchelo
 
 
 
 



Publicado el Friday, 15 September 2006



 
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